Y lo inevitable pasó.
Fue una bendición disponer de agua caliente y jabón para eliminar los rastros de arena y salinidad de mi piel. Aún dentro de la ducha me permití exhalar un hondo suspiro de alivio cuando la sensación de picazón me abandonó por completo.
Mucho más relajada me dispuse a salir. En un estado de bienestar tan arraigado me encontraba que no miré donde pisaba y mi pies patinaron en el plato, obligándome a aferrarme a lo único que tenía a mano para no caerme: la cortina.
Una, dos, hasta cinco anillas se desprendieron de su sitio y terminé aterrizando de culo sobre la loza mojada.
Bueno, la tranquilidad casi me dura un minuto entero. Era prácticamente un récord.
-¿Estás bien? -la voz de Luca me llegó a través del espesor de la puerta.
-Sí, sí -me apronté a responder aunque hubiese sido más fiel a la verdad el alarido que me empujé de vuelta a mi garganta- Todo perfecto.
Conseguí volver a colocar la cortina tras una serie de intentos fallidos. Mi móvil cargaba sobre la repisa del lavabo cuando me miré en el espejo. Había cogido algo de color debido al sol pero la radiación ultravioleta me había abrasado parte de las mejillas y la nariz.
Peiné los mechones de mi cabello empleando los dedos y cuando tuve un aspecto más o menos decente examiné las pertenencias que tenía en la mochila. Disponía de ropa interior seca, un punto bastante importante. No obstante solo había traído conmigo unos pantalones cortos de estilo chándal ya que no predije la monopolización de mi cuarto como terreno de juegos de Jossie.
Un error por mi parte, claro está.
Era de las pocas veces que esa extraña pareja de tres tenía plena libertad para expresar su amor y divertimento.
-¿Luca?
Esperé unos segundos y al no obtener respuesta me atreví a acercarme más a la puerta para abrir un rendija. Colé la cabeza por el hueco empleando la madera para no mostrar mi semi desnudez. Era una acción un tanto ridícula ya que iba incluso más vestida que la última vez que nos vimos, pero el cambio de bañador a bikini trajo consigo nuevas inseguridades.
El chico estaba tumbado boca arriba en su cama con un libro entre sus manos. Era un tomo bastante grueso y sus páginas habían adquirido un cierto tono amarillento. Reconocí de inmediato el título en la portada y mis labios sucumbieron en una sonrisa animada.
-¿Sabes? El nombre de mi hermano proviene de esa novela. Era la favorita de mi madre -pronuncié rompiendo el silencio. Mi voz le tomó por sorpresa porque alzó la cabeza con algo de brusquedad. Estaba adorable con los ojos más abiertos de lo usual y cara de despistado- Hola.
-Ciao, bella.
Cerró con delicadeza su lectura y se incorporó hasta quedar sentado sobre el colchón. Sus ojos no abandonaron en ningún momento como si dos imanes de polos opuestos se tratase.
La garganta se me secó y tuve que tragar saliva antes de volver a hablar.
-¿Podrías prestarme alguna camiseta barra sudadera?
Movió la cabeza en un gesto afirmativo y se levantó haciendo chirriar los muelles del colchón. Me dio la espaldas unos segundos mientras rebuscaba en una maleta que se encontraba sobre la moqueta de un marrón sospechosamente oscuro. Se puso en pie con un trozo de tela gris entre las manos. La habitación era bastante pequeña y no tuvo que dar más de tres pasos para alcanzar mi posición para tenderme la camiseta.
-Muchas gracias -nuestras manos se rozaron cuando mis dedos se cerraron entorno al tejido. Un calambre me escaló por el brazo hasta dispersarse y acrecentar el nudo en mi estómago-. Por todo, claro. Ya has hecho más por mí en este viaje que los que se hacen llamar mis amigos de toda la vida.
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Kavinsky © [✓]
Novela JuvenilNo sé si todos tenemos un destino, o si estamos flotando casualmente como en una nube; pero yo creo que pueden ser ambas, puede que ambas estén ocurriendo al mismo tiempo - Forrest Gump. Todo empezó el 31 de octubre. Halloween, la Noche de las Bruja...