—Terminé —dijo saliendo del baño mientras tambaleaba un poco—. Uf, siento como si hubiera descargado también todo lo que bebí en la noche —se estiró.
—¿Tú te... o... tú...? No, no tienes que decirme —habló Ashton a su lado viéndolo caminar hacia la barra.
—Me masturbé, dios, no hables de ello como si tú nunca lo hubieras hecho —rodó los ojos al ver al castaño a su lado nervioso.
—Lo siento —se aclaró la garganta mientras miraba al rubio—. ¿Vas a continuar bebiendo? No deberías.
—Oh, vamos, ni mi madre era tan aguafiestas —bufó—. Voy a beber hasta caer inconsciente —puso su vaso frente a la chica que servía las bebidas ahí.
—Hola, lindo —ella se apoyó sobre sus codos y miró al rubio que tenía en frente y le sonrió mientras se mordía el labio inferior—. ¿Estás solo?
—No, no lo está —Ashton se sentó a su lado y después miró a la chica—. Dame un daiquiri, por favor —pidió.
La pelirroja lo miró algo mal y se alejó de ahí para prepararle su bebida.
—¿Por qué me espantas a mis pretendientes? —preguntó él molesto mientras bebía del vaso que la chica le acababa de dar.
—Por dos razones, una, eres gay —rodó los ojos—, y dos, estás ebrio, no permitiré que te acerques a nadie ni que nadie se acerque a ti, debo cuidarte ya que tú no puedes hacerlo por tu cuenta, ¿bien?
Recibió el daiquiri que le dio la chica que atendía la barra y comenzó a beberlo.
—Ahora el que se está embriagando eres tú —alzó ambas cejas mientras miraba en su dirección.
—No, realmente no, soy más fuerte e inmune a esta cosa de lo que tú lo eres —se encogió de hombros mientras pedía otro con una extraña seña.
—Lo que digas —rodó los ojos—. Ahora, si me lo permites, voy a ir a divertirme, sin ti —se paró de su lugar y se preparó para alejarse de él pero sintió cómo Ashton lo tomaba del brazo con algo de fuerza.
—Si veo algo fuera de lo normal, no esperes que no reaccione —advirtió—. No eres muy consciente de lo que haces ahora mismo.
—Lo sé, lo sé —se zafó de su agarre y se alejó un poco—. Pero no eres mi dueño así que no puedes prohibirme cosas o algo por el estilo, idiota.
Zed se dirigió a la pista y comenzó a bailar. Lo último que recordaba era haber bailado con varios chicos antes de ya no recordar qué más había sucedido esa noche.
(...)
Se estiró un poco mientras bostezaba y se sentaba en la cama. Miró a su alrededor, se encontraba en una habitación, pero, ¿la habitación de quién? Se miró a sí mismo y pudo notar que estaba completamente desnudo. Miró a su alrededor, había ropa en el suelo y la cama en la que se encontraba estaba destendida y con las sábanas totalmente desarregladas. Alzó una ceja hasta que no pudo evitar ver que a su lado había un chico desnudo y durmiendo boca abajo. Como acababa de despertar se le dificultaba un poco hacer uso de razón, luego se dio cuenta de quién era al ver los tatuajes que cubrían su cuerpo, su cabello estaba despeinado pero no podía ver su rostro. Su espalda era ancha y los músculos en sus brazos se marcaban demasiado, mierda.
—Mmm... —el chico a su lado comenzó a moverse en la cama con algo de incomodidad.
Giró la cabeza mientras pestañeaba un poco y después abrió los ojos encontrándose con Zed a su lado. Bostezó y lo miró fijamente.
—Oh, hola, Zed —se dio vuelta para quedar boca arriba y después se sentó—. ¿Qué estás haciendo en mi cama?
La mirada del rubio involuntariamente bajó a la entrepierna del castaño a su lado y no pudo evitar abrir los ojos con algo de asombro o sorpresa. El chico a su lado hizo lo mismo por un momento y después bostezó de nuevo. Aún no entendía que sucedía hasta que en su cabeza algo pareció acomodarse y se sobresaltó cayendo de la cama al suelo.