Capítulo XVIII

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"La carrera de caballos termina en fuegos artificiales..."

Gracias a la capacidad de los centauros para viajar, llegamos a Long Island poco después que Clarisse. Yo iba a lomos de Quirón y, aunque tenía muchas preguntas sobre su parentesco con Cronos, decidí ahorrarme el interrogatorio.
Cuando llegamos al campamento, los centauros tenían muchas ganas de conocer a Dionisio. Habían encuchado que montaba unas fiestas increíbles, pero se llevaron una decepción al encontrarse a todo el mundo reunido en la colina Mestiza.

En el campamento habían pasado dos semanas muy duras. La cabaña de artes y oficios había quedado reducida a cenizas tras el ataque de un lagarto enorme que escupía fuego. Las habitaciones de la Casa Grande estaban a rebosar de heridos y la cabaña de Apolo había hecho horas extra para atenderlos a todos. Todos los que se agolpaban entorno al árbol de Thalia parecían agotados y hechos añicos.
Todo pareció adquirir más relieve en cuanto Clarisse colocó el vellocino sobre las ramas: el brillo de las luciérnagas, el olor a campos de fresas, el rumor de las olas en la playa. Poco a poco las hojas del pino comenzaron a pasar del marrón al verde.

Todo el mundo estalló en vítores. La transformación se producía rápido, pero no había duda: la magia del Vellocino de Oro se estaba inflitrando y expulsaba el veneno del interior del árbol.
Quirón ordenó que se hicieran turnos para vigilar el árbol hasta que llegara el monstruo idóneo para protegerlo, pondría en anuncio en el Olimpo Semanal. Entre tanto, los compañeros de cabaña de Clarisse la llevaron hasta el pabellón entre vítores, laureles y honores. A Skylar y a mí no nos hacían ni caso, y era agradable ser un campista normal por una vez.

Aquella noche tocaba escuchar historias de fantasmas de los hermanos Stoll y asar malvaviscos. Tyson y yo nos habíamos hecho un hueco entre los grupos de gente de la misma cabaña y Grover se nos unió.

— Hacéis un buen equipo. — dijo metiéndose un malvavisco en la boca — Sky y tú.

Quedé en silencio. Era cierto, pero había algo en su actitud que me confundía bastante.

— ¿A ti no te pone mala cara cuando la llamas Sky? — Tyson negó al mismo tiempo que Grover.

— No te encariñes de ella. — miré a Grover — Lo digo por tu bien. Desaparece cuando menos te lo esperas, lo hace siempre. Es así.

Notamos que un pequeño grupo también se nos unía junto a la hoguera. Reconocí a Charles Beckendorf, Silena Beauregard y a Skylar, el chico de Apolo que jugaba a las cartas con ella también los acompañana; creo que se llamaba Elliot Standford.

— ¿Nos podemos apuntar?

A Tyson le faltó tiempo para asentir con una amplia sonrisa en cuanto escuchó a Skylar.

— ¿Has hablado con Clarisse? — me preguntó, tostando un malvavisco.

— Vuelve a ser ella.

— Créeme, debajo de esa fachada de tipa dura hay una buena amiga.

Acto seguido, se llevó el malvavisco a la boca. Grover murmuró algo de su mestabolismo y ella se encogió de hombros.

— Hacer magia da hambre.

————— ψ —————

A la mañana siguiente, una vez que los ponis fiesteros salieron hacia Florida, Quirón anunció que las carreras de caballos continuarían.
A Tyson no le entusiasmaba la idea de subirse a un carro, después de nuestra primera experiencia, de modo que le pareció estupendo que formáramos equipo con Elliot. Él conduciría, yo combatoría y Tyson sería nuestro mecánico. La idea principal era que Skylar se nos uniera, pero había tomado el relevo de unos cuantos campistas de Apolo y no tenía tiempo de entrenar; de hecho, fue ella quien sugirió a Elliot.

𝐒𝐄𝐀 𝐎𝐅 𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐄𝐑𝐒 || PJO 🔱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora