Capítulo X

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En cuanto Cepeda sopla las velas, la sala queda por unos instantes completamente a oscuras, e inmediatamente, los invitados llenan de vítores y gritos el silencio. Cuando alguien enciende de nuevo la luz, Aitana se descubre a sí misma todavía observando al chico, que recibe besos, abrazos y golpecitos en el hombro a modo de felicitación. Se muerde el labio. Todavía no lo ha felicitado, ni siquiera le ha dedicado un mísero hola. En ese momento se da cuenta de que el alcohol que lleva ingerido está empezando a alterar sus pensamientos, haciéndola creer que acercarse a él es una buena idea.

Se decide y, esquivando la multitud, se acerca al gallego, que sigue riendo con sus amigos.

- ¡Aiti! – Amaia la agarra del brazo, forzándola a frenar sus pasos - ¡Vamos a bailar!

La efusividad de Amaia la obliga a dejar sus deseos para más tarde, y tras echar una última mirada al chico, se une a la pista improvisada que han creado en medio de su salón. Mientras da vueltas y mueve la cadera al ritmo de la música, ve al fondo a Joan hablando animadamente con Natalia.

Han pasado varias horas desde que la fiesta ha empezado y se nota en el ánimo que se respira en esa casa abarrotada de gente. Ya quedan muy pocas botellas llenas y el volumen de la música, las risas y los gritos superan el nivel de decibelios recomendados. Algunos bailan en el centro, otros juegan a algún juego improvisado y otros hablan animadamente, entre bromas.

En el sofá, María, Mimi, Roi y Cepeda ríen escandalosamente, mientras beben chupitos de la última botella de ron que queda, jugando a algo que ha propuesto María.

- Venga, le toca a Luis – balbucea Roi, con dificultad – Chupito o...

Se queda en silencio, tratando de pensar un buen reto para su amigo, pero María se le avanza.

- ¡Chupito o decir a quién te tirarías de esta fiesta!

Cepeda abre los ojos, soltando una carcajada. Mira la botella de ron que tiene la chica en las manos y sospesa sus posibilidades. Al final, sacude la cabeza.

- Trae la maldita botella. Me vais a matar.

Los otros tres ríen.

- ¡Qué cobarde, Cepeda!

- ¡No bebas tanto y mójate! No te va a pasar nada por decir quién te atrae, ¿eh? – Suelta María, poniéndole presión y mirándolo con una sonrisa vacilona.

- ¿Y el porqué de tanto interés? – contesta él con la misma sonrisa, mientras coge la botella y da un buen sorbo a la botella y luego traga, haciendo muecas a modo de asco. – Puaj, yo ya dejo de jugar.

- ¡Ni de coña, vamos! Ahora te toca a ti, Mari.

Ella asiente, sonriendo con los ojos achinados por la cantidad de alcohol que lleva en el cuerpo, y dejándose caer en el respaldo del sofá. En ese momento, paisa Aitana por delante, buscando su copa.

- ¡Aiti! – Esta se gira y se acerca, tras los gestos de su amiga pidiéndole que se acercara – Nena, juega con nosotros, venga.

- ¡Va, sí! – suelta Mimi, señalándole un hueco en el sofá para que se siente – Ayúdanos a pensar un reto para la Mari.

Aitana se sienta, un poco forzada por las miradas de sus amigos, pero también con ganas de unirse al grupito, que hacía rato que observaba pasárselo muy bien. Enfrente, sentadas en dos sillas, están Mimi y María, mientras que a su lado en el sofá está Roi, en medio de ella y Luis. Por lo que, desde su posición, le resulta difícil intentar cruzar la mirada con Luis, sin que se note demasiado. Lo mira disimuladamente, pero él está concentrado en la rubia que tiene delante.

Más Allá de lo Inevitable | AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora