La misión

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En un frío desierto donde no se ve ningún ser vivo y en el cual la noche siempre reina se encontraba el enorme palacio de las noches, el cual se encontraba gobernado por el ex-shinigami Sosuke Aizen, el cual se encontraba solo sentado en su trono en un enorme salón.

—¿Que sucede? te ves algo inquieto—pregunto una sombra que apareció sorpresivamente detrás.

—No es nada importante Gin.

—Por favor, el soberano del Hueco Mundo no estaría preocupado por nada— sonrío el peliplata.

—Tal ves, haya algo pero nada que no tenga una solución—sonrió también el castaño.

—Eso es maravilloso, pero ¿como harás para que tus planes no se retrasen más de lo que están?—pregunto con un brillo de malicia en sus ojos y dando en el clavo al problema que aquejaba al rey de las noches.

—Aunque actúas de esa manera, siempre estas al tanto de lo que sucede ¿Verdad?

—Bueno eso es otro tema, así que no nos desviemos... ¿que es lo que vas a hacer?

Entonces Aizen se levantó y con una sonrisa que solo reflejaba malicia dijo—obligarlos a venir y que todos estén pendientes de lo que pasa aquí.

Orihime se encontraba otra vez mirando tristemente la luna a través de la elevada ventana de su habitación, era lo único le daba un poco de paz y calidez en ese mundo marchito, por lo que podía estar horas viéndola para sentir su la fantasmal luz en su piel. Ya había pasado un tiempo desde que se encontraba en ese terrible lugar, no tenía noción de cuando era de día y cuando era de noche, sintiendo que llevaba una eternidad en ese lugar.

—Mujer voy a entrar—escucho una voz grave que provenía del otro lado de la puerta, la cual se abrió alumbrando parte de la habitación, dando paso a la figura de su carcelero quien traía su comida.

—No tengo hambre—dijo de inmediato la pelinaranja.

—Es mi misión la de mantenerte con vida para que puedas servir a Aizen-sama y esto incluye suministrarte los alimentos y asegurarme que los ingieras.

—Pero no tengo hambre—volvió a decir.

—Ya hemos tenido esta conversación y ya te he dicho las consecuencias, mujer.

—¡PERO YO NO QUIERO!—grito y de repente se encontró pegada al muro con Ulquiorra enfrente de ella sosteniéndola por el cuello.

—Ya estoy cansado de tus juegos mujer—hablo en voz baja—no tengo tiempo para ellos—la soltó y camino hasta la puerta—tengo una reunión con Aizen-sama y por tu propio bien más vale que hayas terminado tu comida cuando regrese—y con esto se Orihime llorando desconsoladamente.

La reunión con Aizen fue algo breve, después de todo solo iba a informarle como se encontraba la mujer.

—Muy bien mi querido Ulquiorra te felicito, me alegro que cumplas tan bien tu misión, después de todo Orihime es importante para nuestros planes.

—No es necesario que me felicite Aizen-sama sólo cumplía con mi deber.

—Que modestia de tu parte Ulquiorra, es bueno saber que puedo contar contigo para lo que necesite, ¡ah! Y antes de que te vayas necesito que le digas algo a nuestra querida invitada.

Orihime estaba sentada en el sofá tratando de comer todo lo que se encontraba en su plato, el cual había dejado en su regazo. En su cara se podían ver los rastros que habían dejado sus lágrimas y sus ojos mostraban una gigantesca amargura.

—No puedo es asqueroso.

—Mujer.

—¡AHHH! ULQUIORRA—exclamo la pelinaranja asustada—yo-yo no te oí entrar, es-estaba terminando de comer pero...

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