Capítulo 11

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Regla número once para el estudiante de primer año: "No interferir en los asuntos de los veteranos"

– ¡Cuarenta y cuatro! ¡Cuarenta y cinco! ¡Cuarenta y seis! ¡Cuarenta y siete!

– ¡Paren! ¿Todavía no entienden como se hace? ¿Cuántas veces desde el inicio del semestre se los he pedido? ¡No hay ni un solo progreso! ¡Vamos, otra vez van a comenzar de nuevo! ¡Empiecen! – en el mismo número que la vez anterior, casi llegando a la meta pero que era algo a lo que los alumnos del primer año ya están acostumbrados, recibieron la tarea de detenerse y comenzar desde cero, abrazarse mutuamente por los hombros y sentarse cincuenta veces.

Los novatos tenían en mente que después de los juegos deportivos entre los estudiantes del primer año, su vida sería buena, más porque la facultad de ingeniería mostró sus mejores habilidades y ganó en competiciones en todos los deportes, además, los representantes de ingeniería fueron los que ganaron los títulos de estrella y luna universitarias. Por esta razón, los alumnos esperaban que los veteranos apreciaran el espíritu de unidad de los novatos.

Estaban equivocados.

Al final, los veteranos permanecieron siendo crueles encargados de la novatada, con aquella rigidez característica. Alumnos de tercer año que todavía eran demonios a los ojos de los del primer año, tal vez, se habían vuelto aún más terribles que antes, probablemente porque faltaba sólo una semana para la despedida y el cierre de las reuniones diarias con la novatada. Por lo tanto, aspiraban a confirmar nuevamente su reputación severa, de lo contrario el concepto cruel de los veteranos habría sido ensuciado. Y aquellos que se echaran atrás a tan poco de no serían capaces de completar su primer año. No sabían de antemano que sucedía, pero sí que era cuestión de agachar la cabeza y aceptar su destino.

Los novatos se tomaron el uno al otro por los hombros y estaban listos para comenzar la ejecución de la orden, pero no tuvieron tiempo para empezar contar cuando la puerta del salón de reuniones se abrió y cinco o seis caras con una expresión rigurosa en sus rostros, entraron en la sala. Sus rostros no eran familiares, pero los jóvenes adivinaron que eran estudiantes del cuarto año de universidad de ingeniería, porque tan pronto como los encargados de la novatada se voltearon y vieron a los visitantes, ellos pusieron rectas las espaldas, agacharon la cabeza en un saludo formal y en unísono saludaron.

Aquellos a quienes el saludo fue dirigido asintieron en respuesta y entraron en el centro del pasillo, Los alumnos de tercer año educadamente cedieron su lugar a ellos y presentaron a los visitantes a los alumnos del primer año:

– ¡Novatos, estos son los estudiantes del cuarto año! ¡Saluden!

Los jóvenes saludaron en voz alta, después de que se les ordenara a sentarse y prepararse para oír a la generación más vieja, aquella que tenía poder sobre los más jóvenes por completo. El corazón de los novatos latió con entusiasmo, no sabían el propósito de los estudiantes de cuarto año al llegar al salón de reuniones.

Además, si los alumnos del tercer año ya eran mentores irracionalmente severos, ¿qué podría esperarse de la generación más vieja? En el caso de que fuera forzarlos a realizar castigos más elaborados, probablemente eso daría lugar a la muerte.

Casi no respiraron a la espera de sus órdenes. Pero entonces, contrario a sus suposiciones, ellos hablaron.

– ¡Novatos, hemos escuchado que ustedes tuvieron buenos resultados en los juegos de los estudiantes! ¡Muchas felicitaciones!

No hubo castigos sino palabras orgullosas.

Los integrantes encargados de la novatada se veían sorprendidos, que los estudiantes de cuarto año dieran sus felicitaciones era inusual, en la mayoría de los casos, los veteranos usaban sólo palabras destinadas a ejercer presión o herir a los jóvenes. Sólo porque tenían el derecho de hacerlo, y todos los alumnos tenían que regirse bajo la ley que decía que quien llegaba más temprano, era un superior; quien llegaba más tarde, eran novatos; y sí se compartía antigüedad serían camaradas. Entonces los estudiantes que entraban en la universidad más tarde, tenían que obedecer y respetar a aquellos que habían comenzado a estudiar antes. De acuerdo con este principio, sólo los del último año eran quienes podrían controlar a los estudiantes de tercer año.
Los estudiantes del cuarto año volvieron la atención hacia el grupo de la novatada que estaban silenciosos y con la espalda lo más recta posible.

SOTUS- El malvado veterano y el estudiante de primer añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora