Capitulo IV

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2 de Marzo: marchamos en la moto de Alondra. La ciudad quedaba a quince horas, tuvimos que parar en algún restaurante del camino para descansar y, finalmente en la noche, tuvimos que quedarnos en una posada.

- Después de que yo consiga trabajo, ya me iré a buscar un alquiler, independiente. – me dijo ella, mientras estábamos sentados en una banca, cenando unos emparedados en un jardín de la posada.

- ¿Por qué? Pensé que te quedarías conmigo.

- Somos amigos, no podemos vivir juntos.

- Somos amigos, pero hasta ahorita.

Le robe un beso, bajo la oscura noche y la luminosa luna acompañada de las incontables estrellas.

Te amo.

8 de Marzo: ya era el segundo día de clases de Alondra. Yo aún no consigo trabajo. El alquiler era bastante económico, y los alimentos en esta ciudad resultan más baratos, pero el tema del empleo es difícil, hasta que vi un folleto, un folleto que me arreglaría la vida, y sin saber aún, me la terminaría también.

¡Matricúlate a las fuerzas de la nación!

Si usted tiene 17 años o más, puede ser inscrito, a las Fuerzas Armadas, para servir al país, defenderlo y protegerlo. Si está interesado llame a este número o visite el cuartel general (Calle 13, Carrera 18) e infórmese.

Los esperamos, futuros defensores de la patria.

Sin duda alguna, me dirigí hacia el lugar a inscribirme.

- ¿Nombre?

- Alan Santos

- ¿Edad?

- 21

- ¿Dónde vive?

- Octava avenida, calle siete...

La muchacha que atendía era muy amigable y respetuosa, mientras llenaba el formulario de inscripción, nunca dejaba de sonreír, pareciera que hubiese acabado con el hambre en el mundo.

- En unos días, el general se comunicara con usted para darle información.

12 de Marzo: el entrenamiento es muy duro, correr grandes distancias mientras se llevan cargas pesadas, atravesar circuitos de obstáculos lo más rápido posibles, cargar objetos extremadamente pesados... hasta que llega el entrenamiento con armas.

- Wow, nuevo, tienes talento para esto – me dijo el general, dándome unas palmadas en la espalda, después de haberle atinado a las diez maquetas, en la cabeza.

Se me hizo fácil el entrenamiento con armas, probamos distintos tipos de pistolas, revólveres y rifles, se me hacía sencillo. Lo que me daba miedo, y a la vez emocionante, la sensación de jalar el gatillo, de saber que con ese objeto, con un simple movimiento, puedes acabar con personas, vidas, con el sufrimiento de alguien.

15 de Marzo: el entrenamiento se sigue intensificando, corren rumores de que nos mandaran a lo que sucede en Iraq, tengo miedo, emoción, nervios, un cumulo de sensaciones me revolotean la cabeza. No sé qué pensar. Sera mucho tiempo sin Alondra.

16 de Marzo:

- El pago llegará automáticamente a la cuenta bancaria, quincenalmente.

- Pero ¿tú estás de acuerdo?

- ¿En qué?

- Ir a Iraq, a una zona tan peligrosa.

- Es el trabajo, sin eso, como viviríamos.

- Sí. – dijo mirando hacia abajo, una mirada de miedo, o más bien, preocupación.

- ¿Qué pasa? Te noto mal, cada vez que te veo, te sientes con malestares, ¿estas enferma? ¿sucedió algo en la universidad?

- No es eso.

- ¿Qué es entonces?

- Quería hablar contigo de eso. – Se notaba nerviosa, le costaba decir las palabras.

- ¿De qué?

- Estoy embarazada.

17 de Marzo: la declaración de Alondra de ayer me dejo atónito. Seré padre.

Pensándolo bien, creo que no debería de ir a Iraq. Debo quedarme con ella. Apoyarla, siempre, nunca dejarla.

El Diario de un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora