Capítulo 13: situación vergonzosa.

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A las ocho de la mañana del sábado, Danna se encaminaba al Shopping. Trabajaba de medio tiempo en una biblioteca privada con su tía.
Cuando abrió a las ocho treinta, ya había gente esperando frente a la puerta; entre ellos una pelinegra alta de aparentemente 18 o 19 años que atrajo su atención.
La chica era linda. Delgada, bien proporcionada con piel de porcelana, uñas pintadas de negro, tacones agujas negros, traje y chaqueta a juego, blusa blanca y una pañoleta turquesa. En su chaqueta llevaba un broche que rezaba la inscripción "Convención de Psicología Estrella Azul".
La Estrella Azul era un instituto de psicología muy prestigiosa, por lo que supuso que la muchacha debía ser una niña rica para asistir a una academia de ese nivel.
Luego de atender a los cinco primeros llegó el turno de la chica.
-Buenos días, vengo a devolver este libro. Lo retiré el sábado  de la semana pasada.- habló mientras colocaba sobre el mostrador una pesada enciclopedia de "Las manifestaciones del inconsciente".
-Muy Bien. Dígame sus datos.- Danna comprobó que la información dada fuera la correcta y luego le dio el comprobante de devolución. La voz de la joven era delicada y baja, como si fuera tímida, los ojos verdes tenían motas doradas lo que hacia imposible no fijarse en ellos.
Danna descubrió que no le gustaban los hombres luego de haber tenido tres noviazgo que no le duraron demasiado debido a que todos ellos solo querían sexo pero no era lo ella buscaba, sobre todo quería un compañero con el que hablar, salir y disfrutar; odiaba sentirse oprimida por lo que actualmente había perdido todo interés en las relaciones.
Danila Skrava estaba siguiendo la carrera de Licenciatura en Psicología. Todos los miembros de su familia estaban en algún área del sistema de salud; su padre era kinesiologo, su madre era bioquímica y extraccionista en el banco de sangre, su hermano estaba en la carrera de enfermería, y ella había optado por psicología.
Iba puntualmente todos los sábados a la biblioteca de la señora Gules, pero no por que de verdad lo necesitara, sino por que allí atendía Danna, una chica bajita de cabello rizado y ojos verdes esmeralda que le encantaban. Estaba casi obsesionada con ella, le parecía encantadora y hermosa.
Terminó su devolución y se retiro a una de las mesas a esperar que fuesen las diez, la hora que comenzaba su convención. Tomó una novela romántica y sentó en una mesa que le permitiera observar disimuladamente a la bibliotecaria. Ya llevaba yendo a la biblioteca más de cuatro meses, la primera vez que vio a Danna fue en una situación muy incomoda.
Ya eran más de las diez de la noche cuando Danila estaba regresando de casa de una compañera luego de acabar un trabajo práctico de su instituto, y uno de los de su grupo se había ofrecido a acompañarle hasta la parada de colectivos. Rechazó que su chofer la fuera a buscar precisamente por eso.
Brian le gustaba desde un par de semanas atrás, parecía amable y simpático pero en ese trayecto hasta la parada descubrió que en realidad era un idiota que se creía la última coca cola del desierto.
-vamos Danila, sé que te gusto, solo te estoy pidiendo un beso.- rogaba con una sonrisa de hombre irresistible. A Danila la asqueo de inmediato, esa era la clase de chicos que detestaba.
-Apenas te conozco ¿por que te besaria?- pregunto tratando de reprimir la repulsión que sentía.
-por que yo te lo pido ¿acaso no lo estás deseando?- le murmuró bajando el tono y acercándose más a ella. Una de sus manos se movió hasta su espalda comenzando a bajar hasta llegar a su trasero. Danila se sobresalto y se alejo solo logrando que el otro insistiese más con el contacto. La chica llevaba puestos unos shorts de Jean, zapatillas y una remera grande negra, nada que pudiese decirse provocativo.
-por favor, quita tus manos. No quiero tener que golpearte.- advirtió apretando con fuerzas sus puños.
-¿golpearme?- Brian bufó.  -ahora te haces la difícil. ¿crees que no te vi mirándome e insinuandote a mi?- sonaba furioso, como si fuese Danila laculpable de todo.
-oh... ¿crees que solo por mirarte ya querría revolcarse contigo en la cama?- una voz femenina a sus espaldas los interrumpió. -si yo fuese ella, solo te miraría para comparate con un simio.- soltó desdeñosa. Ambos se giraron para encontrarse con una chica bajita de ojos verdes y cabello rizado que miraba al chico con asco.
-¿quien carajos te ha dado vela a ti en este entierro?- espetó agresivo.
-oh, nadie. Pero no puedo soportar a un patán que se cree hombre acosando a una adolescente.- el rubio entrecerró los ojos con ira, nunca lo habían tratado de acosador y menos de patán. ¿que se creía la muestra de pitufo esa?
-¡cállate pitufa, nadie te pidió opinión!- gritó furioso. -te enseñaré modales ¡a mi nadie me habla así,  y ella lo quería!- mintió descaradamente señalando a Danila.
-¡yo jamás te dije que quería algo y menos contigo imbécil!- se enfadó la señalada.
¿Pitufa? Los ojos de Danna destellaron con ira. Nadie le decía así,  ni siquiera su hermano, y menos un imbécil con complejo de cisne. Se creía un ave majestuosa y no llegaba ni a pato. El tipo era feo a rabiar.
No dijo una palabra, solo le encajó una patada en la entrepierna al pedazo de simio malformado. Este se sorprendió, y con una mueca y un quejido de dolor cayo de rodillas cubriéndose sus partes.
Danna miró a la chica y le señaló que su transporte había llegado, y antes de que pudiese agradecerselo ya se había girado hacia el camino contrario a su casa.
Luego de esa escena, Danila se había obsesionado con ella, y había logrado volver a verla en esa biblioteca cuando fue una vez con una de sus compañeras, y así fue como siguió yendo sin falta todos los sábados. Pero ella era muy tímida como para entablar una conversación con la chica.
Estaba perdida en sus pensamientos cuando una mano le tocó el hombro sacándola de su ensoñación.
-Señorita, son casi las diez.- ¡Rayos! Se distrajo tanto que olvidó la convención.
Levantó la vista y se encontró con esos ojos esmeralda que le fascinaban. Automáticamente su nerviosismo y timidez hicieron gala por su presencia.
-Gra-gracias.- tartamudeó incorporándose de golpe. Olvidó que su bolso estaba al lado, abierto y cayó al suelo derramado su contenido en el piso.
No solo había carpetas, apuntes y libros de estudio, sino que también habían mangas, mangas yaoi. Precisamente uno de ellos cayó de forma tal que quedo abierto en una escena hard. Danna abrió los ojos como platos cuando vio su contenido y Danila deseó que la tierra se la tragarse en ese mismo instante. Tomó todas sus cosas con prisa y salió corriendo con la cara roja por la vergüenza, sin darle tiempo a la bajita de decir nada.
Por su parte, Danna estaba que explotará de alegría. ¡Había encontrado a otra fujoshi como ella! Era el día más feliz de su vida, y lo mejor es que la chica era extremadamente linda. Rogaba poder verla de nuevo.

¡No soy una chica, Imbécil!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora