A Karol Sevilla y Ruggero Pasquarelli les proponen hacer la película de Soy Luna. ¿Qué pasará cuándo se vuelvan a encontrar y les sea imposible hacer a un lado lo que sienten?
La historia detrás de una película, la historia detrás de ellos dos.
"CONTÉSTALE QUE SÍ, AUNQUE TE ESTÉS MURIENDO DE MIEDO, AUNQUE DESPUÉS TE ARREPIENTAS, PORQUE DE TODOS MODOS TE VAS A ARREPENTIR TODA LA VIDA SI LE CONTESTAS QUE NO"
<< 15 Julio 2019 >>
RUGGERO 🎸
3:00 a.m. y salgo del hotel para entrar a la mini-van que nos lleva a Verona. Hoy viajamos los productores, Ramón, Juan Pablo, Ana, Karol y yo. Todo el equipo técnico y de producción salió ayer para estar preparados cuando lleguemos.
—Ciao, buen día —los saludo a todos.
—Buen día —responden en coro.
—Sólo falta Karol y podemos irnos —dice Ana.
Me acomodo en mi asiento y volteo a mirar hacia el hotel y cuando las puertas del ascensor se abren aparece ella. Sonrío cuando la veo con un caminar pesado y lento por el lobby, tiene una pijama gris con estrellas blancas, las pantuflas del hotel, y una manta en sus hombros de algún animal que no alcanzo a distinguir.
Empiezo a reír en silencio al verla arrastrar su mochila. Cuando está más cerca, me doy cuenta que tiene los ojos casi cerrados y no para de bostezar por culpa del sueño. Despertar a Karol Sevilla antes de las 3:00 a.m. debería ser considerado un crimen.
—Buen día —dice con voz ronca cuando sube a la van —si se lo están preguntando sí me bañé... anoche —.
Karol recorre con sus ojos toda la van buscando un lugar donde sentarse y aunque quisiera que lo hiciera a mi lado sé que no lo va a hacer. Escoge un asiento individual y se acomoda como puede. Recuesta su silla y se cubre con la manta para seguir durmiendo, pero antes de cerrar los ojos gira su cabeza para mirarme y sonríe como reflejo a la expresión que he tenido desde que la vi.
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Abro los ojos una hora después de empezar el viaje y me doy cuenta que todos están dormidos. Miro a Karol y noto que no ha podido acomodarse del todo. Se remueve incomoda en su silla tratando de encontrar una posición que le permita seguir durmiendo pero no lo consigue. Se gira a la derecha, a la izquierda, cruza las piernas y las vuelve a poner en el suelo.
Después de dudarlo un par de veces, me acerco hasta ella y muevo su hombro con suavidad. Varias veces intento despertarla hasta que abre uno de sus ojos y me mira.
—Estás incómoda, ven —le hablo suave mientras la tomo de la mano y la llevo hasta la última fila de asientos que es completa y puede acostarse tranquilamente.
Karol me mira entre dormida y palmoteo varias veces mi pierna para que entienda. Sin dudarlo, recuesta su cabeza sobre mi canto y estira las piernas a lo largo de los asientos. La contemplo por algunos minutos con la poca luz que se filtra por la ventana y me doy cuenta que en poco tiempo vuelve a quedarse profundamente dormida y lentamente voy haciendo lo mismo.