Capitulo X

147 9 1
                                    

13 de Agosto: cuarto encargo. Este me intereso mucho, destaco de entre la lista. Eliminar a un sacerdote con la mala fama de ser un pedófilo violador. Nunca he sido un hombre de religiones, para mi, es un negocio redondo perverso y corrupto, al igual que la política, enriqueciéndose con el bolsillo del prójimo, con la excusa de que "Dios te llevara al paraíso". Toda las ofrendas y limosnas que son para "la comunidad y la iglesia" quedan resultando en un nuevo carro ultimo modelo para el Padre o nuevos teléfonos para cada sacerdote. "Los pecadores no se merecen un puesto en los cielos, van a las profundas tinieblas del infierno". Todos somos pecadores, demonios, lo único que buscamos es la destrucción del mundo con el fin de enriquecernos mas y mas. No somos mas que unas criaturas avariciosas que nunca esta conforme con lo que tiene, siempre busca de destruir vidas a otros para ser felices. El cielo no existe, y el infierno lo estamos viviendo justo ahora, como nos lo merecemos, como debe ser.

17 de Agosto: asistí a la misa y el sacerdote, después de leer aquel testamento, decidió laborar en el confesionario, o como yo le digo, "puesto para escuchar los chismes del pueblo". Simplemente espere que todos se fueran.

Supongo que confesarme de una vez no seria malo.

- Padre, vengo a confesarme, a pedir el perdón de Dios.

- Hijo, ¿en que has pecado?, el perdón de Dios es infinito.

- He hecho muchas cosas malas, Padre. Entre todas esas cosas, he matado.

- ... ¿Qué?

- Si, Padre, así tal como lo escucho, y no solo a una, sino decenas.

- ¿Por qué ha causado tal atrocidad, Hijo? – su tono de voz había, se notaba asustado, tembloroso.

- Por capricho, Padre. Supongo que me he vuelto algo loco, paranoico, demente. Por eso vengo.

- Arrepentido, con la cola entre las patas.

- No, Padre, nunca dije que me he arrepentido. Es mas, me encanta matar, me encanta la sangre, me encanta la muerte.

- Usted es un monstruo. ¿Nunca ha pensado tener una familia, hijos, tener algo de amor? – ahora sonaba enojado, furioso, como si hablara con la persona más cruel del mundo, el más odiado, el mas repudiado.

- Amor, algo tan trivial, algo innecesario. Uno de los mayores placeres, pero también de los mayores dolores. Debería conocerse más como un pecado capital. El amor real no existe, Padre, las mujeres de hoy en día solo vienen por sus siniestros intereses económicos. La humanidad ha perdido los valores, ya hace mucho. ¿Flores, dedicar canciones, el chocolate y la carta de regalo? ¿Qué es eso? ¿Acaso estas perdido en la época?, eso lo que se dicen muchas, ya no saben apreciar lo mucho que uno trata de hacer.

- ¿Usted se ha enamorado alguna vez, hijo?

- La verdad es que, si. Siempre existe alguien que es un rayo de esperanza, alguien quien destaca entre todos, quien te hace pensar que es la única persona que no ha sido corrompida por este maldito mundo, que te regresa las esperanzas de salvar este mundo. Me imagino que usted también tiene esa persona que la salva de esta cruel realidad, Padre.

- Claro hijo, estoy bendecido con mi amorosa esposa y mis dos hermosas hijas.

- ¿Y usted también ha violado a sus hijas, Padre?

- ... ¡¿Cómo dice?!

- Usted es igual de mundano que todos nosotros, Padre, usted es pecador, demonio lujurioso, una bestia de las tinieblas, un ser perteneciente del infierno. – saque mi revolver, y apunto, calculando por donde estaba la cabeza, detrás de la oscura tela – ¡YO SERÉ UN SALVADOR, UN CABALLERO, YO SALVARE ESTE MUNDO, DE ESTAS PLAGAS QUE HABITAN EN EL!

Finalmente, el sonido del disparo retumba por toda la catedral, iluminada por los grandes y coloridos vitrales, que se alzaban en el techo y las altas paredes espléndidamente.

Cuando salí de la iglesia, sentí como si dejara un gran peso tras mi, una carga similar a la que deje en mi antiguo hogar, donde vivía con mi padre y mi madre.

19 de Agosto:

- ¿Vistes amor?

- ¿Qué? – Estaba desayunando, tostadas con queso, unos rollos de jamón y algo de café. Un desayuno típico.

- Murió el sacerdote de la iglesia, lo asesinaron

- ¿Si?, que mal. – continué comiéndome unos buenos rollitos.

- ¿Qué te pasa amor, te noto raro?

- No pasa nada – termine dando sorbos al caliente y energizante café.

- ¿Estas enfermo, te sientes mal?

- No

- ¿Estas mal en el trabajo?

- No

- Bueno. – suspiro y empezó a recoger algunos cuadernos, lapiceros, libros.

- ¿A dónde vas?

- Me voy a reunir en casa de un amigo, tenemos trabajo de clase.

- Te llevas muy bien con tu amigo, ¿no?

- ¿Qué insinúas? – gruño

- Nada, solo que últimamente, te mandan mas trabajos de lo normal.

- Estamos cerca del final, es normal que se vuelvan mas exigentes.

- Ujum

Alondra, con un rostro de alguien furioso, como si tuviera su peor enemigo de frente, cerro la puerta de golpe.

Solo estoy estresado.

El Diario de un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora