A Seis Pasos

Capitulo I

*Law

Hace calor, y lo único que puedo hacer es tener abiertas las ventanas del balcón para que así entre un poco el aire; aunque eso signifique tener que oír los gritos de mi vecino.

Me senté en mi balcón con una taza de té helado que me ayudaba a sobrevivir en estos tiempos...

—¡Ahhh!, Espera esp- ¡ahhh!– gritaba una mujer queriendo romper los vidrios.

Fue tanta mi sorpresa que casi rompo la taza; pero ahí no paraban los gritos, cada vez eran más fuertes, parecía que a esa mujer la estaban matando.

Hubo un momento en el que todo se calmó, así que me senté de nuevo y coloqué un poco de Mozart para calmarme; mis párpados empezaban a cerrarse al escuchar el primer cambio.

Sin duda tenía que dormir, era horrible estar todo el día en la facultad viendo cuerpos inertes, aunque eso me apasionaba, así que merecía la pena.

—¡¡KID!!– empezo a gritar de nuevo.

Esta vez sí rompí la taza, pero afortunadamente no me corté, sería una desgracia que algo le pasará a mis manos y más si quiero ser cirujano.

—Mierda– exclamé por lo bajo reprimiendo mis ganas de ir y estropearle su maldito orgasmo.

Me está empezando a hartar el tipo que vive en frente mío, siempre es lo mismo... Aunque no con la misma.

Me dirigía a la puerta para ir a su casa, cuando en eso recuerdo lo que me dijo Corazón antes del accidente.

Toque la perilla y le di vuelta, mas no abrí la puerta, suspiré muy profundo y fui a las puertas de mi balcón para cerrarlo y así sentarme en otro lado, mientras me achicharraba.

Me puse audífonos y me senté en mi cama para leer un libro de medicina que hace mucho no abría.

Veo mi reloj y ya eran las 7 de la tarde,ya había pasado 1 hora y media, así que me asomé por la mirilla de mi puerta, para ver si seguía ahí o si siquiera se escuchaba algo.

Justo cuando me asomo veo que ella se va, despidiéndose de él con un beso que parecía que lo iba a succionar. Él solo tenía cara sería y le sonrió levemente -yo diría indiferente- para cerrarle la puerta casi en su cara.

Ella solo se fue sonriendo con ganas de volver, aunque lo que no sabía era que él nunca la volvería a traer, o al menos no acá; él jamás repite.

Espere unos minutos recostado en la puerta y la abro calmado, para dirigirme a su apartamento.

Toqué despacio su puerta y segundos después abrió con una toalla en la cintura.

—Hola– me saludo secando su cabello rojo con otra toalla.

—ya entiendo porque todas quieren repetir– pienso sin mostrar ninguna emoción en mi rostro.

—Hola...ah... Podemos hablar– le digo casi exigiendoselo.

—Claro, ¿Qué pasa?– dice dejando a un lado la toalla de su cabeza. —¡Ah! Perdón soy un desastre– dice sobándose su aún mojado cabello.
—¿Gustas pasar?– dice con una sonrisa tierna.

—No es necesario, será rápido– sigo sin mostrar expresión.

Aunque realmente me moriría por quitarle esa toalla.

Alza las dos cejas... Bueno el lugar donde deberían estar las dos cejas, y sonríe pícaro. —Vale... Qué deseas– dice recostandose en el marco de la puerta.

Tomé aire fuertemente y lo dije sin pelos en la lengua.

—Sé que eres mujeriego y que te encanta follar con cualquier cosa que pueda caminar, exactamente para que deje de hacerlo; pero te pediría, que antes de traerlas, puedas medir que tan alto gritan en otro lugar, porque hay gente que no puede dormir en toda la semana y quiere y NECESITA parpadear de vez en cuando, gracias y buenas noches– lo último lo digo por fin sonriendo intentando abrir un poco más los ojos para que vea que soy amable.