Capítulo 28: Comparte tu carga conmigo.

1.8K 213 12
                                    


El viaje hasta el cementerio donde sepultaron a sus padres duró menos de lo esperado. Sus pensamientos en ese momento estaban en caos, todos los sentimientos de culpa y remordimientos comenzaban a aflorar de su escondite embargando la mente de Seth. Cuando bajó del transporte, el sol brillaba con fuerza sin una sola nube a la vista. A paso lento se dirigió al cementerio que quedaba a 1 kilómetro de la parada. La entrada era llamativa, con enredaderas cubriendo los arcos y el cartel de "cementerio" casi tapado por ellas, al parecer no recibía muchas visitas.

Su reproductor seguía encendido, miró si recibió algún mensaje y vió que no había ni uno solo. Por una parte se sintió aliviado, pero por otra parte decepcionado; había esperado que Troy le escribiese o le llamase. Se consoló diciendo que no debía culpar al rubio ya que él mismo nunca se lo había dicho, es más, había actuado bastante distante con él rehusandose a dar más información de la debida. Caminó lento hasta hallar las lápidas de Margaret McNamara y Robert Euny ignorando la inscripción que allí tenía. Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y dejó que todo el dolor que había estado reprimiendo surgiera.

-Mamá, Papá... Lo he estado haciendo lo mejor que he podido. Camille parece feliz con su trabajo, y me alegro por ella, no quiero que sufra más por mi causa.- Su voz sonaba suave y casi quebrada. No quería llorar pero ya no podía resistirlo, lentamente la primer lágrima rodó por sus mejillas siendo seguidas por otras.- ¡Lo siento, de verdad, lo siento! ¡si no fuese por mí, estarían aquí con nosotros! yo... ¡Los extraño demasiado! ¡soy la peor persona del mundo! ¡he hecho sufrir demasiado a Camille, es la única persona que me queda!- Las palabras que había tratado de no decir, de borrar, brotaron sin poder detenerlas. Esas eran las emociones que había tratado desesperadamente de ocultar, pero desafortunadamente lo llevaba arraigado demasiado tiempo.

Los recuerdos comenzaron a llenarlo, provocándole aún más dolor. Se sentía como la peor persona sobre la tierra, estaba sucio, contaminado, maldito. Su profesor, el mismo que intentó abusar de él, le había dicho una vez: "Puedo ayudarte, sé que tu hermana trabaja duro para que puedas estudiar y tener una vida normal, entrégate a mí y yo prometo que ella ya no tendrá que trabajar más, ya no tendrá que sufrir más." Al principio aceptó, por Camille lo haría, ese hombre lo acariciaba y manoseaba de forma lasciva sin ningún control. Las primeras veces solo eran manoseos y caricias, pero luego ya avanzó a más tratando de forzarlo a que lo besara y que tocara sus genitales pero Seth no pudo hacerlo, se sintió asqueado, no podía hacerlo ni siquiera por Camille. Fue esa vez que se negó a que lo siguiera tocando cuando Danna los descubrió en la oficina del profesor; el rostro aterrorizado y al borde de las lágrimas de Seth fue suficiente para que ella notase que algo no estaba bien. Todo el lío se solucionó con el encarcelamiento de ese profesor que estaba obsesionado con el niño pelirrojo que parecía una niña, pero ya era tarde, las dudas en la mente de Seth ya habían sido plantadas.

¡Falló, le falló a Camille y le falló a sus padres! Si no hubiese tenido miedo de lo que estaba a punto de pasar, Camille no hubiese seguido sufriendo y esforzándose tanto como lo hizo. Se odiaba por ello, era detestable, era un pequeño sacrificio comparado con lo que su hermana había pasado. Sabía que no era correcto, pero lo valía. Nunca le había dicho nada de eso a nadie, y pensaba seguir de esa manera, cargando con todo solo, no necesitaba preocupar a Camille más de lo que ya lo había hecho. Sentía que era deplorable, sucio, contaminado por pensar así pero no pudo ayudarla cuando debía, había fallado de la peor manera.

Fueron muchas veces de acoso, no solo de parte de su profesor, incluso sus compañeros y sus parientes lo habían hecho ¿Por qué tuvo que nacer con una apariencia así? ¡Solo causaba problemas! A veces resultaba realmente difícil seguir manteniendo esa sonrisa delante de los demás, y decirle a Camille que todo estaba bien cuando en realidad no lo estaba, pero ella no se merecía sufrir más.

Así, sentado frente a la tumba de sus padres, permitió que todos los rencores, remordimientos, recuerdos y odio hacía sí mismo lo llenaran por completo, sacándolos a relucir para luego volver a enterrarlos en el fondo de su corazón y colocarse la máscara de falsa tranquilidad que siempre llevaba. Ese era el único momento donde podía dejar que todo el dolor que sentía saliera a flote en ese torrencial de lágrimas que no se detenía hasta que ya no le quedase nada. En cuanto llegase a casa, Camille lo abrazaría y él le respondería que estaba bien, que no se preocupase por él y que fuese feliz, que siempre la apoyaría en cualquier paso que quisiese dar. 

Pasó tres horas sentado a la sombra frente a esas dos lápidas que dieran inicio a su solitaria vida y a sus traumas y complejos. No se dió cuenta de que había alguien a unos metros detrás de sí observándolo con un gesto de dolor, como si verlo así fuese una tortura cruel. Los ojos dorados tenían sombras de tristeza como un velo cubriéndolos. Tenía la intención de seguir observándolo un poco más, pero ya no soportaba verlo llorar más por lo que se acercó con cuidado y arrodillándose detrás lo rodeo con sus brazos presionándolo fuerte contra sí, era la única forma de darle consuelo que podía utilizar en ese momento. No sabía que tantos demonios atormentaban al pelirrojo, pero sí sabía que quería ayudarlo con su carga, que si llorase fuese de alegría y no de tristeza o dolor, y que su sonrisa fuese genuina y no más una máscara que utilizaba frente a los demás.

Seth se sobresaltó al sentir unos fuertes brazos a su alrededor, pero reconoció enseguida ese delicioso aroma tan característico de Troy, se quedó estático ¡¿Cómo demonios supo donde estaba?! ¡¿y por qué rayos estaba allí?! ¡Era el peor momento posible en el que podía verlo, no estaba nada presentable! Sus ojos estaban rojos e hinchados junto a su nariz, tenía las mejillas húmedas y... ¡aún estaba sorbiéndose los mocos! La vergüenza se hizo presente al instante volviéndolo tan rojo como una remolacha.

-Tu... Tú... ¡No debería estar aquí!- tartamudeó cohibido. Troy solo lo apretó más fuerte.

-Si debería, no debería dejar solo a mi novio ¿o sí?- contradijo sonriendo contra su cuello. Los ojos de Seth se agrandaron ¡¿Novios?! ¡¿En qué momento acordaron que eran novios?! La mera mención de la palabra le produjo cosquillas en el estómago ya que no podía ponerse aún más rojo de lo que ya estaba. 

-No... Novios... ¡¿Cuando acordamos que seríamos novios?!- exclamó alarmado.

-En el momento en que permitiste que hiciera lo que quisiera ¿o no recuerdas lo que me dijiste en mi casa?- murmuró divertido. Seth olvidó todas sus penas y hasta los hipidos se detuvieron. Quiso aventarse contra una pared ¡No lo había dicho de forma literal! ¡¿por qué siempre le decía cosas de las que luego se arrepentía?! -Además, tu hermana ya me dió su permiso- añadió tranquilamente Troy, como si fuese lo más natural del mundo. Seth se volvió más rápido que un rayo ¿¿¿Camille le dió permiso??? ¿¿¿Cuándo fue que hablaron esos dos??? Iba a preguntar eso, pero no llegó a decir ni una sola palabra antes de que se apoderaron de sus labios. Era un beso de consolación demasiado intenso al que no tardó en responder. El último rastro de dignidad que le quedaba escapó por patitas a la calle cuando lanzó un gemido involuntario de placer. Troy sonrió encantado contra sus labios, deteniéndose. Seth enterró su rostro en el pecho de Seth para que no viera que estaba a punto de volver a llorar pero por la vergüenza. 

Estuvieron un largo momento abrazados hasta que Troy rompió el silencio diciendo:

-Seth... No sé por todo lo que has pasado, ni cuales son tus miedos pero... No tienes que cargar con todo tú sólo, puedes confiar en mí, prometo que no te haré daño y que estaré ahí para escucharte y consolarte; no te juzgaré ni te mentiré solo... ¡Comparte tu carga conmigo!- Seth se quedó en blanco, nunca se esperó oír algo así de su parte. Una sensación de paz y calidez subió por su estómago expandiéndose lentamente. Alzó la mirada hacía el hermoso rostro que lo observaba con aprehensión.

-Gracias- Susurró suavemente atrayendo ese rostro hacía sí y besandolo. Se separaron con la respiración entrecortada, Seth cohibido y Troy con una enorme sonrisa capaz de iluminar todo un departamento. 

-Suegro, suegra, prometo que cuidaré de su pequeño y que lo amaré de la misma forma que ustedes lo hicieron.-  habló dirigiéndose hacia las tumbas frente a la que estaban abrazados. Luego se levantó tomando la mano de un aturdido Seth que solo se dejó arrastrar por esa cálida mano que le ofrecía apoyo y consuelo hasta salir del cementerio dejando detrás una parte de su amargura.


¡No soy una chica, Imbécil!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora