Capítulo 42: Cautiverio día I

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Los nervios de Danna ya se habían calmado algo, estaba más tranquila y comenzó a pensar en su situación con más calma. No sabía el nombre de su secuestrador, su edad o algún dato relevante pero hasta el momento no había mostrado intenciones de dañarla; la alimentaba, le permitía ir al baño y asearse sin inconvenientes pero aún la mantenía encerrada en la habitación por lo que la chica no había visto ninguna oportunidad para intentar huír. Se había mostrado tranquila aún cuando su mente estaba totalmente inquieta. 

Las primeras 12 horas de su cautiverio, había estado atada todo el tiempo, incluso cuando la dejaba ir al baño lo que resultaba sumamente incómodo para ella pero de alguna manera se las había arreglado. En esos momentos agradeció el haber elegido un pantalón fácil de quitar y colocarse de lo contrario hubiese estado en serios problemas. La mordaza de su boca era quitada solo cuando él le daba de comer ya que no se arriesgaba a liberar sus manos. Danna intentó recabar información del lugar en el que estaba pero fue inútil ¡la habitación no tenía una maldita rendija que permitiera ver el exterior! y el rosa chillón de las paredes no ayudaba a su humor ¡¿A quién diablos se le ocurría utilizar un color tan horrible para pintar un dormitorio?! ¡incluso las sábanas y el edredón era de ese maldito horroroso color! Instaba a su deseo de prender fuego a todo el lugar ¡estúpido psicópata! ¡al menos hubiese averiguado antes cuál era su color favorito!

-Danna ¿Qué te apetecería comer hoy?- preguntó amablemente el hombre cuando entró a la habitación. En todo momento la trató con la misma amabilidad preguntándole que deseaba comer o beber o si quería ir al baño. Solo le recordaba que mientras ella se portara bien, el trato sería el mismo y no la dañaría. Danna no se arriesgaba a que eso cambiara por lo que respondía como si todo estuviese bien y la situación fuese la más normal del mundo. Ya estaba lo suficientemente agradecida de que le hubiese quitado las esposas y la mordaza.

-Pizzas estaría bien.- respondió Danna con una tensa sonrisa.

-Bien, te lo traeré.- ya se marchaba cuando pareció recordar algo y se giró. -Por cierto... Te he dejado ropa limpia y nueva en tu closet, imaginé que no te gustaría estar mucho tiempo con la misma ropa sobre todo ahora que empieza a hacer calor.-

-mmm... Gracias.- Danna esperó a que se marchara y se abalanzó sobre la puerta para sigilosamente comprobar si estaba llaveada; y efectivamente le había echado la llave. Danna se lamentó en silencio y resignada se dirigió hacia el ropero. En cuanto vio lo que había dentro quiso arrancarse los ojos y que a su secuestrador lo atropellara un camión ¡toda la ropa era rosa! ¡y de todos los tonos ! Había blusas, vestidos, jeans, faldas, camisas, shorts ¡e incluso ropa interior! Espera... ¿Por qué la ropa interior era de niña con unicornios y diseños infantiles?¿¿¿Acaso el tipo tenía un fetiche o era un pedófilo??? lo peor era que había acertado en su talla ¿Qué mierda buscaba ese tío? ¿Querría venderla? ¿Tráfico de órganos o de personas? aaaahhhh... suspiró con tristeza, unos inmensos deseos de llorar se apoderaron de ella ¡quería ver a Danila, a Seth, a Troy, a su madre, quería verlos a todos! La incertidumbre de no saber que le ocurriría o que pretendía ese tipo con su secuestro la estaba llevando al límite.

Resignada y decidida a no mostrar más debilidad de la que ya había mostrado se puso unos pantalones de jeans ajustados y una remera grande, nada que pudiese considerarse provocativo ¡A saber que haría ese tipo si utilizaba algo revelador! Se ató el cabello de la forma más descuidada posible, con el deseo interno de que le resultase lo menos atractiva posible. No pasó mucho antes de que el hombre volviera y golpeara la puerta preguntándole si había acabado de cambiarse. Danna contestó que sí y el hombre entró con una bandeja de pizza ya cortada en las manos junto a un vaso de zumo de naranja.

Danna miró el vaso y la comida con recelo ¿no le habría puesto nada o sí?

-¿Qué pasa cariño? ¿Esto no es de tu agrado? Si no te gusta, papá te traerá algo más.- ¿Papá? Danna se quedó de piedra ¿El tío creía que ella era su hija? Entonces comenzó a atar cabos y a sacar conclusiones ¡era un trastorno mental donde él percibía que ella era su hija! Tal vez ella tenía un parecido físico con la hija real de ese hombre lo que despertó una parte de su inconsciente que había sido suprimida antes y afloraba cuando veía algún rasgo específico que le recordara a la otra muchacha. Habiendo pasado tanto tiempo estudiando con la profesora de psiquiatría, tenía noción de lo delicado que era tratar con personas con trastornos mentales por lo que decidió apelar a sus conocimientos y confiar en que la niña había sido querida por su padre.

-No, no, esto está bien. Vamos a comer, tengo hambre.- contestó con una amable sonrisa que ocultaba la cautela detrás. Al parecer, ese gesto agradó enormemente al hombre que se apresuró a colocar la bandeja sobre la mesilla y a acercar una silla a la cama. Danna suspiró aliviada, no se había equivocado en su deducción. Fingiría ser su hija hasta que tuviese la oportunidad de escapar ilesa, no confiaba en que la encontraran pronto por lo que debía valerse por sí misma. Comieron en un agradable silencio por un rato hasta que el hombre le preguntó como le había ido en la escuela. -Me ha ido muy bien, ha sido tranquilo y he aprobado todos mis examenes.- y no era mentira, a Danna le había ido muy bien en la facultad.

-¡Eso es genial Lili! ¡Tu madre seguro estará muy feliz cuando lo sepa!- Exclamó el hombre con regocijo. ¡Muy bien, tenía un nuevo dato! Danna comenzó a tantear para obtener tanta información como pudiera.

-¿Cuando llegará mamá?- Preguntó expectante.

-Aún estará fuera por una semana más así que ayudará a papá con las cosas de casa mientras estoy en el trabajo hasta que ella vuelva. Si mal no recuerdo, tenía que ir a esa convención de literatura... ¿Donde había dicho que era?- se tocó la barbilla pensativamente por un momento -¡Ah! ¡ya recuerdo! ¡Era en Iguazú!- recordó de pronto. Danna lo pensó y luego un vago recuerdo comenzó a tomar forma en su mente... Convención de Literatura en Iguazú... La última convención de literatura que se había hecho allí había sido hace cinco años atrás, una a la que sus padres no habían podido ir cuestiones laborales... ¿Acaso ese hombre había quedado atrapado en el tiempo? ¿Podía ser que fuese la misma convención que ella recordaba? Había algo sobre esa convención que sabía era importante pero no lograba completar el recuerdo.


¡No soy una chica, Imbécil!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora