¿Libre???....
Julian Bell tenía ya siete días preso, el primer día, lo paso junto con otros detenidos en las celdas temporales de la policía. Al siguiente lo trasladaron a una celda individual en el reten judicial a la espera del juicio preliminar. Hizo una llamada a su familia, les indicó que estaba preso, acusado de intento de homicidio y que el abogado le indicó que estaba por enfrentar entre cinco a diez años de cárcel. Lo hizo más como sólo por informarles, sabía que no se aparecerían, ni para ver si tenía ropa apropiada, o si estaba comiendo algo.
La única visita que tuvo en esos días fue la de aquel abogado que lo acompañó a la policía cuando era detenido y quien le escuchó su versión. Pero salvo esa visita aquel viernes antes de ser trasladado al reten judicial, no lo volvió a ver más.
Era jueves en la tarde, fue trasladado del retén y llevado al juicio preliminar, en el mismo se le leerían los cargos, y se le indicarían las penas a las que se enfrentaba. Fue cuando cayó en cuenta que estaba sin abogado, no había vuelto a saber de aquel hombre. Pero pensó que seguro en los tribunales se le asignaría uno en caso de no tener ninguno. Esperó sentado en su puesto de imputado. El juez ya entraba, en la otra mesa estaba el fiscal. Nadie lo acompañaba a él.
—Su abogado, —le preguntó el juez, mientras se iba acomodando.
Julian no supo que responder.
—Aquí su señoría, disculpe el retraso, estaba saliendo de clases, —respondió un hombre atrás. Julian se giró para ver entrar a aquel hombre mayor con quien hablo hacía casi una semana y que avanzaba a la silla a su lado.
—Bien, —dijo el juez. —Continuamos.
La siguiente hora la fiscalía narró los hechos ocurridos, Julian recordaba los detalles y en ese momento sólo lamentaba que no había matado al desgraciado, al menos si iba a ir preso, que fuera por un crimen de verdad; pero él no era un criminal, no iba a cargar con la muerte de nadie a sus espaldas, aunque la rata se lo mereciera. El abogado a su lado intervino un par de veces, no habló mucho, para Julian todos estos tecnicismos técnicos lo tenían sin cuidado, más cuando citaban articulo tal, parágrafo cual, y la cosa se extendía por ahí. Su cabeza estaba en otro lado.
Cuando por fin los discursos terminaron, Julian vio como el abogado de la fiscalía recogía sus papeles y los guardaba en su maletín; el abogado a su lado hacía similar y Julian no entendía que pasaba al final. Los abogados se pusieron de pie, y el hombre a su lado lo instó a levantarse ante el juez.
—Bien leído los alegatos, y las circunstancias, y estando ambas partes de acuerdo ...; —dijo el juez.
«¿Ambas partes de acuerdo?...», pensó Julian «¿Cuándo estuve de acuerdo?... ...¿En qué estuve de acuerdo?...»
—Se le condena a Julian Bell Skye a realizar doscientas horas de trabajo comunitario y se obliga a asistir a psicólogo para revisión del tratamiento de la ira; informes que serán entregados a este juzgado quincenalmente, entiende señor Bell.
Julian asintió, pero no entendía nada de nada. Hacia una semana que había disparado contra un hombre, no una, sino varias veces; no lo mato, pero seguro no volvería a caminar o correr como antes en su vida, y algún trozo de oreja no tendría más, al menos no sin cirugía plástica reconstructiva. Julian quería que sufriera, quería asustarlo, incluso recuerda cuando le apuntó a la cabeza con la pistola con la última bala, ahí tirado en el piso, llorando, se había orinado, y seguro que cagado, el olor lo delataba, estaba disfrutando el momento, pero cuando iba a disparar, en el instante final, levanto el arma y la bala se incrustó en el techo.
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Camarógrafo - Serie: Étoile Producciones - 02
RandomDentro del mundo de Obligado, viejos amigos, otros nuevos y nuevas historias. *** Se aclara que esta obra contiene contenido para adultos. Hay relaciones sexuales explicitas entre hombres, nada de amor, romances y esas estupideces; queda avisado...