Contra el viento & la marea

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Debido a que las autoridades de Jalisco tomaron la decisión de no permitirle aterrizar en el techo de algún edificio o mínimo un jardín del centro histórico, por más dinero que él propusiese para otorgarle los permisos, Mickey cambió la llegada del avión empresarial al Aeropuerto Internacional de Guadalajara. Una vez las llantas del trasporte aéreo hicieron contacto con el amplio espacio de aterrizaje, los pasajeros de aquel viaje se emocionaron, sobre todo aquella esperanzada Daisy que brincaba de ganas por ver a su amado.

Well, here we are! — anunció aquel azabache con una amplia sonrisa. — Aunque nos modificaron los planes a último momento, ¡hemos logrado corregir nuestra ruta con éxito y sin contratiempos!

Queriendo prestar atención a su querido amigo pero con las ansias carcomiéndola, la de bella coleta se dispuso a escucharlo mientras se apresuraba a sacar su maleta del compartimento superior de la aeronave. Con movimientos rápidos, tomó su equipaje y se acercó gustosa a la salida más cercana a ella, asintiendo a los cometarios que realizaba un entusiasta Mickey.

Escudriñando a la distancia para descifrar si había un automóvil que la llevara directo a la vivienda del buen amigo Pistoles, Daisy esperó a que se abriera la compuerta blanca del avión. Tras escuchar el rechinado de metales que anuncia la apertura del acceso, hizo fuerte agarre de su maleta, y dio un paso al frente para encomendarse rumbo al estacionamiento, sin embargo, una enguantada mano tomó suavemente su hombro, haciéndola desconcentrar de su meta.

Hey, just wait a minute, my dear friend! — sin deshacerse de su buen ánimo, el líder de toda la marca Disney le detuvo. — No puedes bajarte ahora mismo, nos prepararán una salida especial para nosotros, no podemos permitir que nos reconozcan los fanáticos, ¿sabes? — él rió ante tal posibilidad. — Nos rodearían, y pedirían muchos autógrafos, eso pondría en peligro la confidencialidad del proyecto que llevamos produciendo.

— E-eh, claro... ¡Una disculpa, estoy algo distraída es todo! — Daisy forzó una sonrisa, tratando de acoplarse al plan.

[ • • • ]

Su cuerpo palideció por instantes, mostrando ligeros rasgos de incertidumbre en su mirar. Percibiendo los lentos, casi imperceptibles respiros que daba, Panchito se acomodó en su asiento, con una penetrante mirada perdida; pereciese que le robaron cada rastro de su festiva alma. Desesperanza, se estaba ahogando en un agrio sabor de boca.

— Te lo pido, puede ser el más sencillo de todos, el que menos necesites, hasta con imperfecciones, no hay problema con eso, pero... por favor, ayúdame — insistió el rojizo extendiendo su brazo hacia su primo, en su puño yacían varios billetes en forma de paga.

— Bien sabes que no es no, Pancho, ¿qué no recuerdas lo que nos decían nuestros tíos?

— Vamos, s-sería tan sólo por unos días, nunca te he pedido nada...

Dichas esas palabras, el rostro del contrario se trasformó a uno de mayor seriedad; ahora el ambiente se percibía por completo insoportable.

— Así es, nunca me ocupaste, y ya que ocupas algo de mi, vienes a mi casa como si nada. — esparciendo su disgusto, él se puso de pie, siendo una acción copiada de inmediato por el tapatío; quizá por mera inercia, o quizá... en manera de defensa. — ¡¿Crees que es divertido que te aparezcas así?! — la voz grave resonaba por la habitación, una enorme ira se escupía entre sus palabras. — Han pasado años, décadas en las que te fuiste a hacerte amigo de los gringos, dejaste a la familia de lado tan sólo para cumplir tu capricho de fama. Te atreviste a jalarme en tus andadas, firmando tantos contratos que a mi mente se le nublaron todas las condiciones que tenían. ¡Ahora mira, gracias a eso mi existencia se ha alargado, he visto a muchos de mis cercanos morir, y yo sigo aquí! — para este punto, su pecho subía y bajaba con frenesí. — Ya... ya casi no recuerdo a mi madre, tu tía, ¿puedes recordarla?

Diamante perdido [Pistoles & Carioca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora