P R Ó L O G O.

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Se miró por última vez en el espejo antes de salir corriendo con unas alegrías increíbles. El pequeño Bon sonrió a su madre, quien le miraba desde el umbral de la puerta de la habitación de bellísimas paredes color azul pastel, con dibujitos de nubes y pequeñas guitarras de colores mixtos.

— Vamos Bon, llegarás tarde a tu nueva escuela —le dijo la joven mujer de cabellos azulados a su pequeño hijo de siete años. Extendiendo su mano hacia él, logró que el menor se acercase a ella— ¿Estás listo, ya?

— Si Mami. —Bon cogió su mochila de un color mar con detalles negros y celestes, pasó sus brazitos por ambas bandas hasta llevarlas a sus hombros. Con una sonrisa, tomó la mano de su madre para salir de casa.

En el camino el peli-cían observaba a su alrededor, tratando de memorizar el camino para algún día poder ir y volver solito de la escuela, y así no preocupar a su mamá. Apretaba con fuerza la suave y cálida mano de su joven madre de piel intermedia, la cual igualmente acariciaba con las yemas de sus dedos la textura de la pequeñita manita de su hijo.

Al llegar a la primaria el pequeño saltó de felicidad; aquella institución era mucho más grande que su anterior cole, el cual, era un pre-escolar, estaba claro que sería un lugar mucho más reducido que este. Volvió a sonreír. Él era un niño muy sociable, carismático y con muchos talentos ¡seguro que no le costaría encontrar buenos amigos aquí! Deshizo el agarre entre su mano y la de su madre.

— ¿Estás emocionado? —la madre formuló una pregunta obvia, pero ansiaba saber que tan contento se encontraba su pequeño Bon— por fin estas en la primaria, ya no eres un niño pequeñito.

— ¡Si! ¿Crees que tendré muchos, muchos, pero muchos amiguitos? —Bon sonrió y empezó a caminar hasta adentrarse a la escuela junto a su madre que le seguía a cuestas.

— Estoy segura que tendrás muchísimos amigos, Bon. —la de ojos amarillentos sonrió acariciando los cortos cabellos laseos de su hijo— ¿recuerdas cuál era tu salón?

— Creo que si. Cuando vinimos a entregar mis papeles para entrar a la escuela me lo aprendí, para no perderme entre tantas y tantas aulas hehe —el moreno suspiró— aun es temprano ¿puedes quedarte conmigo hasta que todos los demás niños lleguen? Es que no quiero quedarme solito aquí, Mami.

— Seguro, Cielito.

*

Las clases habían comenzado; la madre de Bon tuvo que irse para comenzar su jornada laboral. El pequeño niño de ojos verdes se sentaba hasta la fila media de la tercera columna de pupitres. Mirando a cada niño y niña de su salón. Ahora se sentía incómodo. Pues ya muchas niñas le miraban raro, y no sabía si ponerse nervioso e ignorar eso, o simplemente devolver la sonrisa, tratando se sacar algún tema.

El primer día de clases siempre era para conocerse entre todos, para familiarizarse con la nueva institución y para adaptarse a la nueva rutina de enseñanza. Bon ya estaba acostumbrado a eso, su madre le explicaba durante su tiempo de infante menor, la educación obligatoria que debía llevar desde los 6 hasta los 16 años de edad, al igual que ella por su cuenta enseñaba lo básico a su pequeño hijo.

Bon sabía eso y más, su madre ya se lo había dicho tanto que se sentía infinitamente preparado. Él era un niño inteligente, sabría como afrontar sus nuevas etapas y experiencias.

— Hola Bon —se le acercó una niña de ojos azules, con una sonrisa en su rostro— ¿por qué no vienes con nosotros? Estamos haciendo dibujitos mientras la Maestra ordena nuestros apuntes.

— ¿Eh? ¿quieres qué dibuje con ustedes?

— Si, por favor. Cuando fui a entregar mi tarea, vi por casualidad tu dibujo. ¡Me gustó muchísimo! —dijo la pequeña, ordenando su cabello largo en una coleta alta— ¿te gusta mi cabello? Lo arreglé yo misma. Hehehe.

=ᴇʟ ᴄʜɪᴄᴏ ᴅᴇʟ ᴇꜱᴘᴇᴊᴏ= [BxB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora