Sábado, 12:00 am.
Casa de Dessmond, habitación.–Y por eso creo que es lo que debería estudiar.
–Probablemente te conviertas en el profesor favorito de los niños.
–Sería mejor que ser el más odiado.
La cercanía de sus cuerpos no les incomodaba ni un poco. Estaban con las manos entrelazadas, tendidos sobre la cama, sus narices casi rozando y un rubor permanente en sus mejillas.
Se sonreían como dos recién enamorados, dedicándose suaves besos cada que querían. Eran libres de hacerlo, al menos dentro de las cuatro paredes que los rodeaban.
Los labios de Max se habían convertido en la sensación favorita de Dessmond, eran tan dulces y delicados que se perdía en ellos cada vez que los tocaba.
A la vez, los de Dessmond no dejaban de hacer caer más y más profundo en la perdición a Max. Podía besarlos todo el día, y sabía que el chico se lo permitiría.
–¿Qué hay de ti? ¿Tienes algún plan para el futuro? –preguntó el ojigris.
Suspiró, acercándose un poco más y apoyando la cabeza en su pecho.
–Supongo que ser feliz.
El contrario sonrió, dando mimos en su espalda.
–No sé qué debería estudiar. Probablemente algo del área científica, pero no es que esté muy interesado en pensar sobre eso ahora mismo.
–Te entiendo. Después de todo, aun tienes tiempo para pensar.
–Mmh.
Alguien golpeó la puerta un segundo antes de abrirla, sorprendiendo a la pareja en una cariñosa escena.
–Siento interrumpir –dijo la madre con una gran sonrisa–, pero necesito hablar con Dessie un segundo.
–Enseguida.
Se levantó de la cama, dejando al más alto con una mueca triste en el rostro. Se veía tan adorable que no quería separarse de él ni por un segundo. Estaban actuando como una verdadera pareja, pese a lo sucedido con Max. Aunque, probablemente, eso era lo que le había dado tanto coraje a ambos. Besó su mejilla.
–Volveré pronto.
Sonrió. Deseó besar esa sonrisa, pero detuvo sus instintos. Su madre estaba presente.
Nada más cerrar la puerta, la mujer abrazó a su hijo, dando saltitos de alegría.
–Estoy tan feliz por ti, mi niño. Son tan dulces que mi corazón se derrite. ¿Está confirmado ya?
–No, mamá –rodó los ojos, con una leve sonrisa–, solo estamos... ¿intentando? No lo sé. Tenemos "algo", al menos.
–"Algo" es mejor que nada. Ahora dime, ¿hablaste con él?
–Sí. Su madre lo golpeó.
–¿Qué dices? –frunció el ceño.
–Le contó sobre algunas personas en la escuela que le hacen bulying y se enfureció, le llamó "poco hombre" y "marica". Está muy herido.
–Pues claro que lo está. ¿Por qué no me habías dicho que su madre es una bruja? Lo habría sacado de ahí inmediatamente.
–Porque eso es, su madre. No es tan sencillo –suspiró.
–Mi tesoro –acunó su mejilla–, puede venir cuando quiera. Si desea puede quedarse hasta el anochecer después de clases y solamente dormir allá. Lo que sea que él quiera, pero aléjalo de esa señora.
ESTÁS LEYENDO
Hola, Jirafa
Short Story"Hola, jirafa: Eres el chico más alto que conozco. ¿Quién eres? ¿Pie grande? Anónimo. lunes, 12:00 pm" "¿Borrar conversación?", "ACEPTAR". × × × × × × × × × × × Universo paralelo: "Hola, Enana" All the lo...