Capitulo V

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18 de Marzo:

- ¿Qué quieres salir de la armada solo porque tu esposa está embarazada? Qué clase de excusa estúpida es esa.

- No es una excusa, señor. Quiero... no, necesito estar con ella. No soy capaz de dejarla sola

- Es una excusa para escapar de sus responsabilidades, de su deber de proteger la patria. No puede ser tan egoísta.

Egoísmo, esa palabra la escuchado muchas veces ya.

- Pues seré egoísta, señor, pero ya declare lo que deseo. Quiero salir de la armada, y un soldado egoísta no se merece un puesto acá. No iré a Iraq.

- Es fácil decirlo... - dijo el tipo apagando su cigarrillo

Sin darme cuenta, los soldados que estaban en la oficina se me abalanzaron, pusieron lo que, parecía, un saco de papas en la cabeza, y me esposaron.

Vamos de malas a peores.

27 de Mayo: el general, finalmente, me devolvió las pertenencias, y con eso, el diario. Pasaron exactamente dos meses y nueve días desde que me secuestraron, mientras me retenían en el cuartel, entrenándome, y ahora, desde hace unos días, estoy en una base subterránea en Iraq. Me obligaron a venir, en contra de mi voluntad, en contra de mi libertad y sin avisarle a Alondra. Tengo todo este tiempo que no me comunico con ella, no he sabido nada de ella, de sus estudios, su salud, de mi futuro hijo o hija. Acá no hay ningún tipo de artefacto telefónico, solo los que usan para comunicarse entre los cuarteles y los soldados. Por ahora, no tengo ninguna esperanza de volver a escuchar su voz.

El general me dijo que, si sobrevivía, durante un periodo de tres meses acá, me daría el permiso para irme de regreso a casa, con Alondra, y abandonar la armada. Supongo que lo único que puedo hacer es eso, sobrevivir, con todas mis fuerzas.

31 de Mayo: estamos en una casa semi-destruida por el constante bombardeo enemigo, ya han caído dos de nuestros pelotón, están heridos, uno piso una mina, tiene las piernas destrozadas, lo más probable es que muera, al otro le explotó cerca una granada, dejándolo reventado la mitad del cuerpo. Aún está vivo, o estaba...

- Por favor no, quiero ver a mi familia.

- Hazlo Alan.

- Por favor NO.

- Dispárale. Acaba con su sufrimiento.

- No... - dijo débilmente el soldado, soltando un torrencial de lágrimas, mientras yo le apuntaba en la cabeza con una pistola. No sabía qué hacer, el otro soldado me insistía, que disparara, que acabara con su vida, con su sufrimiento. Mi cerebro se inundaba de emociones, nervios, tristeza, pero, finalmente, jale el gatillo, atinándole entre los ojos.

Sonreí, estaba alegre, de haber salvado a alguien, del sufrimiento, del terror, de todo este caos que nos rodea. Uno más escapa de este mundo infernal, pensé.

06 de Junio: hoy me encontré algo horrible, el cadáver de un niño, fresco, descuartizado, sin brazos, sin piernas. Tiene signos de haber sido torturado. Tenía la cara de miedo, terror, estaba consiente, mientras le hacían lo inimaginable. Es perturbador de solo pensarlo.

A un lado había una nota, una nota de auxilio, hablaba sobre una escuela, donde había muchos niños y profesores escondidos, resguardados, en espera del rescate.

Nuestro pelotón decidió ir para allá enseguida.


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Nota: perdón por no subir capítulos pero tenia problemas de conexión (lo siento :c), ahora subiré los tres capítulos que corresponden a esta semana perdida.

El Diario de un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora