Capítulo III

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Cepeda vuelve a levantar la mirada. Los ojos de ella brillan más por la luz que empieza a colarse por las persianas del salón. Solamente el canto de los primeros pajarillos mañaneros se atreve a romper el silencio que reina en ese sofá. Son pasadas las siete de la mañana y tras confesarle algunas de sus intimidades y miedos más profundos, la novia de su mejor amigo le acaba de decir que quiere conocerle.

En el momento en que el chico le devuelve la mirada, Aitana se arrepiente de lo que acaba de soltar. Las palabras le han salido solas, sin pasar por su cerebro antes. Como un impulso, ha soltado lo que le pasa: y es que realmente quiere conocer a ese chaval. No sabe por qué, pero ese chico de ojos tristes le despierta una gran curiosidad.

Lo conocía desde hacía cuatro años y Carlos le había contado muchas cosas sobre él y su vida. Sabía que durante un tiempo había estado trabajando en el sector musical, que había empezado una carrera como compositor pero que desde hacía ya varios años lo había dejado. Desde entonces conseguía llegar a fin de mes gracias a trabajos esporádicos como camarero y dando clases de guitarra a niños. Carlos nunca le había contado el porqué de ese cambio, aunque ella había insistido más de una vez por saberlo. Y es que siempre había sentido cierto interés por saber de su vida, pero tras el episodio de sinceridad y confesiones que acababan de compartir en el sofá, Aitana se moría de ganas de saberlo todo sobre él.

En ese momento, Luis sacude la cabeza, provocando que sus miradas vuelvan a desconectarse.

- Te aseguro que no quieres conocerme.

Lo suelta duramente, incluso con desdén. La indiferencia y la lejanía de su voz hacen que Aitana se sienta, de golpe, terriblemente mal consigo misma. Sin decir una palabra más, se levanta y se dirige al dormitorio, donde desde hace unas horas su novio duerme solo. Se tumba a su lado, se acurruca hasta asemejarse lo máximo posible a una bola y cierra los ojos con fuerza.

Está así en esa posición varias horas, hasta que escucha los movimientos de Carlos al despertarse y levantarse de la cama. Sigue sin abrir los ojos cuando le deja un beso en la mejilla y sale del dormitorio.

- Buenos días, tío. ¿Ya estás despierto?

Al oír prácticamente a la perfección como su novio saluda a su amigo en el salón, Aitana se escandaliza al imaginarse que Carlos podría haber escuchado desde la cama la conversación que compartieron ella y Cepeda esa misma noche. Aprieta los ojos con más fuerza e intenta acurrucarse un poco más. Las voces siguen llegando desde el salón.

- Buenos días, Carlos. - contesta el amigo, que todavía está en el sofá.

- ¿Cómo has dormido?

- Bien, gracias. - Miente. Tras su conversación con Aitana, ha seguido fumando y dándole vueltas a todo, incapaz de pegar ojo. - Se duerme bien aquí.

Carlos sonríe y asiente, tras escudriñarle el rostro y saber al momento que su amigo no ha pegado ojo en toda la noche, por las ojeras tan marcadas que se dibujaban debajo de sus ojos.

La conversación de los chicos sigue con temas intranscendentes, pero Aitana no es capaz de seguir escuchándola porque su móvil empieza a sonar.

- ¡Buenos días! - una voz estridente la saluda desde el otro lado del teléfono.

- Hola, María.

- ¿Y esos ánimos? ¿Todo bien, nena?

- Sí, tranqui. - Aunque sabe que no va a colar, suelta la primera excusa que se le pasa por la cabeza - Es que me acabo de despertar.

Más Allá de lo Inevitable | AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora