Nuestra misión

Revelación

Orihime le dio una sonrisa lasciva mientras que el hollow seguía parado en el umbral de la puerta, mirándola impasible analizando lo que pasaba con la humana, no era muy difícil en realidad al saber en la condición en la que se encontraba. Rápidamente cerró la puerta, ahora debía recordar el peligro que corría la humana en su condición.

La pelinaranja comenzó a gatear sobre la cama hasta llegar al borde, quedando apoyada en sus manos y rodillas, lo que combinado con su semblante parecía una animal a punto de cazar al objetivo en frente de ella.

Ulquiorra se acercó lentamente a la joven mientras ella mordía sus labios y noto como sus ojos grises se tornaban de completamente negros al dilatarse sus pupilas; mientras seguían fijamente los pasos de su cuidador hasta que llegara al borde de la cama.

Orihime se movió lánguidamente quedando apoyada solo en sus rodillas y llevando sus manos a los hombros del pelinegro.

̶̶̶̶̶̶ Mujer...

̶ Shhhh ̶ lo silencio, poniendo sus dedos en los monocromáticos labios para llevarlos a la cremallera del traje blanco y dejar expuesto el agujero bajo su cuello ̶ y pensar que esto nos diferencia.

̶ Nos diferenciamos en mucho más que esto mujer ̶ dijo en tono molesto mientras quitaba las manos de su ropa.

̶ ¿ De verdad somos tan diferentes?¿ Entonces porque estamos en esta situación? ̶ cuestiono mientras frotaba sus labios en las manos que tenían prisioneras a las suyas, y posteriormente introducir esos fríos dedos en su boca.

Entre todas estas acciones realizadas por su prisionera el pelinegro no pudo evitar sentir un escalofrió que le recorriera todo el cuerpo sobretodo ahora que la joven lamia ávidamente y enrollaba su delicada lengua en sus dedos. Velozmente atrapo las muñecas de la fémina y se recostó sobre ella, quedaron atrapados mirándose fijamente el uno al otro, un momento, donde había dos cuerpos, se sentían dos respiraciones, pero se percibía un solo corazón.

Aquel momento duro unos segundos hasta que ambos acercaran sus caras para unirse en un beso. Un beso que parecía desesperado, dando inicio a una guerra por saber quién tenía el control del otro, pero en esta batalla en particular el hollow claramente tenía la ventaja. No sabia como, pero para el pelinegro era obvio la inexperiencia de la mujer respecto a la relación física. Lo había sabido desde el principio, la mujer nunca tuvo contacto cercano con algún hombre, bueno en realidad el no podía llamarse a si mismo hombre, pero era claramente perteneciente al sexo masculino. Que extraño, los hollow deberían ser indiferentes al sexo ya que ellos no nacieron de él, pero a pesar de eso eran conscientes de su mecánica y sus múltiples dinámicas, de hecho varios Espadas lo practicaban y disfrutaban de ello.

Pero era tiempo de desechar esos pensamientos debía concentrarse en el ahora y terminar este juego, y parece que la pelinaranja tenía la misma idea ya que comenzó a mover sus caderas hacia arriba para frotar su entrepierna con la de su captor.

Orihime podía sentir la el bulto en el hakama de Ulquiorra, lo que la desesperaba aun mas, todo era extraño, como si su cuerpo se moviera por si solo y su mente viera tranquilamente lo ocurrido, adormecida por el deseo que la controlaba por completo, necesitaba de esto y era tiempo de hacerlo, de tener el pene de su carcelero completamente en su interior y que no saliera de ahí por un buen rato. Su desesperación la demostró en sus besos cada vez más erráticos, que parecían que estaban devorando al ser que estaba sobre ella, y no pudo evitar aumentar la fricción de sus entrepiernas; era molesto, casi doloroso el calor que sentía naciendo de su vagina que exigía tener el falo de Ulquiorra entre sus paredes ya húmedas y preparadas.

Ambos, cada con un pensamiento distinto decidieron dar el siguiente paso, el ojiverde soltó las muñecas de la joven y se separó de ella para poder aflojar su hakama y dejar a la vista su miembro ya erecto. Mientras que la pelinaranja jadeante y ya libre de las fuertes y blancas manos, se apoyó en sus codos para tener una mejor visión de las acciones del Espada, y al ver la mitad inferior desnuda no pudo evitar abrir sus piernas y darle un mejor acceso.