Capítulo XIII

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Mudanzas

Drew terminaba de subir al vehículo la última maleta, el taxi salía luego de aquel motel llevándolo a él y a los niños hacia su nuevo hogar. Al fin tendría un espacio fijo, uno que podía arreglar y acomodar como propio. Mientras iban en el trayecto Drew recordaba. Recordaba como se había levantado el lunes pasado, tras una noche de desvelo. Sentía aún en su boca el sabor del semen de aquel muchacho de piel oscura, era un sabor que no quería salir de sus papilas gustativas. Ni con el arroz chino condimentado que comió él solo, ya que los niños, como previó, estaban llenos de dulce y golosinas tras su salida con la tía, tanto que apenas si probaron bocado.

Ese lunes dejó a los chicos en aquel campamento infantil que estaba abierto ese verano en un parque cercano, donde los llevaba algunas mañanas mientras él buscaba trabajo; y donde los recogía en la tarde; o si tenía suerte y encontraba algo, le pedía el favor a la hija del dueño del motel que se los buscara y cuidara hasta que él pudiera llegar. Aquella chica había sido un ángel de la guardia, no hubiera podido sobrevivir estos dos meses sin aquella ayuda. Para agradecerle todo, antes de partir del motel, le entregó un sobre a la chica, era un modesto pago extra por toda la ayuda. La chica se lo agradeció, pero insistía que no era necesario tal gesto; aunque el padre de la muchacha puso mala cara por lo que decía la muchacha. «Si algún día me necesitas y te puedo ayudar, te prometo que te ayudare tal como tú lo has hecho conmigo», esas fueron sus palabras a la chica, antes de partir.

Y miraba Drew al paisaje cambiar mientras el carro avanzaba presuroso hasta el centro de la ciudad. Centro donde estaban las oficinas de aquella agencia de inversiones y donde él había entrado muy temprano aquel lunes pasado buscando la ayuda que le habían ofrecido el día anterior para solucionar su problema de cuentas bancarias.

Tuvo que esperar, abrieron a las nueve y él había llegado cerca de las ocho de la mañana. Un hombre joven, alto como montaña y con nombre de gladiador romano lo recibió y atendió. En menos de media hora Drew tenía abierta en línea una cuenta corriente y el resto del pago que le habían ofrecido era transferido a la nueva cuenta corriente, monto que estaría disponible para esa misma tarde. Drew vio como aquel hombre de color llamaba a alguien en el banco informando de la nueva apertura y que necesitaba que se agilizara la entrega del plástico al cliente.

—En una hora, —aclaró el hombre; —usted baja y cruza la calle, a un par de cuadras se encuentra una sede del banco y va solicitar hablar con un promotor para el retiro de la tarjeta, —terminó de decir el hombre.

—Gracias, realmente agradezco todo esto.

—Supongo que tendrá pagos que resolver.

—Debo buscar un inmueble, algo pequeño para mudarme con mis hijos.

—¿Inmueble, pequeño?.., —dijo el hombre.

—Estoy alojado en un motel, pero ya no puedo seguir pagando, es botar la plata en nada útil.

—¿Qué tan grande desea que sea el inmueble?

—Lo suficiente para alojarnos los tres, yo y mis dos hijos, he estado por dos meses viviendo en un cuarto, así que no soy muy exigente.

El hombre se levanto de su asiento y le dijo a Drew que lo siguiera, que tenía algo que mostrarle. Drew lo siguió y saliendo del edificio cruzaron la calle, caminaron un par de cuadras y llegaron a un pequeño edificio en la esquina. Abajo habían un par de tiendas, una de abarrotes; la otra era una lavandería publica. Quedaban, pudo ver Drew, un par de locales desocupados más adentro; aunque uno de ellos parecía que estaba en trabajos de remodelación. Por uno de los costados laterales del edificio, entre los locales, subía una escalera y pasaron al primer piso. Este estaba ocupado con oficinas, había un consultorio odontológico, un abogado y no supo que más; al final del pasillo había a una oficina sin letrero.

Camarógrafo - Serie: Étoile Producciones - 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora