Indivai salió de su habitación con una sonrisa emocionada, saludó a su guardia y mejor amigo, asintió en su dirección mientras abría el pasadizo secreto que lo llevaba a la ciudad.
-Ya sabes que hacer, nos vemos luego Zac.
Pocos minutos después de entrar al pasadizo empujó la puerta de madera y se tapó con la capucha de la ropa que su amiga de la cocina le había prestado, eran "trapos", así les llamaba su padre a la ropa de la gente de clase baja.
Cerró la puerta y saludó a Elder, un anciano que había sido como su padre desde que era un pequeño niño y se escapaba por los pasadizos del palacio para visitar a sus amigos del pueblo.
-¿Cómo estás jovencito?-Elder le dio un abrazo cariñoso y alborotó el cabello rubio del que consideraba un hijo más.
- Bien...-Indivai miró el puesto lleno de cosas y la canasta donde Elder guardaba el dinero, hizo una mueca al ver que no había ni una moneda.
Indivai se acercó a Elder y le dio una sonrisa, Elder bufó al darse cuenta de lo que haría su chiquillo, algo que hacia muy seguido.
- No.
-Si-Indivai agarró las manos de Elder y depósito diez monedas de oro para luego cerrar las manos del hombre y darle un largo beso en sus nudillos-Para Samantha y Otto.
-Indi...-Elder le dio una sonrisa y apretó sus cachetes-Eres un muchacho tan bueno, tu madre estaría muy orgullosa de ti.
- Espero que si-Indivai le dio otro beso a su padre de corazón y siguió caminando, saludando a la gente del pueblo y jugando con los niños que venían a saludarlo. Todas las personas del pueblo sabían que venía pero nadie lo delataba ya que Indivai era muy bueno y bondadoso con todos en el pueblo, todo lo contrario de su frío padre.
Indivai siguió caminando con su canasta colgada en el antebrazo, internandose en el bosque de las afueras del pueblo mientras observaba las costas de Ridenton.
Indivai observó a los costados para ver si veía al enorme animal de pelo negro, pero no había rastros de él.
-¡Oreo!
El elegante caballo apareció corriendo de entre los frondosos árboles y se acercó a él relinchando, emocionado por ver al jóven príncipe.
-Hola precioso-Indivai sonrió como un niño pequeño y le dio una manzana a Oreo.
Oreo era el caballo que le había regalado su padre como regalo para sus quince años, Indivai era una persona muy sensible y no podía evitar ver los arduos entrenamientos que su padre le exigía al caballo y verlo todo el día encerrado en un pequeño establo, así que en uno de sus paseos matutinos de los que su padre si sabía, se tiró del caballo por gusto, por lo que los guardias fueron directo a ver si estaba bien mientras el caballo corrió libremente hacia el bosque.
A la mañana siguiente fue a visitarlo y se encontró con que Oreo lo estaba esperando, Indivai le quitó la montura, le dejó dos canastas llenas de manzanas y le dio mimos antes de volverse de nuevo a su palacio y decirle a su padre que su caballo se había perdido completamente para siempre.
Desde ese día Indivai iba cada día a llevarle manzanas y mimarlo, el caballo se veía fuerte y feliz y eso era todo lo que Indivai quería.
Indivai siguió su camino hacia las costas mientras cantaba y observaba los pájaros, allí Indivai se sentía tranquilo y en casa, se sentía en paz.
Una vez que llegó a las costas, se sentó en un árbol caído mirando a los barcos llenos de mercancías de los aliados del Reino llegar.
Indivai frunció el ceño al ver un extraño barco de donde varios hombres encadenados bajaban, sabía que eran los nuevos obreros que traía su padre porque escuchó una conversación, pero no entendía porque estaban encadenados de aquella manera ni en ese estado tan deplorable.
Observó más de cerca a los hombres, se veían grandes, fuertes y feroces, parecían venir de otras tierras muy diferentes a las suyas.
Indivai se acercó al barco, cuando las personas que trabajaban allí lo vieron se arrodillaron ante él, Indivai sonrió con amabilidad.
- No es necesario, soy una persona como ustedes.
Los hombres que se encontraban arrodillados con sus manos y piernas atadas lo miraron curiosamente...¿Acaso ese chico era el príncipe?, ¿Y si lo era, que hacía así vestido?
-¿Estos son los nuevos obreros?-preguntó Indivai, muy preocupado por la salud de los hombres.
-Si, señor-dijo el hombre encargado del barco.
-¿Me deja un momento a solas con ellos?
-No puedo hacer eso señor, estos hombres son muy peligrosos, podrían hacerle cualquier cosa-dijo el hombre del barco.
-Confíe en mi, vaya.
El hombre asintió desconfiado y se alejó un poco del barco para darle espacio a su príncipe.
Indivai miró a los hombres, algunos lo observaban con curiosidad, otros enojados y otros sin interés.
El jóven príncipe dejó su canasta a un lado y llenó de agua un cuenco que estaba usando el hombre del barco, luego de llenarlo Indivai se acercó al primer hombre y le sonrió.
- Me imagino que tienes sed.
El hombre asintió no muy seguro, Indivai levantó la barbilla de aquel moreno de ojos oscuros y posó suavemente el cuenco entre sus carnosos labios, el hombre tomó con ganas e Indivai sonrió satisfecho.
-Eso es.
Indivai repitió el proceso con los siete hombres que se encontraban allí, el último de ellos le tiró el cuenco de un cabezazo y lo escupió, Indivai solo se alejó sin quitar la sonrisa de su rostro.
- No pasa nada-le restó importancia y los miró de nuevo, era un día un poco fresco, aquellos hombres se encontraban mojados y algunos temblaban un poco-Pobres hombres, les diré que cuando lleguen les den un cambio de ropa.
Indivai agarró su canasta y uno por uno les dejó una manzana entre sus manos, el último fue el moreno de ojos oscuros que lo miraba como si fuese un bicho raro, Indivai le dejó la manzana en su mano y le dio una sonrisa, mirándolo a los ojos.
-Nos vemos-Indivai los saludó con la mano y volvió por su camino cantando y dando vueltas en su lugar como un niño pequeño.
Los hombres lo miraron irse fijamente, cuando el jóven desapareció entre los árboles se miraron muy confundidos.
-¿Ese es el hijo del asqueroso Rey?
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Ingenuo (GAY)
Teen FictionPortada realizada por @ZCReka ❤️ Indivai es el jóven príncipe de Ridenton, dulce, delicado e ingenuo, que está en desacuerdo con las atrocidades que hace su padre contra las personas. Uno de los tantos días en el que Indivai salía a escondidas de su...