El rubio levantó la mirada y clavó sus ojos verdes en los celestes del chico que tenía debajo suyo.
—¿Me amas? —una pequeña sonrisa comenzaba a asomarse en sus labios mientras Ashton acariciaba su espalda con ambas manos moviéndolas de arriba a abajo.
—Bueno, eso es lo que creo, es lo que siento, sabes —tragó saliva mientras lo miraba—. Aún estoy tratando de entender todo esto y qué me sucede —suspiró—. Es la primera vez que estoy con un hombre, no sé, para mí el hecho de haber tenido pensamientos algo homofóbicos y de repente descubrir que quizá siento atracción hacia un hombre no es algo muy fácil de sobrellevar, sabes, mi padre me mataría si se enterara, creo que para él fue demasiado que siguiera una carrera relacionada al arte, esto podría infartarlo.
—Entiendo —volvió a apoyar su cabeza en su pecho sintiendo los latidos de su corazón.
—De todas formas, ¿estarías dispuesto ayudarme con todo esto? Es nuevo para mí y sé que tú llevas más tiempo en esto, bueno, ya sabes —habló algo nervioso y sintió la mirada de Zed clavada en él.
—¿Sabías que cuando te pones nervioso te ves demasiado tierno? —se acercó a él y lo besó con lentitud y suavidad mientras acariciaba su mejilla con una de sus manos—. Voy a ayudarte en todo lo que pueda —rozó sus narices y después besó sus labios lentamente mientras sentía sus manos en su cintura acariciándolo—. ¿No tienes hambre? Yo siempre tengo hambre después de tener sexo —se intentó alejar un poco pero sintió a Ashton tirar de él para besar sus labios de nuevo.
—Ahora sí, vamos a comer algo —se paró junto a él y se colocó un bóxer viendo cómo Zed también hacía lo mismo.
—¡Dios! Me duele todo —se quejó mientras caminaba extraño—. Nunca me habían metido un pene tan grande como el tuyo —salió de la habitación junto a él mientras lo oía reír un poco.
—Oh, lo siento —tiró de él mientras lo miraba fijamente—. ¿Quieres que te ayude? —preguntó besando sus labios cortamente.
—Sí, por favor, mi culo quema —hizo un puchero y vio al castaño cargarlo en su espalda y caminando con él hacia la cocina.
—Listo —lo bajó al entrar en la cocina y lo miró con una sonrisa—. Ahora, ¿qué tienes para comer, Zed?
—Déjame ver —caminó hasta el refrigerador—. Tengo pizza de ayer —lo miró—. Tranquilo, solo hay que celentarla y ya está, la podemos comer, está bien, no tiene nada malo, el estar en el refrigerador permite que se conserve.
—Bien, entonces a calentar la pizza se ha dicho —se acercó a él para sacar la pizza del refrigerador y colocarla en el microondas para calentarla.
—Entonces, Ashton, ¿vas a etiquetarte? —preguntó sentándose en la mesada con las piernas colgando y mirándolo desde su lugar.
—¿Etiquetarme? —alzó una ceja mientras lo miraba confundido.
—Bueno, algunas personas deciden etiquetarse en base a su sexualidad, yo, por ejemplo, me he etiquetado abiertamente como homosexual —se encogió de hombros—. Porque lo soy, lo sé y porque en toda mi vida solo he sentido atracción hacia hombre, nada más.
—Oh, ya veo —se acercó a él y se colocó en el hueco que dejaban sus piernas—. Bueno —lo miró pensativo y colocó sus manos en la cintura del rubio y sintiendo como éste último colocaba sus brazos en su cuello y lo acercaba a él—, supongo que etiquetarme me ayudaría a definirme bien y comenzar a estar seguro de lo que soy y comenzar a aceptarlo —se encogió de hombros.
—Solo si quieres, no es como si debas hacerlo, a algunas personas no les gustan las etiquetas, a mí, por mi parte, me gustan porque me gusta definirme y formar parte de algo —le sonrió.