Capítulo III

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"Tyson juega con fuego..."

En cuestiones de mitología hay algo que odio más que las señoras mayores parlanchinas: los toros. El verano anterior, había combatido al Minotauro en la cima de la Colina Mestiza.
Lo que esta vez vi allí fue peor. Dos bestias de bronce y del tamaño de elefantes atacaban a los campistas mientras echaban fuego por la boca.

— Por todos los dioses. — murmuró la chica a nuestro lado.

Lo que más me inquietaba no era que los toros persiguieran a diez campistas, sino que corrían por toda la colina. Aquello no era posible, los límites mágicos del campamento impedían que los monstruos no pasaran más allá del pino de Thalia.

— ¡Patrulla de frontera, a mí!

De Clarisse laRue se podían decir muchas cosas, pero no que no era valiente. La hija de Ares intentaba mantener una formación en su mini ejército para defenderse de los animales sin mucho éxito.
La chica dejó escapar un taco y salió corriendo a su ayuda.

Pedí a Tyson que no se acercara a los monstruos y corrí colina arriba. El ejército de Clarisse se había reducido a seis campistas, otros cuatro se alejaban corriendo con el casco en llamas.
El toro de bronce se giró, listo para embestirlos por la espalda.

— ¡Cuidado!

No debí decir nada, sólo conseguí sobresaltarla. El toro chocó contra su escudo, rompiendo la formación.
Me lancé de un salto y aparté a Clarisse cuando el bicho se disponía a matarla.

— ¡Qué haces! — gritó, aporreándome con la mano — ¡Suéltame, Jackson!

Tras dejarla en un montículo junto al pino de Thalia y salí corriendo a enfrentar al toro, empuñando a Anaklusmos. Llevaba varios minutos sin localizar a la chica que nos había acompañado hasta el Campamento y temía que la hubieran atacado.
Lancé dos mandobles al animal metálico sin lograr mucho más que un par de rasguños cerca del hocico, y lo enfadé mucho más de lo que ya estaba.
Un silbido lo distrajo y comenzó a perseguir a una figura, alejándose de mí. Intenté reincorporarme, pero la pierna izquierda me falló.

— ¡Percy!

Tyson se interpuso cuando el toro arremetía contra mí. La explosión se arremolinó a su alrededor como un tornado rojo. Sólo se veía la silueta oscura de su cuerpo, y tuve la certeza de que mi amigo acababa de convertirse en un montón de ceniza.
Cuando las llamas se extinguieron, Tyson seguían completamente ileso. Antes de que el toro pudiera lanzar el segundo ataque, mi amigo comenzó a darle mamporros en el hocico mientras gritaba algo así como: "¡Vaca mala!".

— ¡Abajo!

El toro se tambaleó y se derrumbó sobre su lomo, con las patas en alto y el hocico humeante.
Quería levantarme a ver como estaba, pero sentía como si me arrojaran ácido sobre el tobillo. Algunos campistas de la cabaña de Apolo me dieron un poco de néctar y enseguida volví a sentirme mejor.

— ¿Y el otro toro?

El segundo había caído tras los ataques de la hija de Ares. Tenía la pata atravesada por una lanza y daba vueltas como un caballito de carrusel.

— ¡Qué has hecho, lo tenía todo controlado!

La chica de la escuela se interpuso entre ambos, supuse que había estado peleando ella también por las heridas que tenía en la mejilla y la ropa llena de manchas negras y roturas.

— Clarisse, tienes un ejército herido. Deja la pelea para luego.

La hija de Ares me dirigió una última mirada de odio antes de avanzar hasta uno de los campistas heridos.

— ¿Estás bien, Tyson?

— Lo siento, sólo quería ayudar. — él bajó la mirada apenado y ella asintió ladeando la cabeza — He desobedecido a Percy.

— No pasa nada.

Yo aún estaba sorprendido por lo que avababa de ver. La chica debió notar mi expresión, porque avanzó hasta quedar frente a mí y se cruzó de brazos.

—¿Alguna vez te has atrevido a mirarlo por encima de los dientes? — preguntó casi leyéndome la mente.

Hice caso. Una vez pasabas los dientes amarillentos y torcidos del grandullón te encontrabas con un par de ojos. No, un ojo... Un momento, Tyson era un cíclope.

— Por su aspecto es casi un bebé. — explicó — Por eso no te han atacado en todo el año, y por eso no ha muerto quemado por los toros. Los cíclopes son ignífugos.

— ¿Cómo...?

— No tengo tiempo para explicártelo ahora. — ella se volvió hacia Tyson — Deberíamos hablar con Quirón antes de que Tántalo llegue.

— ¿Quién es Tántalo?¿Qué está pasando?¿Por qué...?

Fruncí el ceño. Quizás no entendiera mucho de lo que estaba pasando, pero estaba seguro de no haber escuchado ese nombre el verano pasado.

— ¿Qué está pasando? — repitió ella con la vista puesta en el árbol de Thalia — Creo que llevas demasiado tiempo fuera.

Decidí no hacer más preguntas (ya que no me iba a contestar) y seguirla.
En cuanto estuve más cerca de la planta me di cuenta de que algo iba mal: era amarilla, tenía un hueco por el que emanaba savia de aspecto enfermizo y las hojas estaban arrugadas. El árbol servía de barrera mágica con el Campamento, todos conocían la historia, y el único modo de que los monstruos la hubiera atravesado es que estuviera envenenado.

A medida que avanzábamos por el Campamento, nos cruzamos con varios grupos de chicos que miraban mal a Tyson o directamente no saludaban. Parecía un campamento militar (y puedo decirlo porque me echaron de varios).
Por su parte, el grandullón no paraba de hacer preguntas sobre el lugar fascinado, como si no se diera cuenta de la situación.

— ¿Qué es eso?

— Los establos. — respondí — Ahí descansan los pegasos, son algo así como ponis voladores.

— ¿Y tú tienes compañeros en tu cabaña?

— No, es un poco... Complicado.

Me sentí un poco avergonzado. ¿Cómo explicarle que yo en realidad no debería haber nacido?
Los Tres Grandes habían hecho un pacto para no tener hijos. Al ser los dioses más poderosos, sus hijos tenían un poder de destrucción mayor y cuando nos enfadábamos podíamos liarla... Como en la Segunda Guerra Mundial.
El caso es que ese pacto se había roto en dos ocasiones, una vez con Thalia y otra conmigo. Thalia había acabado convertida en pino y yo, bueno, hacía todo lo posible para no acabar igual; siempre había tenido dudas de en qué acabaría transformado, quizás Poseidón me convertiría en fitoplancton o en alguna especie de alga.

— Entrad los dos a hablar con Quirón, yo voy a ayudar en la enfermería.

Sin dejarnos tiempo para pronunciar una palabra se fue.

𝐒𝐄𝐀 𝐎𝐅 𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐄𝐑𝐒 || PJO 🔱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora