Capítulo 5.

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El caballero andante y el dragón.

Mis muletas cayeron al suelo con un golpe seco dejándome completamente indefensa, recudiendo, así, al mínimo mis posibilidades de escaparme.

El armario olía profundamente a artículos de limpieza y a moho en una mezcla perturbadora. La oscuridad opresora del principio se fue aclarando conforme se dilataban los segundos gracias a una fina rendija de luz que se colaba bajo la puerta.

La penumbra definió las facciones del simio que me había arrastrado a ese lugar en contra de mi voluntad y que seguía aferrándome de los antebrazos.

A esas alturas respiraba de manera irregular y la sangre me zumbaba en los oídos por la tensión y la adrenalina que drenada en mis venas.

Quise abrir la boca. Quizás si gritaba lo suficientemente alguien lograría escucharme y sacarme de ahí antes de que las cosas se tornasen intensas. No obstante mi grito quedó sofocada en la grande y caliente palma de mi ex novio.

Gruñí cuando presionó su mano contra mis labios y en un mismo movimiento me agarró ambos brazos, bloqueándome por la muñeca. Su complexión, altura y fuerza me vencieron de inmediato. Cualidades que en el pasado me parecían atractivas y envidiables ahora se habían vuelto mi perdición.

—No te atrevas —su frase sonó como una orden tajante.

Lo fulminé con la mirada, reducida a la mismísima nada. Aunque no era capaz de distinguirlo podría asegurar que sonreía con aquella tosca superioridad y burla que le caracterizaban. La situación de dominarme por completo debía estar siendo bastante estimulante para él.

—Tenemos bastantes asuntos pendientes, tú y yo, Cole —musitó inclinándose hacia delante y sentí su aliento golpear en mi cuello— Llevo intentando contactar contigo desde hace días.

Quise refunfuñar que lo había bloqueado de cualquier sitio mediante el cual pudiésemos contactar en un intento de arrancar las raíces de nuestra tóxica relación. Sin embargo él no parecía dispuesto a dejar que me fuera sin más.

—¿Y si esa piernas escayolada? —la diversión se filtró en su tono— El karma actúa sabiamente.

El karma, claro, porque yo era la mala de su película.

Me debatí intentando liberar mis brazos pero tan solo conseguí que aumentase su agarre arrancándome un quejido de dolor que se perdió contra su piel.

—Vamos a comportarnos como individuos civilizados —sentenció y me habría reído de no estar en semejante tesitura— Está claro que hay un problema que necesitamos solucionar. Un malentendido. Ahora dime, ¿qué vas a hacer para que te perdone?

Al ver que no podía hablar por su mordaza chasqueó la lengua.

—No grites o te arrepentirás.

Me liberó y me vi obligada a tomar aire de forma brusca para suplir la carencia de aire en mis pulmones.

Podría insultarlo y tratar de pedir ayuda pero temía su reacción. Nunca lo había considerado peligroso hasta el presente y ahora me arrepentía de haberme percatado tan tarde de su verdadera personalidad.

—No soy yo quien tiene que disculparse, Viktor. Y lo que pasó el otro día no fue un malentendido. Todo lo que has estado haciendo no ha sido un malentendido entre ambos. No —negué con la cabeza repentinamente triste— Me... me considerabas un objeto, no tu novia.

—Hablas sin conocimiento —reprochó— eres mi novia de ahí que tu reacción carezca de sentido. El sexo no tiene nada de malo en una pareja.

Suspiré.

Kavinsky © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora