Bajo tinta roja

18. Heladería.

Narra Amelie

Me duele bastante que se hay ido Byron, desapareció un día, de la nada, sin decir nada, dejándome completamente sola y al parecer me había afectado un poco, ya no había nada que hacer, y durante este mes, me he sentido bastante aburrida.

Para mejorar mis ánimos, asistí a una heladería muy buena que está hace unos meses, mi favorito era el de sabor Naranja con Sirope. Y a mi lado se sentó un chico cabello verde, nunca lo había visto, pero mantuvimos distancia, parecía que tenía un poco de estrés, y miraba a su helado cada tanto mientras se derretía.

—¿Te vas a comer eso?—Dije apuntando con mi cuchara para en un futuro incierto, sacar un poco.

Me miró extrañado—Claro que si, ¿Te crees la gran cosa golosa?—Me sacó la lengua molesto.

—Perdón, no quería molestar—Me gire para no seguir molestando.

—Tch, con guarras como tú—Dijo tomando su cola de caballo por detrás.

Me giré ya algo ofendida—¿Guarra dices? ¿Y que eres tú? ¿Helado de Pistacho? JA, menuda molestia.

—No es helado de pistacho, es de kiwi ¿Eres ciega? Venga, quizás si.

—Asco— Termine lo último de helaos y me fui ofendida.

¿Y este fresco quien se cree?

Me fui al parque de la zona y me senté en un banquillo, y escribí un mensaje para Byron, le escribía todos los días, como si de mi novio se tratase, pero sabes que eso tal vez nunca pase, ahora que ya no está.

Mmh, hola.

¿Estás ahí? Bueno, no importa, estés o estés no contestarás, quizás que te haya pasado, estuve indagando y ni los chicos del Inazuma saben de ti, te extraño.

¿Que estuve haciendo hoy? Pues nada, recién me acabo de liar con un tipo. Ojalá veas esto, te extraño.

¿Cuando lo leerá? Lo deseo con todas mis fuerzas, que al menos vea la notificación.

—¿Como una chica tan desagradable como tú puede tener novio?— Me asusté y mire hacia atrás, era el estúpido de la heladería.

—Ah, eres tú—Dije secamente.

—Vaya, y que no lo niega.

—Son asuntos míos, estropajo—Mire hacia un punto perdidamente.

—Llámame Greenway.

—Menudo nombre, Green.

—Ahg, es mi apellido inútil.

—A mí llámame Amelie.

Se sentó a mi lado, como si nos hubiéramos conocido desde hace tiempo.

Me miró algo serio como si me estuviera juzgando—Bien, tu alma parece limpia. Me agradas, eres dulce en el fondo.

Mencionó cual robot futurista.