Dilemas familiares.
—¿Puedo pasar?
Escuché la voz de mi hermano a través del espesor de madera que nos distanciaba. Aguanté la respiración aún con la espalda presionada contra la puerta y mis largas piernas —la sana y el hogar de Freddie— extendidas frente a mí.
Sé que había escuchado la conversación.
Aunque bueno, definir el intercambio de palabras que acababa de tener con mi madre como conversación era un tremendo eufemismo. La situación cada vez empeoraba entre ambas y tanto mi padre como Robert lo sabían.
Cada uno corría en direcciones opuestas cuando los portazos resonaban en la aparente tranquilidad de nuestra casa.
Muy despacio deslicé el trasero por el suelo para dejar el hueco suficiente como para que Rob pudiera pasar sin romperme la espalda.
—Adelante —logré murmurar antes de verme obligada a presionar los labios con fuerza.
Me negaba a derramar una lágrima en su honor. Jamás.
Con un chasquido la puerta se abrió y el rostro de mi hermano apareció en el hueco. Nuestras miradas hicieron contacto y un sollozo lastimero abandonó traicioneramente mi garganta. Este fue el último estímulo que Rob necesitaba para internar en el cuarto.
Se agachó frente a mí y las comisuras de sus labios decayeron en una mueca de angustia e impotencia. Sus ojos azules sondearon los míos y no hizo falta que pronunciara palabra.
Sus brazos me rodearon con fuerza y me aferré a él como un bebé koala. Los dedos de Rob se perdieron en mi melena que acarició suavemente durante un rato indefinido antes de incorporarse llevándome consigo.
Nos sentó en la cama y se apartó un poco.
—¿Quieres hablar de ello?
—¿Acaso serviría de algo? —mascullé y me sorbí los mocos finiquitando las ganas de llorar— ¿Quieres... ver un capítulo de Friends conmigo?
Robert sonrió.
—¿Cómo me podría negar, enana?
Gateé un poco por el colchón para alcanzar el ordenador y mi hermano se acomodó a mi lado. El corazón aún me latía demasiado deprisa en el pecho y toda la rabia que acumulé durante la pelea tardó en disolverse. Pero no existía mal que Chandler Bing jugando al escondite con un pato no fuera capaz de curar.
Incluso mi desastrosa relación con la mujer que me dio la vida.
Así muy despacio todo fue regresando a la normalidad forzada en la que estaba acostumbrada a vivir. Robert cerró la pantalla del portatil cuando el cuarto episodio llegó a su fin y se giró hacia mí. Tenía la cabeza apoyada sobre los brazos que le servían de almohada y sus ojos azules parecían más oscuros ante la falta de luminosidad del cuarto.
—Mañana Rowen y yo habíamos pensado en salir a cenar a un restaurante italiano. Hay uno cerca que tiene fama de ser bastante bueno. Me encantaría que nos acompañases.
Resoplé, sacudiendo la cabeza.
—¿Y estar de sujeta velas? Te quiero y también quiero a Rowen, pero no escatimáis en muestras de afecto en público, ¿no crees que sería un tanto incómodo?
—Podrías invitar a ese tal... Dylan.
Ese tono de fingida inocencia....
Entrecerré los párpados.
—Derek —corregí.
—Eso, Derek —Robert se incorporó hasta quedar sentado.
Ante su cambio de posición quedamos enfrentados, ambos con las piernas cruzadas, contemplándonos con una ligera nota de sospecha.
![](https://img.wattpad.com/cover/22673197-288-k157881.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Kavinsky © [✓]
Teen FictionNo sé si todos tenemos un destino, o si estamos flotando casualmente como en una nube; pero yo creo que pueden ser ambas, puede que ambas estén ocurriendo al mismo tiempo - Forrest Gump. Todo empezó el 31 de octubre. Halloween, la Noche de las Bruja...