Juliana Prov:
- ¡ERES UNA MIERDA! ¡UNA ASESINA! – me gritaba Camila completamente enceguecida por la rabia, ella me repudiaba y me miraba con odio, haciendo estallar mi corazón en millones de pedazos, porque yo la amaba, me había enamorado perdidamente de ella.
-Cami, las cosas nunca fueron como te dijeron, hay otra verdad – me digo desesperada, quiero me deje de mirarme con ese odio, quiero que deje de considerarme una asesina, no quiero que ella me mire con odio.
-La única verdad es que mataste a mi hermano, eres una maldita asesina, una escoria – sus dientes se aprietan de tal forma, que en cualquier momento se le podría romper un diente.
-Esa no es toda la verdad, hay algo que no te han dicho Camila ¿Podrías por lo menos escucharme? – esto ya me está desesperando, ella no quiere escucharme, no quiere ni siquiera verme.
-No voy a escucharte, lo único que hiciste fue mentirme todo este tiempo, siempre supiste quien era, siempre supiste que habías matado a mi hermano y aun así te decidiste a jugar conmigo, te esforzaste por llegar a mi corazón para después hacerme mierda, eres un ser tan vil, tan malo, que lo único que sabes hacer es herir a la gente, pues felicidades Juliana Pérez, supiste como destruirme – me dice con los ojos rebosantes de lágrimas, se da vueltas dispuesta a irse, pero yo tengo muchas cosas que decirle aún, así que tomo su brazo, ganándome un puño que con fuerza impactó en medio de mi rostro, sacándome abundante sangre, sintiendo que esta se acumulaba en mi boca y en mi nariz, desplomándome de espaldas al instante, con sus ojos fijos en mí, llameantes de rabia me dice.
-Espero que te mueras ahogada con tu propia sangre, maldita perra – la veo irse, pero yo no me puedo levantar, la abundante sangre me está ahogando, siento como si cada gota se acumulara cerca de mi tráquea, impidiendo el paso del aire a mis pulmones, sintiendo también el espeso líquido bajar hasta los pulmones, quemándome por dentro, haciéndome sentir la desesperación de no poder respirar, de sentirme completamente impotente.
- ¡AYUDA! – grité a todo lo que el escaso flujo de aire en mis pulmones permite, de inmediato unos brazos rodean mi cintura de manera protectora. Natalia está abrazándome, como lo hace cada vez que tengo pesadillas, estoy reposando en la calma y oscuridad de mi habitación, con mi mejor amiga recostada al lado.
-Tranquila, tranquila, no pasa nada, solo fue una pesadilla, respira, con calma, estoy aquí – ella masajea suavemente mi espalda, esperando a que mi cuerpo deje de dar las violentas sacudidas que da mi cuerpo por los sollozos que empezaron a salir apenas sentí su abrazo.
-Era ella, demonios, era ella – logro decir apenas, no entiendo, aún no supero el hecho del alcance de nombres, desde que me encontré con Camila Esguerra mis pesadillas volvieron.
-No Juli, no es ella, es solo un alcance de nombre, ella te contó su vida y nada de lo que dijo calza con la familia del chico que falleció – ella habla tan calmada que incluso la envidio, me encantaría tener esa calma.
-Al chico que maté Natalia, dilo por su nombre, yo lo maté – ella vuelve a abrazarme con fuerza, sabe que esas pesadillas me están haciendo caer de a poco, sabe que estoy horriblemente sensible y a punto de caer a ese profundo abismo del que me sacó una vez,
-No Juliana, las cosas tienen una verdad un poco más grande que esa, ahora, por favor deja de martirizarte, si esa chica te gusta debes aprender a superar esto, tienes que aprender a sobreponer todo esto – me dice sin dejar de acariciar mi espalda.
- ¿Tú crees que pueda superar esto? ¿Crees que pueda intentar algo con ella? – temerosa de su respuesta, miro la pared del frente, porque si, Natalia vio a Camila, supo la invitación a tomar café y el intercambio de números, Natalia sabe todo, es como mi hermana.
-Te lo aseguro, a pesar de todas las pesadillas y todas las cosas, vi por fin que estás sanando Juli, con ella te vi sonreír sinceramente, sé que te gusta y sé que eventualmente la llegaras a querer, pero debes dejarte sanar, no te sigas torturando con esto – escuché decir eso a Natalia cuando mi celular se prendió, me había llegado un mensaje.
Camila Esguerra:
Tenía insomnio y sin darme cuenta pensé en ti, en ese momento me di cuenta de que estaba soñando despierta, era la única explicación para encontrarme con semejante belleza frente a mí.
-De eso es lo que hablo, sonríes como idiota cada vez que ves un mensaje de ella – solo le pego en el estómago para recostarme de nuevo.
-Ella me gusta, de verdad me gusta – me abrazo al cuerpo de mi mejor amiga, dejándome vencer por el sueño, por el resto de la noche no tuve pesadillas, pero si una sonrisa boba, porque Camila Esguerra soñaba conmigo, ella gustaba de mí.
Al otro día me tocaba ir a clases temprano, pero por suerte solo era medio día, después tenía libre, así que quizás podría ir a dormir un poco antes de iniciar el turno de noche en el bar, así que en cierto modo estaba contenta, era el último día de la semana y podría tener un poco más de tiempo para mí, iba tan inmersa en mis pensamientos que no me di cuenta de que alguien venía corriendo rápidamente hacia mí, hasta que sentí su mano entrelazándose con la mía.
-Dios, que difícil es alcanzarte – dice ella con la voz cansada, cuando miro sus ojos una luz me ciega, haciendo un cambio rápido de imagen, de la nada sus ojos cambian, no están esos ojos que me miran felices, por unos pequeños segundos creo ver esos ojos llenos de odio.
-Perdón – digo cerrando fuertemente los ojos para espantar las imágenes horribles que en ese momento me atacaron, luego volví a mirarla, y ahí estaba ella, esa chica con el corazón noble que solo transmite profundo amor por sus ojos – Es que estoy tan acostumbrada a caminar rápido e iba tan inmersa en mis pensamientos que no te escuché.
-Si me di cuenta – me responde entrelazando su brazo con el mío, emprendiendo el camino hacia el salón, vamos caminando en silencio, sintiéndonos cómodas con la presencia de la otra al lado, ella puede ser mi tormento, pero también es ese cielo que me calma y me da una razón diferente.
-Juli – llama mi intención, estamos en medio del pasillo, probablemente porque ella sabe que ahora debe empezar a caminar hacia otro lado.
-Dime Cami – le sonrío, pues parece nerviosa, inconscientemente empiezo a bajar mi mano por su brazo hasta tener su mano junto a la mía, empezando a entrelazar nuestros dedos con delicadeza, casi como si ella se fuera a romper.
-Es que... yo... uy... quiero hacerte una invitación ¿Quería saber si querías ir a almorzar conmigo? Ya sabes, como una cita – sus ojos quedan fijos en nuestras manos entrelazadas, quizás igual de sorprendida que yo por ese encaje perfecto que tienen nuestros dedos en este momento.
- ¿Quieres... quieres una cita ... conmigo? – pregunto completamente anonadada, nunca pensé que una persona tan linda como ella se fijara en mí, nunca pensé que ella quisiera una cita conmigo.
-Si, me encantaría – por unos instantes me pierdo en sus ojos, esos que brillan con intensidad, sacando completamente la culpa y el dolor que tengo en el corazón desde hace un tiempo, ella me hace volar.
-Yo... bueno... si quiero, me encantaría ir a almorzar contigo – le digo bajando la cabeza avergonzada, nunca pensé estar tan nerviosa por una persona.
-Qué bueno – una sonrisa reluce en su rostro, haciéndola lucir aún más hermosa, si eso es posible – Mi última clase es a las 12, te espero en el parque principal de la universidad, tengo pensado a un lugar al que me gustaría llevarte ¿A qué hora sales?
-A las 12:30 – al demonio eso de dormir, tengo una cita con Camila Esguerra, no podría dormir ni, aunque quisiera.
-Perfecto, entonces, nos vemos pronto hermosa – ella toma mi mejilla, plantando un beso en la comisura de mi labio, haciendo que los colores se me suban a la cara, ni siquiera alcanzo a reaccionar, solo la veo irse corriendo, mientras que yo me quedo completamente congelada en medio del pasillo, tan roja que hasta un semáforo se pondría envidioso. ¡Oh Dios! ¡Tengo una cita y ni siquiera puedo mirarla sin sonrojarme! Diosito espérame que ahí te voy, esa chica me va a matar.
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Accidentes del destino - (Ventino) [Jumila]
RomanceJuliana no esperaba encontrarse con la persona a la que más daño le había hecho, Camila se encontró con quien más odia, ninguna de ellas sabe quién es la otra, pero cuando los corazones llaman, simplemente se encuentran, es aquí, cuando el peso de u...