Sarah
Escucho con toda claridad los gritos provenientes del pasillo. Paseo la mirada por el vestidor. En la pared más alejada está apoyado Dimitri Petrov, mi padrastro y entrenador. Su rostro denota una mezcla entre preocupación y rabia. Lo entendía porque sentía lo mismo instalado dentro de mi pecho. Sentada a mi lado se encuentra Carolina Smirnov mi preparadora física.
Todos estamos aquí con nuestra mejor cara para un funeral, porque hoy se sepultaba algo, mi carrera como patinadora profesional.
—¡Señor Petrov, coméntenos el estado de su hija!
—¡Señor Petrov, unas palabras para la afición! ¿Veremos a Sarah en la siguiente temporada?
Todas esas estupideces hacen este momento aún más difícil. No necesito que un médico me lo diga, el extraño ángulo en el que se encuentra mi rodilla sé que no volverá a ser la misma, sin importar cuánta rehabilitación haga. Y una rodilla lastimada era el final para un competidor.
Carolina se vuelve a mi y toma una de mis manos. Ella las envuelve y su calidez me da de lleno. No dice nada, pero en este momento no hay palabras para expresar lo que sentimos. Ha estado a mi lado desde que a los seis años la perseguí por todo el complejo deportivo para que me enseñe a patinar. Ella fue mi primera maestra, es la que me enseñó a cuando caía debía levantarme con más fuerza, la que con paciencia logró que una niña sin gracia pudiera llegar al podio del Grand Prix.
Dimitri por su parte había sido los últimos siete años mi entrenador, me enseñó con mano firme lo dura que puede llegar a ser esta profesión, pero al mismo tiempo me apoyó incondicionalmente con el amor de un padre.
No había nada que ninguno de ellos pudiera decir para poder unir mi destrozado corazón. Veía mi rodilla, que ahora estaba amortiguada por la anestesia que colocó Carolina momentos antes, y no soy capaz de contener las lágrimas. Mi vida estaba acabada. Todo se había acabado.
***
Me estiro para poder alcanzar mi celular en mi mesa de noche.
Hace dos días me dieron el alta del hospital. Al parecer la lesión no es tan grave cómo la imaginamos, pero no quiere decir que podía volver a patinar en un futuro cercano. Hasta ahora el médico estimaba que necesitaría descanso y rehabilitación durante unos seis meses, de inicio, dependía mucho de mi evolución y que no tuviera ninguna complicación. Pero Seis meses se traducían en dos temporadas perdidas.
Suspiro resignada. Me coloco los audífonos y llamo a mi mejor amigo en todo el mundo.
Timbra un par de veces antes de que lo coja.
—Hey guapa, ¿cómo estás?
Dice Athan con su voz galante.
—Ni tan bien, ni tan guapa.
—Vaya... —Su voz cambia por completo al escucharme—. No suenas muy bien. ¿Qué ha pasado?
—Es que...—Mi voz se quiebra antes de que pueda decir nada.
No me sorprende que no sepa lo que sucede, él tiene muchas cosas de las que ocuparse. Eso no me molesta porque lo comprendo. Pero sé que puedo contar con él cuándo lo necesite.
—¿Qué sucede? —pregunta preocupado.
Trato de calmar los sollozos antes de poder hablar.
—Me... me lesioné.
ESTÁS LEYENDO
SAGA LUX II | El amor de Neo
RomanceAdorable, encantador y tierno. Es la mejor forma de describir a Neo Lux. Es un hombre vivaz y sensible, capaz de hacer lo que sea por los que ama, pero la vida le tenía preparada la mayor de las pruebas. Nunca penso que la vida fuera fácil, pero no...