IV

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Despertó pasado las 11pm, con un horrible dolor de cabeza por haber llorado tanto, algunos recuerdos llegaron a su cabeza, pero enseguida los quito, se levantó y sentía su cuerpo más pesado de lo usual, al llegar a la cocina vio unas galletas sobre la isla de la cocina, puestas ordenadamente en un plato, agradeció internamente a Lucía, busco entre los estantes hasta que encontró el café, con su taza humeante de fue a sentar.

Después de haber comido una galleta y la mitad de su café, Samantha fue a sentarse en el sofá, encendió la televisión aún que ni siquiera le presto atención, junta a ella una mesilla en donde reposaba un florero y un teléfono fijo.

Samantha no dejaba de pensar en la propuesta de el Señor Miller, en un momento su cabeza quedó en blanco, corrió escaleras arriba, fue a su habitación, tomó la tarjeta y bajó, marcó el número con desesperación.

Un pitido.

Dos pitidos.

– ¿Diga?

Señor Miller– murmuró muy queda Samantha.

eras tú, porque no me llamaste desde tu telef....

acepto, Señor Miller

Hubo una breve pausa, ninguno de los dos habló, Samantha tenía la respiración agitada.

hoy a las 3pm– dijo al fin– vendrás a mi casa– murmuró con autoridad– hay algunas cosas que tenemos que hablar.

esta bien.

mi chófer pasará a recogerte, 2.30pm, no lo hagas esperar– y colgó.

El corazón de Samantha galopa a en su pecho, y sin saber porqué, sonrió.

                                 ~~~
Eran las 1. 28pm y Samantha aún seguía sentada en el sofá, con la cabeza entre sus manos, reflexionando lo que había hecho, no si estaba bien o mal, solo pensaba en lo que ocurriría de ahora en adelante. Cuando el reloj dio las 1.30pm, un leve pitido se escucho por el salón, hizo que reaccionará, y corrió al cuarto de baño.

El siguiente reto, Samantha estaba de pie en su habitación aun desordenada, pensando en que debía ponerse, que restaban exactamente 30 minutos.

Faldas. No, muy atrevido.

Vestidos. Lo mismo pero más formal.

Pantalón. Nada formal, pero cómodo.

Después de unos minutos de elección, de decidio por el último, tomo unos pantalones negros, polera de tiras del mismo color, chaqueta roja, junto con unos tacos del mismo color, se cepillo rápidamente el cabello, se maquilló como siempre lo hacía, de forma muy natural, los labios se los dejo tal cual, los miro un momento, eran iguales a los labios de su padre, siempre rojizos, incluso parecía que se los pintara, sonrió, encontró algo que le gustaba, porque le recordaba a su padre.

Se retocó un poco el maquillaje, ya que algunas lágrimas salieron sin permiso, tocaron el timbre y ella rápidamente salió de su habitación, cogio su bolso que estaba en el sofá y abrió la puerta.

buenos días señorita Samantha– habló cordialmente el hombre, con un lustroso traje negro, cuando sus miradas se encontraron la chica abrió sus ojos con sorpresa– ¿?

yo– mencionó Samantha– que sorpresa verte de nuevo– en realidad a la chica no le importaba, solo lo vio una vez, en la parada de buces.

si yo– menciono nervioso– yo seré su chófer– aclaró– mi nombre es Mark Collins, acompañeme al auto por favor.

Samantha bajo un poco sorprendida del cambio drástico en la voz de Mark, pero camino directo al auto, el chico le abrió la puerta cordialmente y ella agradeció con una sonrisa.

La Sumisa  {2019} [bdsm] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora