13. Locura amistosa.

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Hoy fue un día extraño, como todos, ¡Ja!

No puedo parar de sonrojarme, al escribir me llego a tapar la boca con la otra mano, lo que es un reflejo extraño.

Hemos encontrado pruebas al fin, alguien si está en contra de Amelie, nadie sabe quien, pero hemos en contrato una bala de plata enterrada en la pared, y decía "Nadie te necesita perra", al instante se puso a llorar. Me dio mucha pena. Ver a ese ángel llorar con angustia tapándose los ojos. No es que se vea linda, ósea, seamos reales, ¿A quien mierda le gusta una persona toda moqueada y con los ojos rojos? A algún Fetichista, puede ser. Pero en ella se ve tierno.

Me había quedado inmóvil pensando en eso, me vi con la cara de idiota por un rato. Pero estar con ella hace que el "sentir" se haga...Libre, como si no hubiera barreras. Pero hoy no, había sufrido tanto, por ella. Hoy si me daré el valor.

Saque mis alas, y salte hacia ella dándole un beso y abrazándole, tirándole a la cama...Ja, ¡Como si esas cosas pasaran! En realidad salte hacia ella y caímos al vacío, y volé.

Quise llevarla al lugar más alto del Raimon, la torre Raimon, donde hay unas barandillas donde nos podíamos sentar perfectamente.

— ¿Por que hiciste eso?—Me miro con extrañeza mientras miraba el hermoso atardecer.

Me ruborice. Dije que lo haría pero ya me he arrepentido.

— Como Dioses no nos gusta ver a los ciudadanos tristes. — Reí mientras mentía.

— Eres loco.

— Hablando de eso, ¿Como soy?. — Me puse serio.

Me miro extrañada, pero tomo un suspiro. — Eres Byron Love, un chico, fuerte, serio, frío, pero, a pesar de todo eres una gran compañía, Love.

Oh mierda, ¿Dijo amor? ¿O dijo mi apellido? No lo se, pero me puse rojo y me he arqueado hacia atrás cayendo. Estuve embobado, y mis alas no reaccionaban, hasta que me desplome en la tierra.

— ¡Byron! ¡¿Estas bien?! Diablos...¿Ahora como bajo de aquí? — Miro hacia su alrededor y vio una escalera, empezó a descender.

— Estoy bien, no te preocupes, Frank. — Me levante, con secuelas.

— ¿Seguro?.

— Siiiiiii.— Me hice el desplomado y caí encima de ella abrazándola.

— ¡Hey! ¡Byron! ¡Hello! ¡Estoy aquí!. — Trato de sostenerme con sus manos.

«Fue uno de los días más felices de mi vida»

Me ruborice, y la abracé más fuerte, huele su cabello a limón dulce, me agrada.

— Te amo. — Susurre muy bajo.

— Por fin a alguien le importo en serio.

Uno de los mejores días de mi vida.

Bajo tinta roja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora