El sol puede chamuscar neuronas y alimentar trastornos hormonales. O quizás sea un parásito cerebral.
La arena se me metió hasta en el forro del bañador. Alojada entre mis piernas habría una cantidad suficiente como para construir cincuenta y dos castillos.
Me gustaba la playa pero la sensación de esos diminutos granos rozando la sensible piel de mi trasero me impulsó a tomarme un descanso.
Perdí la noción del tiempo todo el rato que estuve con Luca. No sabría decir con exactitud los minutos que nos pasamos haciendo tonterías como dos niños dementes en el agua, hasta que Derek se unió a nosotros.
El pelirrojo me lanzó una mirada significativa a la que respondí con un encogimiento de hombros.
Si había algo que le preocupaba al italiano había sido incapaz de llegar hasta la matriz de dicho problema. Kavinsky parecía igual de inescrutable que siempre, escudado tras sus silencios y sus sonrisas encantadoras que volatizarían las bragas de cualquier ser humano atraído físicamente por los hombres.
—Creo que necesito un descanso —alcé las manos en un claro gesto de rendición.
Los dos chicos me miraron y su ceño se frunció de forma conjunta. Ambos estaban empapados pero no parecían ni la mitad de cansados de lo que yo me sentía. A estas alturas me faltaban dos brazadas para comenzar a hiperventilar como una anciana asmática.
Mi fondo físico daba asco.
Bueno, daría asco en el caso de existir.
Un par de ojos castaños me escrutaron con mayor profundidad despertando un impreciso cosquilleo bajo mis mejillas que se tradujo en un rubor disimulado por el sol y sus efectos sobre mi piel.
—Quizás tengas razón —Luca ladeó el rostro. La luz le incidió de pleno en la cara, aclarando sus ojos que adquirieron un tono castaño— tienes los labios morados. Tendrás frío.
Tracé una sonrisa burlona.
—Mira estas manos —extendí el brazo mostrando mis dedos arrugados— estoy en pleno proceso de convertirme en una versión anciana de mi misma.
Me tomó con suavidad por las muñecas y no pude evitar sentir la presión en cada centímetro exacto en el que presionó sus yemas. Me estaba volviendo paranoica. Jossie había infectado mi imaginación con una serie de ideas bastante peligrosas.
Luca desafió los límites de mi cordura cuando su pulgar se paseó por el dorso de mi mano.
¡Por las barbas de Merlín! Aquel tipo de contactos debían ser penalizados con tarjeta roja y expulsión. Sobretodo cuando desatornillaban mis rodillas de aquella forma. Agradecía estar sumergida para disimular la cantidad ingente de sensaciones confusas y atropelladas que hicieron temblar mi inexperto cuerpo.
El calor me estaba afectando.
—Tienes unas manos muy pequeñas —una arruga se hundió entre sus cejas— creo que no serán mucho más grandes que las de Finn. Aunque bueno... eso no posee demasiada importancia.
—No podemos permitir que te mueras de hipotermia el primer día. No sobreviviré a tu hermano en caso contrario —Derek apareció en escena de forma abrupta.
Y sí, empleo dicho adjetivo porque antes de que pudiera ser del todo consciente de su presencia uno de sus brazos se resbaló por debajo del agua. Me alzó como la primera noche en la que nos conocimos, cargándome contra su duro pecho bien trabajado.
Fue raro teniendo en cuenta que Luca continuaba con mi mano entre las suyas.
—¿Acaso estás asustado, Derek Brown? No puedo creer que las artimañas intimidatorias de ese trío hiciesen mella en tu confianza —mi voz salió de forma controlada y estable. Un gran logro dada la situación—. Pensaba que tenías más carácter.
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Kavinsky © [✓]
Genç KurguNo sé si todos tenemos un destino, o si estamos flotando casualmente como en una nube; pero yo creo que pueden ser ambas, puede que ambas estén ocurriendo al mismo tiempo - Forrest Gump. Todo empezó el 31 de octubre. Halloween, la Noche de las Bruja...