Capítulo XIX

6.4K 357 40
                                    

No sé qué le pasa a Smoker porque estamos aquí, en la cama, mientras él me abraza. Algo pasó para que estuviera así, tan protector conmigo. Yo solo acaricio con cariño sus cabellos, escuchando su respiración, relajado. Quiero preguntarle, pero me da miedo saber respuesta. Es mejor no preguntar. Suspiro ya no saber que hacer y cierro los ojos e intento no pensar sobre ello. Estar relajada así con él, es reconfortante. Oír el canto de los pájaros que se alegran de la mañana, se puede oír detrás de aquellas paredes y ventanas.

El sonido de su respiración es relajante, al igual que sus caricias. Esbozo una sonrisa tonta, sintiéndome afortunada estando con él. Sus cabellos son tan sedosos. Me imagino a Smoker, en sus tiempos de marine, con el pelo rapado teniendo un aspecto más duro que antes. ¿Cómo le quedaría la barba más acentuada? Dios, estoy imaginando cosas que son imposibles. Se vería lindo y más dominante que antes. Siento movimiento, pero no abro los ojos. Aunque noto unos labios posar en los míos. Un suspiro sale de mi boca saboreando ese momento. Me encanta como me besa.

Es lindo cuando quiere. Se separa de mis labios para, luego, repartir besos por todo mi rostro. Yo sigo acariciando su cabellera, donde mis dedos se enredan en ella. Escucho como ronronea, dando entender que le gusta mis caricias. Vuelve a besarme y, esta vez, tiene un poco de picardía. Sus labios se mueven con los míos, buscando la oportunidad de meter su lengua dentro de mi cavidad bucal. Yo los abro un poco, dándole acceso. Explora con lentitud mi boca, y mi piel se estremece, notando la excitación crecer.

Minutos han pasado, y ya los pulmones gritan pidiendo aire. Se separa de mis labios, formando un hilo de saliva y estoy sonrojada, jadeando como nunca. Estás cosas me dan vergüenza porque me siento indefensa ante un depredador como Smoker. El maldito sabe cómo ponerme nerviosa. No sonríe. No muestra emoción alguna. Su rostro es seria y sus ojos muestran ese toque de lujuria. Dios, ¡esa mirada me enciende! Apoya su frente en la mía, no desviando la mirada. ¿En que estarás pensando? Mis dedos descienden a su rostro, tocando la cicatriz que decora por el lado derecho. Debió de dolerle, pero es fuerte de naturaleza. Realiza un sonido de satisfacción, muestra de que le gusta mi afecto.

Su nariz roza con la mía unas cuantas veces, casi provocando que yo riera bajito. Ahora se comporta como un niño pequeño que quiere mucho a su madre. Sus labios rozan contra los míos, no llegando a besarlos. Más bien, está tentándome. O eso creo. ¿Esto es un juego? No obtuve respuesta al sentir esa leve caricia por mis caderas, donde un suspiro sale de mis labios. Esas yemas buscan los puntos erógenos de mi cuerpo y yo me muevo un poco, deleitándome con ese roce. Es como si me estuviera estirando en la cama con él encima. Su mirada clavada en la mía, mientras me retuerzo de placer, es de lo más excitante que he visto. Tengo el presentimiento de que está tocando una obra de arte viviente.

Mis labios no se cierran, él me lo impide. Quiere escuchar cada sonido producido de mi garganta, que él es el provocante.

—Smoker —pronuncio su nombre lentamente, a punto de tener un orgasmo producto de mi mente.

Es que decir su nombre es, condenamente, sexy. Es como si estuviera invocando al dios del sexo. Extiendo mis brazos hacia arriba al sentir sus manos ascender y acariciar toda extensión de mi piel. ¿Soy yo o está siendo muy romántico? Me es raro verle a él comportarse así en la cama. Me lamo los labios ya algo secos; sin embargo, noto su lengua recorrer con lentitud en mis labios, y yo me estremezco. Joder, Smoker. Todo mi vello corporal está erizado. Noto su hombría clavarse en mí entrepierna, ya con la sensación de meterla. Aprieta mi boca con firmeza, aguantando las ganas de sacar algún que otro suspiro, pero no sé cómo lo hace para que gima.

Todo lo que toca produce una descarga eléctrica en mi cuerpo. Suave y placentera. Millones de estímulos se activan ante sus caricias. Es excitante. Ladeo la cabeza dando acceso a mi cuello y él no lo desaprovecha, besando cada poro de mi cuello. Esos besos son suaves y cortos, pero son lo suficiente como para que gima. Mis dedos tocan el cabezal de la cama, casi clavando la madera con mis uñas. Un sonido gutural escapa de mi boca, cuando Smoker da una mordida en la zona de mi pequeña nuez. No es una mordida de dominancia. Es una mordida de deseo. Oh Dios, no sé qué demonios está haciendo, pero mi vista se nubla ante tal maravilla.

Amar a una "gorda" (Smoker x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora