Camila Esguerra Escobar era mi novia y yo no podía estar más orgullosa de decirlo, era como si su pecho se inflara cada vez que pensaba en su linda pelirroja, y pese a que seguía ese oscuro secreto que las separaba, la felicidad que la invadía era tremenda. Quizás era por el hecho de que en la vida Juliana se había sentido amada, quizás por el hecho de que la única persona que se había preocupado por ella era su mejor amiga, o quizás era porque el hecho de tener a alguien tan distinguido como Camila en su vida, no habría pasado ni siquiera en sus más locos sueños, pero ahí estaba, esperando a la más hermosa chica que podía existir.
—Deberías dejar de poner esa cara de huevona cada vez que la esperas. — Susurró Natalia al llegar a su lado.
Juliana la miró mal. — No tengo cara de huevona. — Se defendió. — ¿Y tú qué haces de acá?
—Estoy esperando a alguien.
—¿A quién?
—Alguien.
—¡Oh! ¡Ahí viene Makis! — Dijo con una sonrisa socarrona.
Natalia de inmediato comenzó a mirar para todos lados. — ¿Dónde?
—No sé, pero de seguro es a ella a quien esperas.
—¡Maldita! — Gruñó de mala gana.
Juliana ni siquiera pudo contestar a su odiosa amiga, solo se quedó maravillada al ver como Camila Esguerra sorteaba los obstáculos del campus para dirigirse donde estaba ella, pacientemente esperándola, pudo ver esa delicadeza que portaba la chica al caminar, nada parecido a la naturaleza tosca que la envolvía ella al convivir constantemente con hombres, también pudo ver la perfección de su piel, nada parecido a la suya, la que solamente había obtenido cuidados en estos últimos años, y para que decir la clase que la chica despilfarraba, esa que, claramente, ella no poseía.
—Hola amor. — La melodiosa voz de la chica la había sacado de su mundo.
—Hola princesa.
Juliana aun no se acostumbraba al hecho de que esa chica era su novia, y que, por ende, la podía saludar como a ella le fuera conveniente; aun dudaba sobre el hecho de tomarla y besarla a su antojo, quizás también influía el hecho de su extrema timidez por sentirse una completa inexperta.
—¿Me besas o te lo debo robar yo? — La pelirroja había irrumpido en sus pensamientos y la había devuelto a la tierra, observando a ese hermoso ángel que tenía al frente.
—Lo siento. — Dijo.
—No me pidas perdón.
—Lo siento.
—Ya te dije preciosa. — Las delicadas manos de la pelirroja tomaron con suavidad las mejillas de la morena, acercándola hasta aspirar le fresco olor a menta que desprendía la boca de la muchacha. — No me pidas perdón, solo bésame.
Las manos de la morena se habían clavado en las caderas de la muchacha, dejándola pegada a su cuerpo, justo en el momento en que la pelirroja había juntado sus labios de manera tierna, saboreando con ternura la boca de su novia, dándose el tiempo de juntar sus almas en ese pequeño e ínfimo gesto de amor verdadero.
—Me gusta besarte. — Dijo la morena.
—Y a mi me gusta que me veces. — Respondió la pelirroja.
—Lo siento si a veces soy tímida, — un puchero asomó entre los labios de Juliana. — Es que eres mi primera novia, no... no sé como actuar. — De inmediato se sintió un poco torpe por no saber que hacer. — A veces soy un poco... torpe.
Camila la hizo retroceder un poco hasta dejarla sentada sobre el muro que contorneaba la entrada a la universidad, posicionándose entre sus piernas para poder alcanzar sus labios con total soltura; era la única manera que se le ocurría a la pelirroja para poder callar a su hermosa novia, para poder silenciar todas las protestas que de seguro se tejían en la atolondrada cabeza de la morena.
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Accidentes del destino - (Ventino) [Jumila]
RomanceJuliana no esperaba encontrarse con la persona a la que más daño le había hecho, Camila se encontró con quien más odia, ninguna de ellas sabe quién es la otra, pero cuando los corazones llaman, simplemente se encuentran, es aquí, cuando el peso de u...