Capítulo XIII

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Ha pasado una semana desde aquello. No he sabido nada de él desde que le pedí que se fuera de mi vida. He vuelto a mi rutina de siempre. No volver a comer aquella exquisita comida que siempre me preparaba. Comer ensalada es lo único que me llenaba en ese instante. No deseaba comer otra cosa. Mis fuerzas cada vez me fallaban. Tampoco me he distraído en pintar porque ya las ganas e y la ilusión desaparecieron con él. La vida es tan injusta. ¿Por qué tuve que enamorarme de alguien como él? Tengo el corazón roto. No siento nada. Todo esto es una mierda.

¿Como estará él? ¡No! No pienses en Smoker. Seguramente estará divirtiéndose por dejarme con el corazón roto. Sin embargo, en estos días no pude parar de pensar lo que ha sucedido en la cafetería. Sus ojos reflejaban aquel dolor que yo estoy sintiendo. Como si su mundo se hubiera desvanecido. ¿Es posible de lo que hubiera dicho fuera real? No estaba muy segura. Todo me era confuso.

Y ahora estoy en mi casa mirando al techo como si estuviera buscando algún punto de distracción. Nami no ha parado de llamarme queriendo saber si estaba bien. Si quería dar una vuelta con ella. No. Solo deseo estar sola y que todo el mundo me dejase tranquila. No quiero saber nada del mundo exterior. Solo morir hasta que alguien me eche de menos y encuentro mi cadáver. Así descansaré en paz y que nadie se burle más de mí. Todavía mi corazón no se ha sanado por completo y no creo que se sabe. Se volverá de piedra como antes.

No quiero tener esos sentimientos estúpidos. Me muerdo el labio con fuerza conteniendo aquellas lágrimas. De verdad no quiero pensar más en el. ¿Por qué eres difícil de olvidar, joder? Me marcaste tanto en mi vida. Pensé que eras alguien diferente y todo fue una equivocación. No quiero pensar más en ti, en serio. No recibir sus mensajes o llamadas ya me daba la señal de que ya no quiere saber más nada de mí. Esa es mi sensación de dolor y angustia.

Todos mis pensamientos negativos desaparecieron cuando escucho a alguien tocar la puerta. ¿Quien será? Que yo recuerde no le pedí a Nami que viniera. ¿Y si fuera él? Sentí una pequeña esperanza en mi corazón. Tal vez no se olvidó de mi. Tal vez quiere intentarlo de nuevo conmigo. Corro hacia la puerta con todas las ganas del mundo para abrirla. Lo malo que no tenía una minilla para ver quién era. Grave error en abrir la puerta. Me encuentro a cierta persona que no me esperaba ver.

Era aquella mujer que estaba en el despacho de él besándolo como nunca. Al verla ya de cerca me pareció hermosa. Ya entiendo el porqué Smoker no se apartó de ella. Tiene buen cuerpo, mejor que el mío. Hasta fumaba un simple cigarro.

—¿__? —pregunta por mi nombre.

—Sí... —No estaba de buen humor para recibirla.

—Soy Hina de la Comisaría Arabasta, ¿puedo entrar?

No estaba muy segura si dejar que entrara esa mujer que hacía que recordará ese momento incómodo. Y estúpida que soy, la dejé pasar. Tal vez no viene por el tema de Smoker. Seguro que estará haciendo algún que otro servicio.

Veo que aquella chica hermosa ante ojos de cualquier miraba con detenimiento mi casa como si fuera algo del otro mundo. No sé si era buena señal o que, pero deseaba que se largase. Hina se acerca al gran sillón y se acomoda en ella como si fuera su hogar. ¿Ésta de que va? Me daban ganas de gritarle a la cara y que me dejase tranquila de una vez por todas. Y no podía. No podía echar a un policía. Me metería en la cárcel si le hago algo. Son intocable esa gente. Hina me mira un momento apagando su cigarro a modo de respeto.

—Sabes por qué estoy aquí, ¿verdad?

—Sí y no quiero hablar de ello —era la pura realidad.

—Pero yo sí —habla con toda la tranquilidad del mundo sin desviar la mirada en ningún momento.— Lo que pasó en la comisaría no fue culpa de Smoker sino mía.

Amar a una "gorda" (Smoker x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora