¿Se podía ser más estúpido que Zed en la vida? Bueno, si creen que sí, deberían plantear la pregunta en su cabeza miles de veces más hasta entender que no, definitivamente, él tenía el premio al mayor estúpido en todo el maldito mundo, así era.
Por alguna razón del mundo, había contactado a su padre y ahora se encontraba ahí, en su casa, con la invitación a la cena del consejo de abogados o quién sabe qué. Sí, creía que su padre iba a invitarlo a él, justamente a él, Zed, su hijo, a quien más odiaba y de quien más se avergonzaba.
—Adelante, Zedekiah —su padre se encontraba en su escritorio en frente de la puerta de entrada en su despacho.
—Oh, hola, papá —se aclaró la garganta-. Joseph —se corrigió.
—Es sorprendente el verte aquí, encontrarte entrando a mi escritorio, ¿siquiera sabías de este lugar existente en esta casa? —alzó la vista de sus papeles y lo miró con una ceja levantada.
—Lo siento, no debí venir —se dio la vuelta decidido a irse, pero la voz de su padre lo detuvo, sorprendentemente.
—No, sí debiste —se quitó los lentes para colocarlos sobre los papeles y pararse de su lugar—. Quería hablar contigo, hijo —acababa de llamarlo hijo, algo definitivamente grave sucedía—. Es bueno verte aquí —comenzó a acercarse a él mientras miraba las cosas a su alrededor—. Me siento realmente apenado, en exceso, si debo decirlo de alguna forma —se detuvo frente a un portarretrato que Zed no pudo observar ya que su padre lo tapaba_. Es algo tarde, lo sé, unos veinticuatro años tarde, pero aún así, te mereces oírlo de mí, más que nunca, de hecho —se corrió y Zed pudo ver la foto en el portarretrato, era una foto de él—. Nunca he sido un padre ejemplar, no me he comportado como el padre que necesitaste en tu vida y no he hecho más que criticarte y menospreciarte, a ti y a todo lo que haces. No quiero justificarme, el daño emocional y psicológico que eso debió causarte ha de ser extremadamente grande como para poder hacer algo al respecto en estos momentos, no busco excusas ni nada para quedar bien contigo —se giró y clavó sus celestes ojos en él—. Pero planeo decirte la razón de mi actuar, porque te lo mereces, mereces saber por qué fui contigo de la forma en que fui toda la vida —hizo una pausa y tomó asiento en uno de los sillones señalando a su lado para que su hijo pudiera colocarse junto a él—. Desde pequeño, mi padre, tu abuelo, me exigía grandes cosas, sabes que mi hermano, tu tío, siempre fue un hijo ejemplar y un modelo a seguir, bueno, mi padre al enterarse de que mi madre tenía aventura con uno de sus mejores amigos, descubrió también que mi hermano, no era su hijo, eso le enfureció en extremo, estaba tan molesto que no podía ver otra cosa que no fuera a su mejor amigo con mi madre. En algún momento, cayó en cuenta de que el que no era su hijo de sangre, era el más admirable de sus herederos, se sintió decepcionado, destrozado e inútil, sobre todo sintió eso de mí, porque yo no era como mi hermano. Las exigencias comenzaron a tal punto de hacerme odiar a mi hermano sin razón aparente, cuando él nunca había hecho nada más que vivir su vida, pero el odio que le tenía mi padre, me lo inculcó a mí. Muchas veces me sentí diferente, sentí tristeza, sentía furia, mi padre no era como los demás, y por una estúpida venganza me exigía más de lo que debería. Crecí, obtuve todo lo que cualquiera pudiera desear, hice lo mismo que mi padre, creí que en un futuro tú podrías lograr tanto como yo, tener lo que quisieras con solo pensarlo, desearlo, lo tendrías al alcance de tu mano y nada te haría falta, nunca en la vida, ya tendrías todo resuelto. Pero, con el pasar de los años, me di cuenta de algo, yo no tenía nada, Zedekiah. Tengo dinero, sí, tengo muchos lujos, también, tengo lo que quiero, pero no tengo lo más importante, lo que más debería de desear, a mi familia —lo miró apenado—. Primero perdí a tu madre y ahí me di cuenta de que a ti te había perdido hacía muchísimo tiempo. Lo que creí que sería lo mejor para ti, terminó por destruir nuestra relación. Es muy tarde pero creo que lo único que siento en este momento es orgullo, Zedekiah, por el hombre en el que te has convertido en la actualidad, porque conservas muy bien tus valores, porque estás acompañado de muy buenas personas, porque has sabido elegir a tus amistades, porque veo que aún eres tú y no has decidido cambiar, tienes tus ideales demasiado bien inculcados y eres firme, eres más de lo que yo esperaba, más de lo que yo logré ser en la vida y créeme, no podría estar más orgulloso de ser tu padre y de que seas mi hijo.