¡Papáaaa....????
Drew preparaba la cena aquel viernes por la tarde. Los niños en la mesa del comedor terminaban las tareas escolares. Una llave se sintió en la puerta. Los chiquillos sonrieron y miraron esperanzados. Había pasado más de una semana que no habían visto a Trevor; casi perdían las esperanzas de que el hombre volviera con su padre. Al parecer el haberlos vistos a ambos teniendo sexo no había sido muy buena idea, ya que a ojos de los niños, estos pensaban que la ausencia de hombre era por esa causa.
Cuando la puerta se abrió y Trevor asomó su cara, los niños corrieron a recibirlo. Casi jalado dentro, los chicos lo llevaron hasta el sofá.
—Ya niños, dejen que respire, —dijo Drew, quien se aproximó al hombre y abrazo al mismo, dándole un beso en la boca.
En el abrazo Drew sintió la dureza del pene del hombre encerrada en esos pantalones. La suya empezaba a crecer, pero a diferencia de Trevor, él estaba con unos calzoncillos tipo bóxer y si seguía insistiendo pronto tendría una tienda de campaña difícil de ocultar. Como pudo se separo del hombre, y dijo a los niños.
—Feliciten al tío Trevor, su reportaje salió en las noticias.
—Felicidades tío Trevor, —dijeron los niños al mismo tiempo.
—¿Entonces terminaste tu tarea?, —completó José con una sonrisa cómplice.
—Se podría decir, —respondió el hombre.
—Eso quiere decir que te puedes quedar a dormir aquí con papá, —insistió José.
—Sí, creo que sí, depende de su papá; —insistió el hombre como lanzando la papa caliente al otro. Los niños miraron al padre, una mirada entre acusación y angustia.
—Si bien, como ya el tío Trevor terminó su tarea, se puede quedar, —respondió Drew sintiendo que si decía lo opuesto esa noche esos monstruos enanos lo apuñalarían seguramente al cerrar los ojos.
—Dijiste que iban a celebrarlo; —insistió José.
—Claro, pero en su casa y con ustedes en casa de los abuelos, ¿recuerdan?, —ahí se burló Drew, quien girando, y sin hacer mucho caso a la cara molesta de los chicos, se volvió a la estufa eléctrica para terminar de cocinar la cena. Eran pasadas las nueve de la noche cuando aquellos niños terminaron de abrir el sofá cama para acostarse. Los hombres sobre la colchoneta esperaron hasta más de las once de la noche para intentar algo.
—Ya están dormidos, —insistió Trevor.
—Seguro, tan dormidos como la última vez, —reclamó Drew a su lado, y no lo dijo en un susurro como el hombre a su lado, sino en voz normal, una qué seguro escucharían los mocosos arriba en la cama.
—Me dijiste que íbamos a celebrar el fin de esta locura, incluso se lo dijiste a los niños, pero me tienes en ascuas, yo estoy aquí listo, —eso lo dijo mostrando su erección, una que había tenido casi toda esa noche desde que entro, y que se había estado acariciado desde el momento que se desnudaron para acostarse en aquella colchoneta, y de eso ya hacían más de dos horas. —¿Podemos hacerlo en el baño?
—Para que José entre con la excusa de orinar, no lo siento.
—¿Y bien, qué sugieres?; —Trevor se estaba empezando a cabrear.
—Tengo una idea, —dejo Drew poniéndose de pie y buscando un juego de llaves en el plato de la entrada. Trevor lo miró intrigado. —Vamos, —dijo abriendo la puerta exterior.
—No pretenderás hacerlo en el pasillo, —dijo Trevor al ver al otro salir en cueros al exterior.
—No, vamos abajo.
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Camarógrafo - Serie: Étoile Producciones - 02
AléatoireDentro del mundo de Obligado, viejos amigos, otros nuevos y nuevas historias. *** Se aclara que esta obra contiene contenido para adultos. Hay relaciones sexuales explicitas entre hombres, nada de amor, romances y esas estupideces; queda avisado...