Capítulo 17

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Regla número diecisiete para el estudiante de primer año: "La actitud de un integrante de la novatada no es su verdadera naturaleza"

Eran tiempos difíciles para los estudiantes de primer año.

En esos días sólo existía un evento importante en la mente de los estudiantes de ingeniería, un enemigo duro de vencer cuyo nombre era: los exámenes del final de semestre.

Y lo peor era que faltaba una semana para ese importante evento.

Para los novatos parecía que el semestre acababa de comenzar, estaban aún recientes las novatadas, aunque incluso ya habían participado en la reunión de despedida en donde fueron reconocidos por su esfuerzo al conseguir la bandera de la facultad, algo que, por supuesto, les dio mucho orgullo. Por ello, en ese momento lo único que pensaban era en querer relajarse y divertirse un poco.

Pero ser estudiante no era un trabajo fácil, por lo que la realidad no tardó en golpearlos duramente.

Para algunos, aquello no podía ser llamado una vida estudiantil, ya que el estrés los hacía sentir como si la facultad de ingeniería fuese el mismo infierno. Los veteranos tenían que ser más comprensivos con sus estudiantes menores, porque ellos entendían que los exámenes de la universidad no eran nada en comparación con los de la preparatoria. Un reto mayor en toda regla. Además de que si no obtenían la cantidad correcta de puntos en los exámenes, los números no mentían, y de esa forma, ni el profesor podría ayudarlos.

Sin mencionar que corrían el riesgo de suspender una materia importante que podría afectar su plan estudiantil, retazarse y cursar con los alumnos menores una materia de grado inferior, algo que, por supuesto, era un golpe para el orgullo de un ingeniero.

Algunos alumnos de cuarto aún no se graduaban por aquel problema. Recursadores eran los que cursaban clases que no iban de acuerdo a su año y mientras sus compañeros de generación ya habían egresado, ellos continuaban lidiando con la universidad.

Uno de los mayores causantes de la creación de los llamados recursadores, era el temido examen de Cálculo I, en donde la mayoría de los estudiantes de la facultad de ingeniería conseguían una calificación insatisfactoria.

Y lo peor era que dicho enemigo era una materia de primer año.

Los profesores de cálculo en especial eran famosos por su severidad, los estudiantes que lograban aprobar la materia no le daban el crédito a sus propios conocimientos ya que un acontecimiento así sólo podía deberse a la gracia divina. La meta era aprobar, ya que obtener una clasificación excelente era un verdadero milagro, algo prácticamente imposible.

Por lo tanto, muchos estudiantes se dirigieron a los templos a rezar, pidiéndoles a los espíritus que los escucharan ayuda para pasar los exámenes.

Aunque en el interior sabían que, al fin y al cabo, sólo podían confiar en sus conocimientos. Y, posiblemente, en los estudiantes mayores, ellos quienes ya habían pasado por la misma situación.

No importaba lo buenos que fueran los profesores, el análisis matemático fácilmente causaba migrañas en cualquiera, así fuera o no un novato. Entonces no había nada de qué preocuparse si estudiar era una tarea difícil.

Em estaba sentado a un lado de Kongpob, calculando la derivada de una función, la tableta con las formulas básicas junto a él. Una de las operaciones simples que se resolvía con la regla de la cadena. Él volteó a ver la hoja de Kongpob, y sintiéndose envidioso gimió antes de dar un largo suspiro.

– ¡Ellos dijeron que los exámenes de admisión eran lo más complicado! ¡Y mira esto! He pasado diez problemas esperando que alguno me salga y nada, ¡Quiero volver a la primaria!

SOTUS- El malvado veterano y el estudiante de primer añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora