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"TÚ ME LOGRASTE ENAMORAR, Y AUNQUE PODRÍA NEGARLO UNA Y MIL VECES. YO NO ME VOY A PERDONAR, SI POR NUNCA ADMITIRLO TÚ DESAPARECES... Y NO ME VOY A PERDONAR" 


<< 12 Agosto 2019 >>

KAROL 🌻

Dormir. Entre todas las opciones que tenía para pasar este día, escogí la más fácil, y a la que casi siempre recurro cuando necesito evadir la realidad. No quiero atormentarme con las palabras de Candelaria, ni arrepentirme por las cosas que pude haberle dicho, y que por boba preferí callar. Cierro los ojos, y me concentro en el único propósito que tengo en este momento, que es quedarme dormida y así poder ignorar, para imaginar que en sueños quizás pase lo que quiero.

En la habitación todo es silencio, excepto por el celular de mamá que suena con cada mensaje que llega, a un volumen ensordecedor que retumba en mis oídos.

—Mamá, ¿le puedes bajar? —.

—¡Perdón, hija! —susurra cuando tocan la puerta.

—¿Esperas a alguien? —pregunto.

—Debe ser el desayuno. Lo ordené mientras te bañabas —.

—Ya comí, mamá. Ahora quiero dormir —.

—Una manzana no es desayuno —. 

Me giro para sentarme, resignada a comer lo suficiente para que mamá me deje dormir el resto del día, pero cuando abre la puerta y escucho a quién saluda, el sueño que empezaba a sentir, desaparece. 

—Amm... quiero hablar con Karol —dice Ruggero.

—No se va a poder, está dormida —.

<< ¡NO ESTOY DORMIDA! Pero, ¿quiero hablar con él? >>

—Cuando se despierte, ¿le puedes decir que vine? —pregunta.

—Puede ser, Ruggero —.

—Mmm... está bien. Gracias —lo escucho decir antes de que mamá cierre la puerta. 

—¡No era el desayuno! —dice restándole importancia —¡Puedes seguir durmiendo! —.

—¡Ay mamá! —se ríe —¿Qué quería? —.

—Hablar contigo, me imagino —.

—¿Para qué? —.

—No sé. ¿Quieres ir a preguntarle? —.

—No —me dejo caer en la cama —puedo esperar —.

Miro fijamente el techo de la habitación, convencida que lo mejor es no hablar con él ahora. Cruzo mis manos sobre mi pecho e inconscientemente mi respiración se vuelve lenta y pausada por unos segundos, hasta que la ansiedad se apodera de mí, y de un salto llego hasta la puerta para salir a buscarlo.

Ya en el corredor, miro a ambos lados esperando encontrarlo, pero no hay rastro de él. Camino lo más rápido que puedo, hasta que lo veo entrar al ascensor y antes de que las puertas se cierren completamente, las detengo. 

—¡Hola, Ruggero! —.

—¡Karol! —me mira sorprendido.

—¿Qué haces acá? —.

—¿No estabas dormida? —.

—¿Qué haces acá? —insisto.

—Quiero... quiero contarte algo —.

EL AMOR INSISTE CON NOSOTROS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora