Capítulo IV

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"Me asignan un nuevo compañero de cabaña..."

El sol se estaba poniendo ya por el pabellón cuando los campistas comenzaron a salir de sus cabañas para dirigirse hacia allí.
Nosotros nos quedamos apoyados contra una columna de mármol viendo a las demás cabañas desfilar.

La primera en pasar fue la de Atenea, una docena de campistas rubios y de ojos verdes que me hicieron volver a preguntarme donde podía estar mi amiga. La cabaña de Ares desfiló después, Clarisse encabezaba la fila con un brazo en el castillo cabestrillo y un feo corte en la mejilla; a pesar del encontronazo con los toros no se había dejado intimidar.
La cabaña de Hefesto llevaba al frente a Charles Beckendorf, un chico afroamericano de quince años capaz de forjar cualquier arma el solo; hasta ahora no había escuchado a nadie llamarlo Charlie, Charles o algo por el estilo, simplemente Beckendorf. Las cabañas de Deméter, Apolo y Afrodita pasaron después; y finalmente la cabaña de Hermes cerró el desfile.

Travis y Connor Stoll eran los jefes de cabaña, no eran gemelos, pero se parecían tanto que necesitabas tiempo para aprender a distinguirlos. Entre la multitud de campistas que los seguían logré localizar a la chica que nos había traído hasta aquí. Ahora sabía que era de la cabaña de Hermes, pero me faltaba averiguar si esa era su conexión divina o era parte del grupo que aún no había sido reconocido.
Una vez avanzaron los sátiros y las náyades, guié a Tyson hasta el pabellón.

— ¿Quién ha invitado a... eso? — gritó alguien desde la mesa de Apolo.

Lancé una mirada fulminante pero no pude adivinar quién había sido. Desde la mesa principal hablaron arrastrando las palabras:

— Vaya, vaya pero si es... Peter Johnson.

Apreté los dientes.

— Es... Percy Jackson, señor.

El señor D tomó un sorbo de su Coca Cola Light.

— Si, bueno... Lo que sea, como decís los jóvenes ahora.

Llevaba la camiseta atigrada de siempre, unos shorts de paseo y unos tenis con calcetines negros; con su panza rechoncha y su cara rojiza parecía uno de esos turistas de Las Vegas que había estado de casino en casino a altas horas de la madrugada. Tras él un sátiro le ofrecía las uvas de una en una.
El verdadero nombre del señor D era Dionisio, el dios del vino. Había sido castigado por perseguir a cierta ninfa prohibida por el bosque, cuando Zeus se enteró lo mandó al Campamento a vigilarnos.

A su lado un hombre, al que no conocía, se sentaba en el que anteriormente había sido sitio de Quirón. Llevaba un mono de presidiario naranja con el número 0001 y el pelo gris cortado de cualquier forma, como si hubieran metido una máquina de podar. Su cara era desconcertante, expresaba dolor, enfado y hambre, todo al mismo tiempo.

— A este chaval has de vigilarlo. — el señor D no despegó la vista de mí - Es, ya sabes, el hijo de Poseidón.

— Ah, ese... Soy Tántalo. — me daba que ya habían tenido esa conversación largo y tendido en el pasado — Perseus Jackson, abstente de provocar problema durante mi estancia.

El hombre bajó la vista a su vaso e intentó tocarlo, el señor D se divertía con la escena: cada vez que Tántalo se aproximaba a cualquier bebida o comida esta comenzaba a esfumarse o a alejarse de él.

𝐒𝐄𝐀 𝐎𝐅 𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐄𝐑𝐒 || PJO 🔱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora