Diamante perdido [Pistoles & Carioca]

Llamadas al aire

Era la tercera vez que devolvía el teléfono a la mesa, de nuevo sin respuesta. Otra vez, intentó volver a hacer su deber en el escritorio, procuraba prestar atención en sus tareas, pero le era inútil, su mente era corrompida por la preocupación de no saber absolutamente nada.

Extrañada, Daisy se paró de su asiento,
y haciendo sonar sus tacones, caminó por su oficina.

— Hey, Daisy! — saludó Minnie, quién entraba alegremente. — Oh, ¿qué te pasa? — se acercó a su amiga. — Te ves muy ansiosa.

— Estoy nerviosa, muy nerviosa — contestó.

— ¡No tienes porqué! — rió con varios papeles en mano. — El documento del guión lo puedes entregar dentro de dos semanas, no te alteres por eso.

— Minnie, no he sabido nada de los chicos — soltó de manera triste. — Desde ayer que no he vuelto a saber de ellos, tampoco pude hablar con Donald — dijo, para después desplomarse de vuelta a su silla.

Tras escuchar la causa de la frustración de su compañera, la recién llegada volcó los ojos, y carcajeó bajo.

— ¿No crees que exageras sólo un poquitín? — cuestionó con dulzura.

— ¿Qué?

— Apenas va un día de que Donald salió, fue a divertirse con sus amigos, Daisy — aclaró. — ¿Sabes lo mucho que se pierde la noción del tiempo en esas circunstancias? — rió, todo por experiencia propia. — Es igual a cuando vamos las dos de compras, salimos, vemos y probamos ropa linda, comemos algún rico helado de fresa; es exactamente lo que sucede con ese trio.

— Creo que sí... — miró el teléfono. — Tienes razón, no quiero ser una molestia y llegar al punto de hostigarlos.

— Nunca lo has sido, querida, todos nos ponemos paranoicos de vez en cuando — le tomó del hombro. — Y hablando de paranoia, acompáñame por un café con leche que enloqueceré.

A las dos amigas les divirtió el comentario, regalándose una tierna sonrisa, enseguida salieron de la oficina.
Pero Daisy, aún tenía un poco de preocupación, sólo un poquito.

Y lo único que la mantenía a flote era pensar que los tres estaban bien.