Juliana Prov:
-NATALIA LEVANTA QUE TENEMOS QUE IR A LA UNIVERSIDAD, ES NUESTRO MLADITO PRIMER DÍA – le grito a Natalia desde la puerta de nuestro pequeño apartamento, por suerte conseguimos una beca que cubría nuestros gastos de colegiatura, pero teníamos que trabajar para pagar la renta del apartamento y comprar cualquier cosa que necesitaremos para nuestras carreras, yo estudiaré comunicación y Natalia estudiará psicología, claro, si es que consigo despertarla.
-No, no quiero ir, me tocó el turno de noche, puedo ir mañana a clases – rezonga de mala gana y pensar que esto será todos los días, porque si, desde que pasó lo del accidente yo me fui a vivir con Natalia, arrendando un pequeño departamento gracias al trabajo de ambas, trabajaban de camareras en un bar del barrio estudiantil, eran chicas que aprendían rápido así que a poco andar lograron hacerse cargo de barra y cajas, lo único malo, es que muchas veces les adjudicaban los turnos de noche, esto significaba, llegar a casa a las 5 de la madrugada.
-Recuérdame decirle a Alan que acomode los horarios, no nos puede seguir dando cierre entre semana – tiro toda la ropa de cama hacia atrás, dejando a Natalia apenas cubierta con su ropa interior y una camiseta diminuta.
-Ya voy – mientras veo al zombi de mi mejor amiga caminar hacia el baño me dispongo a preparar un desayuno contundente para ambas, tengo mucho que agradecerle, si no fuera por ella ni siquiera me hubiera puesto de pie, ella me ayudó a comprender que no todo era tan mi culpa, que después de todo era culpa compartida, que lo que me había condenado era haber huido antes de poder dar una explicación y que eso me había hecho parecer culpable, pero ya nada podía hacer para solucionarlo, solo debía seguir e intentar surgir.
-Juro que tengo tanto sueño que podría dormir de pie – Natalia se sienta en la barra de la cocina mirándome fijamente, solo le extiendo una taza de café cargado para que despierte.
-No puedes quedarte dormida, es el inicio de nuestra gran vida, así que necesito que te tomes ese café para poder irnos – apenas la veo empezar a darle pequeños sorbos al café voy a buscar las tostadas y la mermelada para que podamos desayunar, apenas pongo todo en la mesa le dejo un beso en la mejilla.
-Estás muy amorosa esta mañana, no voy a tener sexo contigo para que se te quite el estrés – me dice ella con amargura, siempre hace ese tipo de bromas, así que no me contengo de darle un fuerte golpe en el brazo.
--No que me interesaras, pedazo de fea – le saco la lengua de manera infantil, así era nuestra relación, de completa y absoluta camaradería, nuestros desayunos siempre iban entre risas y bromas, hablando bobadas, haciendo cuanta idiotez se nos ocurría, antes de darnos cuenta estábamos emprendiendo el camino hacia la universidad, para nuestra mala suerte, tarde, en el primer día.
-Si llego tarde, juro que te arranco los pezones y los uso como arete – le digo mientras corremos como locas por los pasillos de la universidad, juntarme tanto con este animal me está afectando, antes nunca llegaba tarde, pero un fuerte golpe y un libro cayendo sobre mis espaldas destruyen mis esperanzas de llegar temprano, solo escucho el grito de Natalia quien sigue corriendo como desquiciada.
-GRACIAS CHICA DESCONOCIDA, SALVASTE MIS PEZONES – en ese momento veo a la chica que está recostada en el suelo sobándose la frente, sus lentas quedaron tirados cerca de mi mano y su libro cayó en mi espalda, veo que una pequeña gota de sangre sale desde su nariz, en ese momento detallo su rostro, es blanca, tan blanca que los lunares en su rostro parecen resaltar, sus ojos dorados refugiados por largas pestañas, labios rojos, sin llegar a hacerla verse vulgar, es la chica más hermosa que he visto en mi vida, pero esa pequeña gota de sangre vuelve a llamar mi atención, así que rápidamente busco en mi bolso los pañuelos desechables.
-Lo siento mucho, no te vi – le digo limpiando los rastros de sangre que salían de su nariz, la cual estaba un poco roja, ella me miraba un poco pasmada, parecía que la había asustado – De verdad lo siento ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas que te lleve a algún centro de salud?
-No, es que...- sus mejillas se tiñeron de rojo, parece que censuró lo que en realidad quería decir, eso solo me preocupó más, ya pensaba que de verdad se sentía mal y no me podía decir que le pasaba.
-Te voy a llevar a un centro de salud, mi carro puede que no ande muy rápido, pero por lo menos servirá para llevarte – hago el intento de ayudarla a ponerse de pie, pero ella solo toma mi mano deteniéndome, me doy cuenta de que estamos relativamente cerca, ella me está mirando con los ojos brillantes.
-Es que eres hermosa y no sabía si decírtelo o no, porque te podía incomodar – sus mejillas toman ese fugaz sonrojo que la hace ver enormemente tierna.
-No me incomoda, creo que lo más lindo que me ha pasado durante todo este año de mierda ha sido que me digas que soy hermosa, porque tú también lo eres, eres lo más hermoso que he conocido -ella se sonroja mirando sus manos, vuelve a mirarme fugazmente.
-Tu novia se puede enojar si escucha eso – proceso en mi mente por qué ella piensa que tengo novia, en ese momento recuerdo a la desgraciada de mi mejor amiga gritando algo sobre sus pezones, algo que para nosotras sea muy normal, pero para el resto de la gente podía interpretarse de otra manera.
-Esa chica rara no es mi novia, ya quisiera la desgraciada, pero no, es mi mejor amiga, es como mi hermana, por eso me habla de esa manera, no te pongas celosa, puedo ser tuya cuando quiera – le subo las cejas para hacerle notar mi insinuación, ella me mira aun roja.
-Perdón, probablemente por mi culpa no vas a llegar a clases, vi que ibas apresurada – sus ojos evitan hacer contacto con los míos, intento mostrarme lo más despreocupada posible, aunque no es gracia que falte a la primera clase, pero creo que ella vale la pena.
-No importa, ya podré ir a la siguiente, además esta semana solo nos presentan los programas, nos mucho de lo que me pierdo, además... tú vales la pena – ella abre los ojos, me mira con un brillo especial y un sonrojo demasiado evidente.
-No puedes decir eso, no me conoces de nada – algo en ella me parece conocido, por alguna razón, no podía evocar su rostro, sé que la he visto antes, sé que la conozco, pero no sé de dónde.
-Te conozco de hoy, sé que probablemente eres una chica muy tímida, pero también sé que probablemente eres una chica extraordinaria, a la que invitaré a tomar un café para hacer la hora, vamos – le digo poniéndome de pie para extenderle mis manos y ayudarla a ponerse de pie.
- ¿Estás segura de que quieres pasar esta hora conmigo?, puedo ser muy aburrida – me agacho para pasarle los lentes y después recoger su libro, uno que me llama la atención enormemente "Como curar un corazón roto", en ese momento pensé que a mí me gustaría sanar el corazón de esa familia a la que dañé, pero ahora no es momento de pensar en eso, solo quiero concentrarme en esa chica que tenía al frente.
-Muy segura, el primer café, lo invito yo, nuestra siguiente cita va por tu cuenta – le digo con una sonrisa, esa que a ella misma se le contagia, definitivamente, la suya es la sonrisa más hermosa que he visto – Por cierto, soy Juliana Pérez.
-Un gusto, soy Camila Esguerra – escuchar su nombre me lanzó todos los muros abajo y una voz gritaba fuerte en mi interior, era una voz llena de miedo "Está muerto, él está muerto y es tu culpa".
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Accidentes del destino - (Ventino) [Jumila]
RomanceJuliana no esperaba encontrarse con la persona a la que más daño le había hecho, Camila se encontró con quien más odia, ninguna de ellas sabe quién es la otra, pero cuando los corazones llaman, simplemente se encuentran, es aquí, cuando el peso de u...