CARROLLTON del Sagrado Corazón

Capítulo 8

A la mañana siguiente, CARROLLTON DEL SAGRADO CORAZÓN...

La directora Lacunza caminaba en círculos por toda la oficina como si pretendiera cavar una profunda zanja en el suelo con sus tacones.

—¿Qué? ¡Pero como es posible que África haya renunciado! —la cabeza de Natalia estaba peor que una olla express —Justo cuando tengo los preparativos de la boda encima, no tengo humor ni tiempo para reclutar a una nueva orientadora.

—Necesitas relajarte, Nat —Marta, como siempre, desempeñando ese punto de equilibrio que anclaba a su mejor amiga hasta la tierra —Si quieres yo me encargo. Puedo conseguir a alguien que se ocupe del puesto temporalmente mientras terminamos el curso, si no te sientes cómoda con su desempeño pues buscamos a alguien más ya con calma cuando vuelvas de tu luna de miel.

—¡Pff! Mi luna de miel —resopló —Anoche me sucedió algo horriblemente vergonzoso.

—¿Anoche? —Marta levantó una ceja intrigada —No me digas que mientras lo hacías con Mikel te imaginaste al estúpido y sensual Jesucristo cuerpo de nadador, azotándote con una corona de espinas y gritaste su nombre.

—Te he dicho mil veces que no blasfemes en mi oficina.

—Niégame que te masturbas pensando en Jesús, es que Natalia, el póster que colgaste el mes pasado en el recibidor era demasiado pff, se le marcaban demasiado los músculos, brazos tonificados, ojos verdes y ahh así todo golpeado parecía ese guapísimo bailarín que aparece en la tele...

—No tengo la más remota idea de qué me hablas —¡Por supuesto que la tenía! Si se pasó la noche entera buscando fotos de Alba y el cincuenta por ciento de estas salía abrazando a su novio Luis Herreros, el guapísimo bailarín.

—¿Qué demonios está mal contigo, Lacunza?

—¡No menciones al demonio en este colegio, te recuerdo que este lugar está bendito!

—¡Ay por dios! Pues es que yo que sé que vives debajo de una roca y debes conocerlo porque él es el novio de Alba Reche, la modelo que se ha presentado dos veces en tu oficina.

—¡Alba Reche! ¡Alba Reche! —comenzó a exasperarse —¡Estoy harta de escuchar ese nombre todo el rato!

—Bueno, fue tu idea otorgarle otra oportunidad a Marina Reche para que siga matriculada en el Carrollton, si quisieras deshacerte por completo de ella tienes los argumentos necesarios, solo hazlo.

—Marta... Yo... —¿Cómo se confiesan estas cosas? —¡No sé si realmente quiero que Marina se vaya!

—¿Sigues con la absurda idea que se trata de un alma perdida y tienes la obligación de hacer que se encuentre consigo misma?

—Quiero hablar sobre lo que me sucedió anoche pero te estás empeñando en cambiarme el tema de conversación y verdaderamente necesito desahogarme con alguien.

—¿Qué te pasó con Mikel? #Marta al fin se puso seria.

—Estábamos en la cama, ya sabes... a punto de hacerlo y... —Natalia se sonrojó.

—Al muy idiota no se le subió –su mejor amiga intentó adivinar.

—El problema fui yo, no él.

—Explícate porque no entiendo nada.

—Lo tenía encima, besándome... —recordó la escena con desagrado —De repente comencé a sentirme incómoda, sofocada, y casi me da un ataque de ansiedad. Literalmente le grité que se apartara.

—Pero... ¿te sentías mal?

—Estaba pensando en otra persona —se atrevió a confesar finalmente.