»Día 75/parte 2 - Día 76«

184 21 2
                                    

Domingo, 9:00 pm
Casa de Dessmond, habitación.

Había pasado todo el día encerrado. Sin comida, sin contacto, sin nada. No había llorado, sin embargo. Su dolor era tan grande que no lograba reaccionar, aun después de horas.

Ni siquiera su madre había podido hablarle. Apenas llegó a casa, recibió un bombardeó de preguntas sobre el estado de Max. Dijeron su nombre tantas veces, sin saber que, cada que lo mencionaban, un cuchillo se clavaba en su corazón.

Su padre lo había dejado ser, prometiéndole a la mujer tener una conversación con su hijo al día siguiente. Fue la mejor decisión.

Desde entonces no había salido de entre las cuatro paredes.

Su celular estaba repleto de llamadas sin atender, mensajes sin respuesta y mensajes de voz.

No quería nada.





*



A las 9:45 de la noche sonó el timbre de la casa, interrumpiendo el reciente sueño del de ojos tristes. Se dio la vuelta sobre las mantas, ya que, sin más, estaba recostado vestido y sin abrir la cama, quedando de cara frente a la pared. Sintió voces abajo, en la cocina, pero no se esforzó en reconocerlas. Volvió a voltear. Entonces sintió pasos en la escalera.

Golpes a su puerta lo hicieron gruñir de molestia. Soltó un adormilado "ahora no" y volvió cerrar los ojos. Pero abrieron.

–¿No te cubres para dormir? Vamos, Dess, por lo menos cuida tu salud.

Frotó sus ojos, acostumbrándose lentamente a la repentina luz encendida por el intruso.

–¿Qué haces aquí, Harry? –frunció el ceño.

–Vengo a hablar contigo.

–No pienso hacerlo.

–Dame una oportunidad, sabes que no te haré nada.

–A mí no, pero a Max ya le hicieron bastante. Está en el hospital por tu culpa.

–Sé lo que los chicos hicieron y lo siento. No les pedí que lo hicieran.

–Pero tampoco los detuviste –se puso de pie, enfrentándolo.

–No estaba ahí, Hannah y yo estábamos en los baños –frunció el ceño, mirando extrañado a la persona unos cuantos centímetros por debajo de su cuerpo.

–Pudiste haberlo ayudado –le dio un fuerte empujón, su rostro rojo de frustración–. Tú eras el único capaz de detenerlos. ¡¡No lo ayudaste!!

Empezó a golpearlo en el pecho con ambos puños. El de cabello chocolate se lo permitió al notar su estado, después de todo, su recién iniciado llanto no le permitía usar demasiada fuerza. No lo detuvo. En cambio, lo sujetó por los hombros hasta que lo dejó salir. Gritó contra su cuerpo, haciéndolo cerrar los ojos por un momento. Lo rodeó con uno de sus fuertes brazos, esperando hasta que finalmente se cansó y entonces lo guió de vuelta a la cama. Se sentaron lado a lado, uno apretando con una mano el tenso cuello del otro.

–¿Mejor?

Dessmond solo sorbió su nariz. No sabía qué contestar, sinceramente.

–Te preguntaría sobre Max, pero...

–Cortó conmigo.

–¿Qué?

Cerró los ojos al sentir el dolor de decir la verdad con palabras. Tragó saliva, intentando tomar fuerzas.

Hola, JirafaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora