Bajo tinta roja

12. Libertad.

Hoy fue un día exitoso, recuerdo todo, desde hace unas cuantas escrituras, cambié, creo que demasiado.

Hoy ayude a Amelie, me contó que lo de Tsunami había sido todo un mal entendido, que el la había forzado, y ella no sabía el por qué, pero de todas formas no importa.

Hoy fue un día central, en encontrar cosas sobre la desaparición de su madre, nos adentramos a su departamento, en especial al cuarto de su madre, ella no había movido nada, su padre trabajaba en el extranjero, ella vivía solo con las personas que ya no se veían, había dejado todo como estaba y había ido a dormir extrañamente a la casa de Mark, lo conocía, lo que era extraño. Vimos una ventana abierta, y sangre en el suelo, los policías se habían llevado una muestra para saber de quien pertenecía, la cama estaba abierta, y no había nada más que eso, Amelie se asomo de la ventana, una fuerte brisa vino, y la hizo caer.

—¡Oh Diablos, Amelie!.—Grite un poco más despierto.

Me asome rápidamente  a la ventana, y la veía caer, y como la gente gritaba por debajo. Era el momento, además, se escuchaban unos disparos, que no se donde provenían, me lanxe hacia el vacío, dejando a la luz mis alas, que me hacían un inmortal, trate de bajar con velocidad, el viento me chocaba en la cara y la angustia era más, Le tome de la mano, y la tome estilo princesa, por que además quería llamarle la atención, y la subí suavemente.

—¡Casi te matas!

—¿¡Como haz hecho eso!?—Pregunto con falta de aire.

—Soy un Dios.

Ella se río, pero ya no había importancia, aunque no lo crean, fue una lucha más rápida de lo que escribí, pero es algo para recordar, inmemorable.

—¿Sentiste los disparos?—Pregunté algo nervioso.

—No.

—Amelie, alguien está contra ti.