»Día 79 - FINAL«

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Semana próxima, sábado, 8:23 am.
Tribunal de Justicia.

Los días siguientes pasaron con rapidez. El grupo de amigos debió trabajar a máxima velocidad para finalmente reunirse con el padre de Max y terminar de armar su plan. Las cosas comenzaron a ponerse difíciles en el momento en que ambos progenitores se vieron las caras. La mujer sufrió un nuevo ataque de descontrol y, si no hubiese sido por el hijo, él habría terminado en el hospital.

Desde entonces, solo pasó un día para que se enteraran de la denuncia que había sido puesta en su contra: lo acusaba de intentar llevarse a su hijo pese a abandono a temprana edad.

Lo que habían previsto estaba sucediendo.

De inmediato fueron citados a la corte para testificar en el caso. Max, por supuesto, siendo el testigo clave. Con traje negro y costoso, el pelo castaño engominado hacia arriba (pero aún con sus rebeldes cabellos sueltos), una actitud seria y formal, y su rostro curado casi por completo, con solo algunas cicatrices que tardaban más en sanar, Dessmond lo encontraba irresistible. Cómo deseaba atacar su boca en ese instante.

Si tan solo siguieran juntos.

Apartó los pensamientos fuera de lugar de mente y se acercó a él, quien se encontraba junto a su padre, Leah, Robbie y la señora Jones en la puerta del enorme edificio.

–Hola, siento llegar tarde.

Los ojos que tanto extrañaba brillaron al hacer contacto con los suyos. Su estómago se retorció, nervioso, tuvo que bajar la mirada.

–Es casi la hora –dijo el señor Rymer dando un vistazo al reloj en su muñeca–. Entrarán con nosotros, ¿no?

–Por supuesto..

–Bien. Nos veremos al terminar. Esperemos finalizar el día bebiendo champagne –le hizo un gesto con la cabeza a su hijo, quien asintió rápidamente.

–En un segundo.

El ojigris de inmediato comprendió lo que pasaba. Y también los demás presentes, ya que se encaminaron con prisa al lugar por donde había entrado anteriormente el hombre.

–Hola –dijo en voz baja. De no ser porque se encontraba justo frente a él, probablemente no lo hubiese oído.

–Hola.

–He querido hablar contigo desde la última vez. Me evitas.

El rastro de dolor en su voz lo hizo estremecerse levemente. Se atrevió a mirarlo a los ojos, arrepintiéndose de inmediato.

–Creo que esta no es la mejor circunstancia para hablar de eso, ¿no crees?

Soltó una risa nerviosa, desviando la mirada por un segundo.

–Eso creo. Pero si no lo hacemos ahora... tal vez no haya otra oportunidad.

–Cuando finalice el juicio si quieres...

–No –lo cortó–, porque no sé qué pasará cuando lo haga.

–¿Qué quieres decir?

Suspiró pesadamente.

–Si mi madre gana, me encerrará de por vida y me aislará de todo contacto. Nada de visitas, salidas, celulares, internet, absolutamente nada. Y si, por el contrario, mi padre gana... –se cortó. Vio su nuez subir y bajar cuando tragó saliva–, me mudaré con él.

–¿Qué? –repitió. No supo qué decir, su vocabulario pareció reducirse a esa simple palabra en ese momento.

–Es en otra ciudad, no demasiado lejos pero sí a una distancia considerable. Vive ahí desde que se separaron, dice que me gustará. Era obvio que pasaría, de todas formas.

Hola, JirafaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora