Cap. 4

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Al terminar el desayuno seguí a Chris por las escaleras hasta una puerta blanca. El lugar es un despacho. Hay un escritorio en el centro, dos sillas en frente y una detrás, de color negra, a simple vista parecía cómoda. Detrás del escritorio había un ventanal que dejaba ver la manada. A los lados habían estanterías repletas de libros. Al lado de la puerta una pequeña sala de estar que consistía en un sofá de cuero marrón, dos sillones también de cuero marrón y una mesa ratonera. Todo muy moderno y de colores oscuros. 

- Este es tu despacho. - Asentí. Él tomo asiento en una de las dos sillas negras y me hizo una seña para que me sentara en la silla solitaria al otro lado del escritorio. A paso lento camine hasta allí y me senté.

- Bien, ¿de que querías hablar? - Me cruce de piernas y me recosté en la silla, mirándolo directo a los ojos. 

- Em... - Carraspeo. - Te voy a enseñar a dirigir la manada. - Asentí. 

Paso a explicarme temas de la manada que no les diré para no aburrirlos como yo en este momento. Creo que pasamos algo así de dos horas encerrados, con el tratando de explicarme. Fue fácil para mi, porque yo estudiaba mucho y cuando me aburría leía mucho, uno de los temas que leí fue sobre los alfas y como dirigían las manadas, o más bien, como las debían de dirigir para que hubiera paz. Claramente ninguno hizo caso y por eso hay tanta rivalidad entre manadas. 

- Bien, ahora pasemos a las empresas que hay en el mundo humano. - ¡Dios! Alguien que me mate ahora. Pasamos así otra hora y media mientras el me explicaba como se dirigía. Cuando al fin me dio libertad, corrí hasta salir de la casa. 

Di un paseo por la manada. Muchas de las personas que conocí anoche, me las cruce y me saludaron. Al anochecer volví muy hambrienta, no comí nada durante todo el día. Al entrar camine directo a la cocina, donde me cruce a Marlen. 

-Hola nana.- Sonreí y me acerque a abrazarla, ella me recibió gustosa. 

-Hola cariño.- Me encanta que a pesar de conocernos de hace horas, me trate como si nos conociéramos de hace años. -¿Cómo estas?

-Perfecta nana, sola un poco hambrienta. - Sonreí inocente, elle rió levemente.

- ¿Quieres un sándwich? - Yo asentí frenéticamente. Ella puso manos a la obra y en menos de cinco minutos estaba devorando un delicioso sándwich. Mientras yo comía ella se tomaba un té y charlábamos, hasta que hizo una pregunta que me incomodo.

- ¿Ya conociste a tu mate cariño? - Yo asentí haciendo una mueca, a lo que ella frunció el ceño.

- Si, nana. Me rechazó. - Mágicamente mi apetito desapareció. - Y después de que acepte su rechazo y le revelé que soy la hija de la Diosa Luna quiso arreglar las cosas. - Solté una risa irónica. - ¿Puedes creerlo? - Rodé los ojos.

- Oh mi niña, sabes, mi esposo murió hace años. - Una sonrisa triste adorno su rostro. - Nos amamos locamente y su muerte me devasto, varias veces pensé en quitarme la vida pero tu abuela me encontró y me ofreció trabajo aquí. Tiempo después murió junto con tu abuelo y tu padre quedo solo. Los dos nos volvimos muy unidos e inseparables y juntos superamos el dolor de nuestras perdidas. Nunca tuve hijos, pero tu padre fue como uno para mi. - Una lagrima resbalo por su mejilla, seguidas de muchas más. La abrace y llore con ella, cuando nos calmamos nos separamos. Con mis pulgares limpie sus lagrimas y la volví a abrazar un poco mas corto. - Bueno, basta de lagrimas. - Sonrió. Me sorprende como puede pasar de estar triste a estar feliz en segundos. 

Hablamos por un rato más, luego nos despedimos porque ambas estamos agotadas. Cuando estaba por subir las escaleras la puerta principal se abrió y por ella entro Chris con una zo... digo chica. Algo en mi interior se removió pero lo ignore y subí las escaleras. Me cambié por mi pijama y me gustaría decir que apenas me acosté caí dormida, pero mentiría. Los gemidos de la habitación de al lado se escucharon en la mía. 

RECHAZADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora