Capítulo 1

6.7K 605 62
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Abril, 2003

—¿Por qué Neo está llorando esta vez? —refunfuñó Apolo pellizcándose el monte de la nariz.

—No lo sé —respondió Basha encogiéndose de hombros—. Ha llegado así de la escuela. Es lo que dijo la niñera.

Apolo se acuclilló hasta quedar a la altura del pequeño moreno de rulos desordenados. Por un momento lo miró, como si de esa manera lograría entender el porqué de su llanto. Suspiró y con delicadeza retiro sus pequeñas manos de su rostro y ladeo su cabeza para verlo mejor. Con sus ojos brillantes por las lágrimas y la nariz enrojecida, su mirada se posó en su hermano.

—¿Qué es lo que sucede, enano? ¿Te duele algo?

El pequeño negó con la cabeza y sus sollozos se hicieron más fuertes.

—Esf que Nicolef me dijo que eraf feo.

Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas incontenibles. Apolo por su parte paso una de sus manos por su rostro tratando de no reír. Era la cuarta niña de lo que iba del año escolar. Por alguna razón su hermanito pequeño tenía una facilidad innata para enamorarse y cada vez que su pequeño corazoncito se rompía se creaba un pequeño drama al respecto.

—Venga vamos, yo sé la mejor forma de curar ese corazoncito roto —dijo Apolo cargándolo y secando sus lágrimas con el brazo que tenía libre—. Está tarde, tú, Basha y yo nos vamos a ir a comer un helado. ¿Te gusta la idea, enano?

El niño olvidando por completo el mal que lo aquejaba sonrío abiertamente mientras asentía con la cabeza. Los tres hermanos caminaron hacía la puerta decididos a conseguir una gran porción de helado.

—Lo sobreproteges demasiado, Pol —comentó Basha a Apolo mientras esperaban a que Neo se decidiera por un sabor de helado.

Apolo se encogió de hombros y volvió su mirada al pequeño.

—Es mi niño consentido, es imposible que no lo haga.

—Llegará un momento en el que no puedas hacerlo, y estoy seguro que te volverás loco.

Junio, 2007

—¡Feliz cumpleaños! —exclamó Dray llevando en sus manos un pastel de cumpleaños.

En coro los hermanos comenzaron a entonar la canción de cumpleaños para Neo, este se sentía feliz de poder pasar este momento junto con ellos y su padre. Su madre estaba trabajando como siempre, sin embargo, considerando la reciente separación con su, ahora exesposo, la situación se hubiera tornado incomoda.

Uno a uno sus hermanos se acercaron a él y le entregaron el presente que habían preparado para ese día. Los mellizos le regalaron un nuevo libro de partituras, era uno que había querido desde hace mucho tiempo, los gemelos por su parte, le dieron una bolsa de bromas, de esas que contienen todo para que le arruines el día a alguien; Athan quien apenas era casi dos años mayor que él, le regalo la playera de su cantante favorita. Por último, pero no menos importante estaba su hermano mayor Apolo, al final de todos con sus manos en la espalda ocultando lo su sorpresa.

Apolo había pasado meses pensando en el regalo del más pequeño de la casa, a pesar de que tenía más cosas en la cabeza en esos días, no podía dejar pasar así el cumpleaños de su hermano. Este se acercó con cuidado de no revelar antes lo que traía.

El pequeño Neo movía su cabeza a cada lado intentando en vano ver que traía a sus espaldas. Apolo rio al ver como la curiosidad del pequeño crecía conforme se acercaba.

—¿Qué traes ahí? —preguntó el pequeño sin desistir en su empeño de descubrir la sorpresa.

—¿Por qué no lo adivinas, enano? —lo desafió su hermano con una sonrisa ladeada, encantado de hacer sufrir unos momentos más.

—¡No! Porque no lo voy a descubrir y lo quiero ver ya.

Su respuesta provoca la risa de todos. Apolo acorta el pequeño espacio que quedaba entre ambos y con gran destreza revela la jaula que estaba ocultando en su espalda.

Los ojos de Neo se abrieron como platos al acercarse y ver al pequeño animalito con púas que asomaba su cabeza con curiosidad.

—Es... es... un puercoespín —tartamudeo sin poder creérselo, con recelo se acercó a la jaula para observarlo más de cerca—. ¿Es para mí?

—Para quién más sino, enano. Eres el único cumpliendo años aquí.

—¡Sí! —gritó y levanto su puño al cielo. Tomó la jaula tan rápido como pudo y se sentó en el suelo para poder apreciar al animalito más de cerca.

—¿Cómo lo llamarás?

—Timothy —respondió con convicción.

—¿Timothy? ¿Por qué Timothy?

—No sé, míralo. —Saca al animalito de la jaula y lo extiende hacia Apolo—. Tiene cara de Timothy.

Enero, 2011

—Hay que formar una banda —exclamó Neo, los ojos de sus hermanos se pusieron sobre él. Lo había pensado durante mucho tiempo, la música siempre había sido parte esencial de sus vidas.

—Has perdido la cabeza, enano —comentó Basha desde el otro lado de la habitación.

—¿Por qué no? Suena divertido —añadió Thanos chocando la mano con su gemelo—, cuenta con nosotros, renacuajo.

—Yo paso, igual debo volver a Seattle en dos semanas —informó Nix encogiéndose de hombros.

—¿Y tú, Apolo? ¿Qué opinas? —inquirió Athan interesado en la opinión del mayor de los hermanos.

—Pues no sé, me gusta la idea. —dicho esto regresó la vista al libro que tenía en sus manos.

—¡Oh, sí! —exclamó Neo con los puños al aire.

—Si Apolo lo apoya, y la mayoría de nosotros está dentro, todos estamos dentro —decretó Basha rodando los ojos.

—Neo... —comienza Athan, captando la atención de su hermano y de uno que otro curioso—. Esto no tendrá que ver con Chen y su gusto con las bandas ¿verdad?

La cara de Neo comienza a encenderse de un rojo carmesí. Sarah Chen era la dueña de sus suspiros, de cabello largo negro, de un perfecto lacio; la mezcla en sus facciones entre asiática y latina, eran simplemente increíbles, divertida, sociable, inteligente, era todo lo que soñaba en una chica. Pero en su platónico mundo había algunos problemas, el primero era la mejor amiga de Athan, iban de arriba abajo juntos; lo segundo y lo obvio era mayor que él, por lo que, quedaba automáticamente eliminado a sus ojos. Y por último sabía que sus hermanos no lo dejarían vivir en paz.

—No... no, no tiene nada que ver.

—Claro, enano. Nunca tiene nada que ver —suelta Apolo sin levantar la vista de su libro.

—Idiotas —murmura Neo por lo bajo.

—¿Qué dijiste? —pregunta Apolo serio.

—Nada —responde de inmediato.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
SAGA LUX II | El amor de NeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora