El secreto de las nubes

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Los colores naranjos presentaban al inmenso sol naciente, los colores rosados debatían con los morados, ambos empujando al azulado de la profunda noche. Calmando tal espectáculo, las blanquecinas nubes se lucían por los cielos.

Ya había pasado un rato desde que Francisco despertó, no tardó en analizar el sitio que se encontraba debajo de él. Se veían grandes hectáreas dedicadas a la siembra, enormes cerros pintados de flora, y una carretera a lo lejos, deduciendo varias posibilidades.

— Me hubiera agradado que me avisaras, ¿sabes? — renegó José por sus tiempos de sueño.

— Te veías tan tranquilo, no podía hacerlo — respondió el rojizo.

Deleitado por las tonalidades que otorgaba el cielo, Carioca preguntó:

— ¿En dónde nos encontramos?

Volviendo a su dilema, Panchito volvió a mirar:

— Creo que en los límites de Jalisco, al parecer el sarape tuvo sus dificultades de vuelo por la noche, y no le culpo, debió ser difícil el pasar desapercibido entre tanta población.

— Tiene mucho sentido — José contestó, con su mano ocultó un largo bostezo, después de ello, se enderezó. — Y ahora tenemos que dar rumbo hacia otro continente, ¿qué se viene?

— He pensado muchísimo en eso, — las ráfagas de viento le acariciaban, todo continúa. — , el sarape también debe ahorrar energías, opino que nuestra primera parada sea en Tzintzuntzan, no sin antes sobrevolar el municipio de Quiroga, ¿te parece?

— ¿Tzintzuntzan?

— Ajá, un bello municipio del Estado de Michoacán — respondió el mexicano, con ese tono de orgullo que tan bien le quedaba. — de ahí, podríamos seguir derecho hacia las costas de Veracruz.

— Es buen plan, pero después de Veracruz continúa el océano, ¿cómo navegaremos? — sospechó el brasileño. — El Sarape no resistirá la extensa área de agua salada.

— Tranquilízate, tengo un familiar por esos lugares, se dedica a eso de las navegaciones y barcos, nos puede echar una mano.

— Si así lo dices — concluyó mientras arreglaba su paraguas, y lo colocaba en forma de pistola.

— ¿Qué tanto haces?

— Transportamos con nosotros un diamante, meu amor, la codicia en estos tiempos es bastante, cualquier ser puede tener el descaro de arrebatárnoslo, y yo no pienso perder a Donald.

Francisco reflexionó en las palabras del contrario, era verdad, el diamante estaba indefenso, y en altos niveles de peligro; no pudo ver antes la ignorancia que tenía del tema.

— Tienes toda la razón... — le miró. — No está de más entrenarnos un poquito — comentó al sacar ambas armas de fuego que poseía a dirección del brasileño.

Nāo, nāo!  — agitó sus brazos con desesperación. — ¡Para acá no! — exclamó. — ¡Qué apuntes a otro lado!

Panchito rió, nunca podría dañar a su nueva razón de vida.

Hi, hi!

Estoy que exploto de amor por estos dos, ¡MADRE MÍA COMO LOS AMO!
A que también son sus razones de vivir, ¿eh, eh? ( ͡° ͜ʖ ͡°)

¡Nos vamos pa' las tierras michoacanas, nenes! ¡Donalcio allá vaaaan!

¡Sayonara! ❤️

Diamante perdido [Pistoles & Carioca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora