Capítulo 25

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Regla número veinticinco para el estudiante de primer año: "Mantente alejado del líder de las novatadas"

— ¡Kongpob, tu teléfono!

Todos los ojos presentes se giraron hacia Kongpob, el sonido de una llamada entrante desde su teléfono rompió el silencio que reinaba en la biblioteca. Pero, aunque todos estaban pendientes de la interrupción, Kongpob parecía perdido en sus pensamientos. La llamada terminó sin ser atendida, y Kongpob regresó a la realidad hasta que Em le tocó el hombro.

Kongpob reaccionó tarde, buscando su teléfono sobre la mesa, a pesar de que la persona al otro lado de la línea ya había colgado. El novato suspiró con pesadez antes de levantarse, dando una excusa vaga a sus amigos mirándolo con curiosidad.

—Ahora regreso. Tengo que hacer una llamada.

—Por supuesto, amigo. Pero, Kongpob, oye, ¿estás bien? —Em se atrevió a preguntar con cierta inquietud en sus palabras. Era evidente que su mejor amigo no se veía en las mejores condiciones, ni podía decir a ciencia cierta que se debía, quizá a una mala noche. Aunque, posiblemente, se debía a que Kongpob estaba tan concentrado en ser un buen líder que perdió la noción del tiempo mientras hacia la presentación grupal. A pesar de que había otras siete personas en el equipo a las cuales pedir ayuda. Em vio a Kongpob asentir con aquellas terribles ojeras debajo de sus ojos. —Vamos, amigo, es mejor que descanses. Has las llamadas que necesites hacer, y ve por un café. Estaremos bien si ti.

—Em tiene razón, hemos trabajado demasiado. Creo que yo también iré por un café...

—¿Qué? ¡No! ¡De ninguna manera Ai'Tew! Primero termina tu parte del trabajo—. Más de un miembro del equipo le negó a Tew irse. Em también giró la cabeza hacia el alboroto, uno que Kongpob utilizó para escapar.

Kongpob se levantó y dejó la mesa llena de libros que él y sus amigos había llevado para estudiar el tema que se les había asignado. Llevaban ya dos horas trabajando, exactamente desde las cinco de la tarde.

No tenía tiempo para tomar un café y relajarse. Estaba muy ocupado. Necesitaba estar ocupado.

Quería dejar de pensar en los últimos días. Kongpob se sentía ausente desde el día en que Arthit se propuso evitar cualquier relación entre ellos, sintiendo que esos tres días habían sido tres meses. Y la insistencia de Arthit por alejarse de él sólo debía significar una cosa. Arthit no sentía lo mismo por él.

Y no podía culparlo. Porque Kongpob lo entendía. Comprendía a Arthit, aunque eso le doliera. Ambos eran hombres, y no era fácil cambiar sus preferencias sólo porque alguien de su mismo sexo estuviera repentinamente enamorado de él. Kongpob también dudaría.

Pero, tampoco podía evitar tener ese pequeño rayo de esperanza. Desde que conoció a Arthit, un extraño sentimiento se fue alojando en su corazón, complicándolo todo. Su relación con Arthit, y con ello, su vida. Ese sentimiento se había hecho aún más fuerte cuando descubrió que había dejado de ver a Arthit sólo como un veterano común. Cuando supo que veía a Arthit de otra manera.

A los ojos de cualquiera era imposible que vieran algo más entre ellos. Un sentimiento que no había experimentado con nadie más antes de Arthit.

Kongpob quería estar cerca de él. Cuidarlo. Amaba su sonrisa, y le dolía profundamente la indiferencia que Arthit mostraba hacia él.

Aunque, principalmente, no había pasado algo terrible entre ellos, además de haberle confesado sus sentimientos a Arthit. Algo por lo que no tenía que disculparse. Así que Kongpob terminó aceptando su error, no podía descuidarse sólo por no tener apetito, ni desgastar sus valiosas horas de sueño sólo por pensar en que hubiese sido mejor mantener en secreto sus sentimientos.

SOTUS- El malvado veterano y el estudiante de primer añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora